A lo largo de su historia Haití se ha visto inmersa en tiempos convulsos que han desencadenado en manifestaciones, inestabilidad, violencia, muertes y golpes de Estado, situación que ha sido motivo para que altos funcionarios del vecino país vean en la República Dominicana una vía de escapar ante este escenario.
En momento en que se agudiza la crisis haitiana, se recuerda que varios líderes derrocados han buscado refugio en el país.
Hace más de 30 años que comenzó la entrada de diversas figuras del ámbito político haitiano al territorio dominicano, llegando incluso a establecerse en el mismo, mientras que otros fueron frustrados en su intento.
Uno de los personajes más conocidos en refugiarse en República Dominicana fue el general Henri Namphy.
Namphy tras la destitución del presidente electo en Haití a través de lo que se considera como las primeras elecciones democráticas de ese país, Leslie Manigat, encabezó en junio de 1988 un golpe militar para recuperar el poder, en el que se mantuvo hasta que fue destituido en septiembre de ese mismo año.
Tras su salida del poder, el político se exilió en la República Dominicana y nunca volvió a vivir en Haití. Residió toda su vida de manera discreta en Jarabacoa.
El exmandatario desmotivado por la situación de su país llegó a afirmar durante una entrevista, tras más de 29 años alejado de la esfera pública, que el problema de Haití era la educación y que “la salvación tiene que venir de los haitianos primero, naturalmente con la ayuda internacional”.
Namphy vivió en el país durante 32 años y antes de su muerte pidió ser enterrado en el mismo, deseo que le fuera concedido, por lo que hoy sus restos están en el cementerio Cristo Redentor. En 1990 un tribunal federal presentó cargos de torturas y violaciones de derechos humanos cometidas durante el gobierno del entonces presidente haitiano Prosper Avril, quien luego de viajar a Miami, Estados Unidos, llegó a refugiarse en la República Dominicana. Joseph Michel Francois, exjefe de la policía de Haití y quien participó en el golpe de Estado que derrocó a Jean Bertrand Aristide en 1991, estuvo en el país durante el año de 1994 hasta que fue deportado por organizar otro golpe de Estado en su nación de Acuerdo con reportes del periódico El País, de España.
Guy Philippe el exlíder rebelde que hasta hoy sigue motivando a los ciudadanos de Haití a “la desobediencia civil”, además de tener una larga lista en participación en diferentes movilizaciones que terminaron con la salida del poder de varios presidentes, también figura dentro de los personajes que han buscado asilo en la República Dominicana. Hasta los años 90 Philippe se desempeñó como jefe de la policía en Cabo Haitiano hasta que en octubre del año 2000 lo acusaron de participar en una tentativa de golpe de Estado contra el presidente René Preval, teniendo que huir a refugiarse a República Dominicana durante el gobierno de Hipólito Mejía. Su estadía en territorio dominicano concluyó en febrero de 2004, cuando regresó a Haití para encabezar un nuevo golpe de Estado contra Aristide.
Militares y miembros del servicio de inteligencia a cargo del puesto de chequeo pudieron comprobar que no tenían pasaporte ni visado de estadía en territorio dominicano y que habían cruzado ilegalmente la línea fronteriza.
Los cuatro haitianos no se resistieron a la detención ni al interrogatorio, se identificaron y pidieron autorización para llamar a sus familiares en Haití e informarles de su situación.
Luego fueron trasladados a la Fortaleza del Ejército de República Dominicana.
Según las informaciones recabadas, los ciudadanos haitianos huyeron de su país tras supuestamente ser “perseguidos” por el extinto presidente Jovenel Moise, quien los acusó de “organizar” un intento de golpe de Estado en su contra.
Con el pasar de las horas los políticos les solicitaron a las autoridades dominicanas que no los devolvieran a su país porque corrían “el riesgo de perder la vida”.
Estos son solo algunos nombres de funcionarios y personalidades haitianas que de alguna manera han visto en República Dominicana la vuelta para alejarse del caos y la inestabilidad imperante en su país.