Quien escribe ha sido testigo de que en República Dominicana no existen políticas públicas para proteger a los animales. En múltiples ocasiones ha buscado refugio para animalitos rescatados y no lo ha encontrado, al menos en el Gran Santo Domingo.
“No tenemos refugio”, es la respuesta constante tanto de los organismos del Estado como el Departamento de protección animal de la Procuraduría General de la República (PGR) y muchas organizaciones que se hacen llamar protectoras de los animales, pero se limitan a ponerlos en adopción en sus redes sociales porque no tienen espacios para albergarlos.
Por suerte ha logrado ubicarlos en un hogar por su propia vía, con la ayuda de amigos y familiares, pero la ayuda de los organismos estatales y de varias fundaciones de protección animal ha sido prácticamente nula.
Una ley que no se cumple
En el 2012 muchas los amantes de los animales celebraron la promulgación de la Ley de Protección Animal y Tenencia Responsable, No. 248-12, porque tenían la esperanza de que el Estado asumiría la responsabilidad de proteger a los animales, pero han pasado ocho años y prácticamente nada ha cambiado.
Por las calles del país siguen deambulando perros y gatos famélicos, heridos, enfermos, continúa la exhibición y venta de animales en condiciones inadecuadas, los caballos siguen utilizándose (aunque en menor medida) sin la debida consideración…En fin, es evidente que la protección animal sigue siendo una tarea pendiente en República Dominicana, un país que depende en gran medida del turismo y esto da una imagen negativa a los extranjeros en cuyos países los derechos de los animales sí son respetados.
¿Qué establece la ley?
Según la ley, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, el ayuntamiento del Distrito Nacional, los ayuntamientos de los municipios y las juntas de distritos municipales están en la obligación de instalar casas albergues en el ámbito de su territorio. Sin embargo, todavía no se ha instalado el primero, a pesar de que muchos políticos lo han prometido.
“Compete al Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social instalar casas albergues en cualquier comunidad o en la cabecera de provincias, según las necesidades. Los ayuntamientos y las juntas de distritos municipales quedan obligados a instalar casas albergues en el ámbito de su competencia territorial”, establece textualmente la ley en su artículo 12.
Las instituciones protectoras de animales también pueden instalar casas albergues y deben recibir toda la ayuda económica y material que requieran del Estado, los ayuntamientos y juntas de distritos municipales. En los refugios, en teoría, los animales deben recibir las atenciones que ameriten como cuidados veterinarios, higienización, alimentación, vacunación y una protección general que aporte a su bienestar.
Tenían dos años para instalarlos
Conforme a la ley, en un plazo de dos años tras su promulgación el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social debía poner en funcionamiento casas albergues en cabeceras de provincias y en el Distrito Nacional y en los lugares que considere necesarios.
En el mismo período los ayuntamientos tenían la obligación de instalar casas albergues particulares, conjuntas o mancomunadas.
También es obligación del Estado, a través de la Policía Nacional o Policía Municipal y en coordinación con el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, los ayuntamientos o juntas municipales, recoger a todo animal con o sin dueño que deambule por las áreas públicas, que se encuentre enfermo o perdido, que haya sido abandonado por su dueño o maltratado, enviarlo a la casa albergue del lugar y brindarle los cuidados que amerite.
El artículo 73 de la ley dice que es deber de los ciudadanos informar a las autoridades sobre la existencia en lugares públicos de animales realengos o enfermos o recogerlos y depositarlos en las casas albergues públicas o privadas.
No obstante, aunque existen muchas personas dispuestas a rescatar animales callejeros, se desmotivan debido a que no encuentran donde ubicarlos y tienen que hacerse responsables del animal y cubrir los gastos que conlleve su cuidado.
No todo el mundo por más que ame a los animales y les duela verlos sufrir tiene esa posibilidad, ya sea por falta de espacio o de dinero.
Algunos alegan además que hay organizaciones que tienen esto como negocio.
“Dejé de rescatar porque la mayoría de mis colegas y algunas fundaciones tienen los rescates como negocio. Es muy duro ver todo lo que vi sin poder hacer nada y sin una ley que de verdad se cumpla. Las fundaciones no te ayudan si rescatas”, afirma Dulce Dionisio, quien duró varios años rescatando perros pero se le hizo insostenible continuar.