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martes, noviembre 5, 2024

Cobro inusual en RD: Te sacan dientes por deuda

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Los huecos están en su boca como si se tratara de un niño de seis años que está “mudando”. Fue difícil convencerlo para que contara su historia. Dientes tiene pocos, pero vivencias hay muchas.

“Cuando yo tenía 19 años, un amigo me llevó donde unos muchachos para que me prestaran un dinerito para yo pagar algo que debía y me estaban presionando con eso, así que fui a buscarlos ahí, pero ¡Dios mío! no me imaginé lo que me podía pasar”.

Hasta aquí las cosas pintan bien, pero crea la expectativa de cuán peligrosa podía llegar a ser esa deuda.

El dueño de este relato, cuyo nombre pidió no fuera revelado, se llevó los 800 pesos que necesitaba. “Ellos fueron muy amables conmigo y hasta un trago me brindaron, pero no quise porque estaba preocupado con ese dinero que debía”. Él se refiere a 700 pesos que le adeudaba a un prestamista. Los 100 restante eran para quedarse con algo.

Tomó el préstamo a 15 días para pagar 1,200. Todo muy bonito. “Cuando pasaron los primeros 10 días y yo veo que quien me debe a mí, no me paga unos tenis que le vendí y que por si fuera poco, dizque se enfermó y yo no tenía forma de conseguir ese dinero, me estaba volviendo loco”. Es en esa desesperación es que llama a su amigo y le dice lo que le está pasando a ver si le dan unos días más para ver cómo resuelve. “Bueno loco, eso no se va a poder, ellos no extienden plazo”. Eso contó que le dijo esa persona.

Llegó el gran día. “Recuerdo que el plazo se venció un miércoles, y ya a las 3:00 de la tarde, que fue a la hora que 15 días antes, me lo prestaron, me estaban llamando. Cogí la primera llamada y les expliqué, me dijeron que no. Me siguieron llamando y no lo cogía. No sé cómo lo supieron, pero como a las 8:00 de la noche llegaron al sitio donde yo estaba y entre insultos, me sacaron un diente a sangre fría”. Su mueca revela que todavía recuerda aquel dolor.

“Yo me retocía del dolor, le decían que yo les iba a pagar, que me dieran un chance, y me dijeron que al día siguiente querían su cuarto o mis dientes. No dormí esa noche con un fuerte dolor y con mucho miedo, porque el que da para eso, da para todo. Me levanté temprano y salí a vender cosas mías para hacer los 1,200 que les debía. Gracias a Dios los conseguí porque los vendí casi ‘regalao’, porque no quería volver a pasar otro susto”. Agacha la cabeza y sus ojos se aguaron, aunque no lloró.

Quedó metido en el negocio

Cuando el dueño de esta historia fue a entregarle el dinero, al mismo lugar donde se lo prestaron, lo trataron con mucha amabilidad. “Ahí se pusieron a decirme algunas cosas de cómo funcionaba ‘el negocio’, más bien, de dónde salía ese dinero. Me dijeron que yo era inteligente que cómo estaba tan mal sin cuarto ya con 19 años. Me dejé llevar, me lavaron el cerebro, me convencieron y entré a ‘trabajar’ con ellos”. En ese “empleo delincuencial” duró un promedio de tres años. Lo cuenta, pero no está orgulloso de ello.

¿En qué consistía ese “trabajo” que hacías? Se le preguntó para tener una idea. “Llevaba bolsitas y hacía otras cosas de las que me arrepiento”. Parece franco, pero hay que seguir indagando. ¿Llegaste tú también a sacar dientes? “Sólo dos veces. Eso fue lo que me desencantó. Me ponía en los zapatos de ellos y me daba mucha pena, aunque de verdad, hay algunos que se lo merecían”. ¿Qué deuda tenían los que dices que se merecían ese castigo? “Oh, no querían pagar, vendía la mercancía y decían que se la quitaron, y uno hasta se enamoró de la hermana de uno de los jefes”. Estos motivos que cita el protagonista de esta historia, le llegaron a costar casi la dentadura completa a muchos deudores.

