El amor de padre puede más. Con una carrera colmada de medallas internacionales y nacionales, digna de estar en el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicana, ninguna le ha dado tantas satisfacciones al tenimesista Roberto Brito como las conquistadas por sus hijas Eva, sobre todo, y Karla, quienes han seguido sus huellas.
Un año memorable resultó el 2014, cuando ambas disputaron la final inédita en el Complejo Deportivo de La Barranquita del Campeonato Nacional Superior de Tenis de Mesa .
Eva ganó la partida y el título. Karla quedó subcampeona. Ese mismo año fueron monarcas en dobles y parte del equipo que ocupó el lugar más alto del podio en el Campeonato Centroamericano y del Caribe en Trinidad y Tobago.
Otro momento especial se produjo tres años antes en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, donde Eva consiguió el oro.
En la hoja de servicio de Roberto resalta el bronce que obtuvo en los Juegos Panamericanos “Santo Domingo 2003”, así como ocho en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, incluidas dos de oro y cuatro de plata.
Igualmente, seis en el Campeonatos Latinoamericano y cuatro veces se colgó la presea dorada en el cuello como campeón nacional, una más que los inmortales Mario Álvarez y Juan Vila, y una menos que Raymundo Fermín (5), quien también tiene su nicho en el sagrado templo.
“Tú lo sabes. Los logros de nuestros hijos (en su caso hijas) se disfrutan más que los de uno”, manifiesta un maeño que fue adoptado por Santiago, principal cuna del llamado “ping pong”.
“Se celebran en modo superlativo. Realmente es así”, subraya Roberto, quien en tres ocasiones militó como refuerzo en el campeonato de primera división de España.
“Uno de los deseos de todo atleta es que sus hijos le sigan los pasos. Sus logros son grandemente gratificantes”, subraya.
Al ponderar la dimensión que en la misma mesa que tanta gloria él le dio al país, admira que Eva es una atleta muy disciplina.
Le enorgullece también que en el campo del saber tiene a tres campeonas. María Teresa Brito, la mayor de las tres procreadas con su esposa Lissette Peña y que también jugó tenis de mesa y sobresalió con la Pontificia Universidad Madre y Maestra, es arquitecta y labora en el Departamento de Proyectos de Cap Cana.
Karla es Licenciada en Nutrición y Dietética y Eva se graduó en Administración de Empresas en La Universidad Interamericana de Puerto Rico. Posteriormente, hizo una Maestría en Mercadeo.
“Gracias a Dios que a pesar del compromiso deportivo tuvieron la capacidad de llevar la parte académica y ya mis tres hijas están graduadas”, resalta Brito, quien se retiró a nivel internacional luego de los Juegos Centroamericanos y del Caribe “Cartagena 2006”.
El adiós definitivo como jugador lo dio en 2008 y lo hizo por todo lo alto tras ganar el cetro en el Campeonato Nacional.
Si algo le falta a uno de los caballeros del deporte que siempre se ha manejado en bajo perfil, sin cabildear nada, es que más pronto que tarde también ingrese al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.
Consejo de hija
Como sueña con ver esa exaltación, Eva Brito le ha solicitado que haga las diligencias de lugar porque aquí no siempre las cosas bajan por gravedad.
“Papi, usted ha sido un jugador que ha hecho historia en el tenis de mesa en el país, así que usted se merece eso y más, de verdad que sí. Queremos ver ese momento porque se lo ha ganado”.