La reapertura de las escuelas debería ser la principal prioridad de los países, pues el costo de mantener las escuelas cerradas es elevado y amenaza con perjudicar a una generación de niños y jóvenes, a la vez que aumenta las disparidades que existían antes de la pandemia.
Este señalamiento está contenido en el resumen ejecutivo del Informe «El Estado de la crisis educativa munidal: un camino hacia la recuperación», de Unesco, Unicef y el Banco Mundial, entidades que afirman que «la reapertura de las escuelas y el que se mantengan abiertas deberá ser la prioridad principal para los países».
Estos organismos internacionales explican que existe cada vez mayor evidencia que indica que, con las medidas adecuadas, los riesgos para la salud de los niños y personal educativo pueden ser minimizados y que la reapertura es la mejor medida que los países pueden tomar para comenzar a revertir sus pérdidas de aprendizaje.
Señalan que la crisis exacerbó las desigualdades en la educación y que a nivel global, los cierres de escuelas, tanto parciales como totales, duraron un promedio de 224 días, sin embargo, en países de ingresos bajos y medios, los cierres de escuelas por lo general fueron más largos que en los países de ingresos altos, y su respuesta fue en la mayoría de casos menos efectiva.
El informe refiere que los maestros de varios países de ingresos bajos y medios recibieron apoyo limitado para que su desarrollo profesional lograra una transición hacia el aprendizaje a distancia, lo que los dejó sin la preparación necesaria para involucrarse con los alumnos y sus cuidadores.
Asimismo, expone que en los hogares, la capacidad de responder al impacto de la pandemia en la educación varió según el nivel de ingresos. «Los niños de hogares en desventaja tuvieron menos probabilidades de beneficiarse del aprendizaje a distancia en relación a sus pares, por lo general debido a la falta de electricidad, conectividad, equipo y apoyo por parte de sus cuidadores».
En el Informe se expone que los alumnos más jóvenes y aquellos con discapacidades fueron en gran medida ignorados por las políticas de respuesta planteadas por los países, de manera tal que el aprendizaje a distancia rara vez se diseñó pensando en satisfacer las necesidades de desarrollo de estos niños.