“Yo no sé de dónde surgió esa modalidad de sacarle los dientes a alguien como castigo”

Durante su entrevista con LISTÍN DIARIO, el joven que hoy tiene 32 años, admite que es una práctica vieja el sacar dientes por deuda. “Claro, para algunos es algo nuevo, pero no es así, es que ahora se da más a conocer, y no sé si se está haciendo con mayor frecuencia, pero eso no es de ahora”. Al parecer tiene razón. Él perdió su primer diente cuando tenía 19 años. Es decir, que de eso hace 13 años.

¿De dónde sacaron los dominicanos esa práctica tan sanguinaria? Fue cauto en su respuesta. “Realmente, no puedo decir una cosa o la otra, pero dicen que los haitianos entre ellos se cobraban así, y usted sabe, el dominicano es lo que más inventa, pero yo ahí no puedo decir nada porque no sé de dónde es que eso viene”. Se cura en salud, el hombre que, pese a que tiene ascendencia haitiana, asegura ser de aquí.

Aunque al hablar de esto fue muy medido, no hizo lo mismo cuando se le cuestionó sobre si había incurrido en vicios producto de su entrada a la banda que lo “contrató”. “Claro, me puse en eso como a los dos meses de entrar, era lo que me ayudaba a hacer las cosas que me mandaban, porque no me considero un delincuente, no sé cómo fue que caí en eso”. Al menos ahora parece no serlo, pero no niega que fue “una lacra”. Eso lo dice él.

¿Quién te rescató, cómo pudiste salir de esa banda? Fue otra pregunta que respondió sin chistar. “Me ayudaron dos cosas: mi mamá que rezaba mucho por mí y que habló con la familia donde ella trabaja desde hace muchos años para que la ayudaran a llevarme a un centro a reahabilitarme, y también me ayudó mucho, aunque suene feo, que los dos jefes de la banda murieron”. No dio detalles de cómo, pero un comentario posterior dejó claro que fue por estar en conflicto con la Policía.

Una pregunta que evadió contestar, fue: ¿Están al tanto las autoridades policiales de que existe esta práctica en el país? “Eso si no sé yo, lo que sí sé es que saben que aquí se está haciendo de todo y que hay una criminalidad ‘importada’ de diferentes países que se extiende por todos lados. Hasta a mí, que sé cómo se manejan, me da grima lo que está pasando aquí con las bandas”. Le preocupan sus dos hijos y su familia en general. Tiene a su madre y a un hermano que nunca ha delinquido. Su papá falleció cuando era pequeño.

“De la calle al rescate”

“Después que me ayudaron a salir de ese mundo oscuro, donde no sólo vi a muchos perder sus dientes, sino también la vida, me puse para mí, aprendí a leer a escribir mejor, porque no me gustaba la escuela y casi no sabía nada. No seguí estudiando porque me metí en familia, y ahí tengo mi esposa y dos niños”. Agradece a Dios por la oportunidad que le ha dado de reinvindicarse.

El hombre que hoy tiene un trabajo digno gracias a que salió de la oscuridad, como él dice, ahora es que está yendo al odontólogo porque no podía disponer de dinero para esos fines.

“El jefe de mi mamá no sabía que yo no había ido a ponerme los dientes, y el otro día me vio y me está ayudando. Le dije que es un trabajo muy caro y no gano para eso, pero ya me los van a arreglar”. Le agradece a esa familia tanto como a su madre.

Consejo

Hoy reflexiona y se atreve a hacer un llamado a la juventud para que no caiga en “malas manos”. “Que no se deje llevar de la vanidad, que evite meterse en líos y envolverse en deudas, porque hay deudas que se pagan hasta con los dientes”.

Concluye quien vivió esta experiencia en carne propia y se arrepiente de haber caído en un mundo desconocido para unos y mortal para otros.

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