Cuando hace 24 años se destapó el escandaloso fraude conocido como ‘Caso Marzouka’ algunos creyeron que los ‘controles’ establecidos en los sorteos evitarían la repetición de tan bochornosa como audaz acción en la Lotería Nacional.
Pero no ha sido así.
La Lotería Nacional ha sido fuente de escándalos, denuncias de corrupción, uso abusivo de políticos y de contubernios mafiosos para esquilmar las esperanzas cotidianas de mucha gente, que no ve otro futuro que ‘un golpe de suerte’.
Los gobiernos han ‘resistido’ todo tipo de escándalos, fraudes, robos en la Lotería y, por el contrario, han fortalecido el que el juego sea cada vez más extenso, dado los altos ingresos que para el fisco ello representa.
Usar un no vidente y una jovencita coqueta, en medio de un salón ‘repleto’ de ‘autoridades’ de diferentes instituciones públicas y privadas, en una transmisión televisada en vivo, para realizar un fraude de esa naturaleza, supone muchas agallas de los que lo idearon, muchas complicidades y, claro, un gran entramado mafioso. Lo ocurrido ahora, no creo, como me ha dicho mucha gente, era la primera vez y menos que será la última.
Este caso no debería, bajo ninguna circunstancia, quedarse ahí, en los dos que hicieron el ‘trabajo sucio, el ‘trabajo de campo’, aunque el desenlace del caso Marzouka nos presagia el final del episodio de ahora, en la historia de la Lotería. La impunidad.
En un país de instituciones fuertes ya habrían rodado cabezas. Aquí el escándalo se convierte en pan y circo.