La noche del martes, con el dramático partido protagonizado por los Navegantes de Magallanes y los Gigantes del Cibao, Venezuela dejó establecido que incluso en la República Dominicana cuenta con una de las mejores fanaticadas del béisbol.
La creciente comunidad venezolana residenete en el país, principalmen te, dijo presente en el Estadio Quisqueya Juan Marichal y de qué forma.
Los nacidos en la tierra de la arepa y la música llanera dieron una demostración única sobre el apoyo dado para motivar a un equipo que estaba siendo vapuleado seis carreras por cero en las primeras seis entradas.
“¡Sí se puede!, ¡Sí puede!, ¡Sí se puede”, repetían los miles de fanáticos de la Patria de Bolívar que se dieron cita a un viejo parque que sólo huele a béisbol.
La reacción de “la Nave Turca” fue inmediata y respondió con un rally de cinco carreras en el llamado “inning de la suerte”, el séptimo, provocando una algarabía de su afición que orgullosamente ondeaba sus bandera azul, amarilla y roja.
En el octavo, la algarabía alcanzó el climax cuando con sencillos productores de “La Tortuga” William Astudillo y Danry Vásquez se fueron adelante 7-6, ventaja que pudo haberle dado una anhelada victoria sobre la República Dominicana, un gran rival que le ha estado haciendo la vida imposible no solo en la Serie del Caribe, sino también en el Clásico Mundial de Béisbol.
“¡Se acabó el mangú!”, ¡”se acabó el mangú!”, exclamaban durante su efímero liderato en la pizarra.
“¡Un hit”!, “¡Un hit!”, les solicitaban a sus bateadores, al igual que “¡Un ponche!” a sus lanzadores cuando las circunstancias lo requerían en un choque que inició el martes y concluyó más de cinco horas después en la madrugada del miércoles.
Una mala decisión arbitral que provocó una discusión en el noveno sobre una jugada en tercera en la que el corredor emergente Gustavo Núñez fue puesto out en tercera , pero no fue cantada así, eventualmente impidió que el popular equipo con sede en Valencia le diera la satisfacción de la victoria a su activa fanaticada.
“Este juego, por el calor de la fanaticada, el ambiente nos recordó mucho al Caracas-Magallanes en Venezuela. Todos comentábamos eso”, declaró el dirigente del representativo de la Patria de Bolívar, Willie Romero luego del épico choque entre los mayores productores de jugadores de Grandes Ligas fuera de Estados Unidos.
Balbino Fuenmayor, el poderoso bateador designado del Magallanes, dijo que el respaldo recibido aquí les hace sentir a ellos como si se estuvieran jugando en el parque Chico Carrasquel, en Valencia, o en el Universitario, hogar de los Leones el principal , su encarnizado rival.
Al menos durante esta Serie del Caribe, los venezolanos se han refugiado en el deporte de sus amores para disipar la mente y obviar la crisis que les golpea a ellos y a sus familiares.
Por esa situación hay diseminado en contra de su voluntad más de cinco millones en Colombia, Perú, Ecuador, Miami, Argentina, Brasil, República Dominicana y en varias naciones europeas.
Al igual que como ocurre en la nación suramericana, la fanaticada está a la par entre los hombres y sus elegantes mujeres, quienes con sus gorras de la misma y del tradicional equipo montaron en el parque un concurso de belleza en las graderías que no estaba programado.
En esa parte ganaron el juego fuera de las líneas blancas no hubo competencia, “pues”, como suelen decir con toda su venezolanidad, las chamas lo ganaron mucho a chin.
“¡Eeeehhhh, Veeeneeezuela eeeh!”.