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domingo, noviembre 24, 2024

Resolvamos los problemas y transformemos el país

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El gobierno acaba de co­locar bonos soberanos en el merca­do de capital externo por valor de US$3,800 millo­nes. Con ellos se finan­ciarán por el resto del año, los gastos de política de ingresos de los secto­res de menores recursos golpeados por la acción mandatoria del gobierno del cierre de las empre­sas, y las necesidades del sector Salud para enfren­tar la Pandemia.

Estamos en un mundo que cada vez tendrá ma­yor escasez de oferta de recursos monetarios, y a la vez mayores demandas de los mismos, a medida que se expande y prolon­ga a nivel global la actual crisis sanitaria económica y social provocada por el coronavirus.

En vista de esta estre­chez de recursos, el go­bierno tiene que con­centrar sus mayores esfuerzos en eficienti­zar su uso, dirigiendo los mismos a enfrentar los graves problemas ac­tuales y asegurar que se mantenga el aprovisiona­miento de alimento a la población.

Antes de que el gobier­no preste su mayor aten­ción en macro proyectos, tiene que concentrarse en resolver los problemas que los dominicanos te­níamos la esperanza de ver sus soluciones a la vis­ta, como la falta de ener­gía que viene haciendo crisis con los prolonga­dos apagones, pese a las famosas plantas de Punta Catalina, crisis que veni­mos sufriendo desde ha­ce 50 años y que se ha en­gullido el 65% de nuestra actual deuda pública ex­terna, y enfrentar con de­cisión el caótico tránsito terrestre que cada vez es más desordenado y que hace pensar a las víctimas del mismo que aquí no hay orden, y por tanto que estamos carentes de auto­ridad.

La población eligió este gobierno para que hiciera justicia, se acabará la co­rrupción y la impunidad, y mejorará sus niveles de bienestar y de seguridad ciudadana. El gobierno tal vez no tiene posibilidades de aumentar el bienestar por la crisis actual, pero sí evitar que este se deterio­re y demostrar con resul­tados que los otros objeti­vos comiencen a mostrar la efectividad de su ejecu­ción antes que se termine su periodo de gracia.

En el horizonte inter­nacional aunque han me­jorado los proyectados in­dicadores de crecimiento de la economía mundial según la OECD en dos puntos porcentuales, es­ta se mantiene en niveles muy negativos y China es el único país del G20 con crecimiento positivo, aun­que muy bajo.

No obstante estos indi­cadores pueden volver a deteriorarse pues en los países europeos se vie­ne manifestando el cre­cimiento de los casos del covid, iniciándose nueva­mente el cierre de estable­cimientos comerciales y de los espacios habitados cuando comienza el oto­ño y se le añada la influen­za, lo que nos debe poner en alerta ante una posible adelantada flexibilidad en las actuales normas res­trictivas.

Esto naturalmente va en la dirección opuesta a la esperanza puesta por el gobierno en la reacti­vación del sector turísti­co a partir del 1 de octu­bre, cuando en dicha fecha también se iniciaría una baja sustancial en los vue­los de aeronaves comercia­les norteamericanas, si las líneas aéreas no logran del Congreso la aprobación de una segunda ayuda por US$25,000 millones en subsidios para mantener por otros seis meses sus operaciones sin recortes de personal en decenas de miles de empleos.

Por otra parte, se viene perfilando la inquietud de que los mercados interna­cionales están entrando en un periodo de escasez de alimentos y de eleva­ción de sus precios, así co­mo de grandes hambru­nas. En China la inflación de bienes alimenticios se elevó en agosto al 13% y en los Estados Unidos se elevó al 4.1%, tres veces su tasa de inflación anual, y el mayor porcentaje en los últimos 9 años.

Un aumento de la in­flación mundial aumen­taría las tasas de interés Internacionales elevándo­se nuestro costo financie­ro del servicio de la deu­da externa, por ajustes en las tasas no fijas. La últi­ma vez que ocurrieron es­tas crisis alimentarias en los años 2007-2008 suce­dieron movimientos socia­les que dieron al traste con gobiernos, como los de­rrocados durante la llama­da primavera Árabe.

Nuestro país es cada vez más agredido por fenóme­nos naturales que provo­can prolongados periodos de sequías y devastadoras tormentas que afectan ad­versamente nuestra pro­ducción agropecuaria, por lo que se hace imperativo que las inversiones en pre­sas y canales de riego ten­gan carácter de elevada prioridad.

En este aspecto el sus­tancial aumento que han venido mostrando las en­tradas de remesas a partir del mes de mayo, que han sido un importante com­plemento monetario para la población de bajos nive­les de ingresos cuyo mayor porcentaje de gastos lo diri­ge a la canasta alimentaria, podría comenzar a reducir­se como muestran los ingre­sos de agosto en relación a julio que cayeron en US$58 millones, si el Congreso norteamericano no aprue­ba continuar con el progra­ma de asistencia a los des­empleados que terminó en julio y cuando culmine la ayuda temporal sema­nal por decreto del ejecu­tivo, que se ha reducido de US$600 a US$400 y solo por falta de recursos dura­ría pocas semanas.

Por último el gobierno tiene en estos momentos un tiempo de oro para em­prender reformas que for­talecerán nuestro bienestar colectivo y la productivi­dad de nuestra economía, pues cuenta con el respaldo de la opinión pública.

En los últimos años se ha logrado emprender la reforma del área educati­va con el 4% del PIB asig­nado, y ahora una refor­ma por mucho tiempo esperada como la del sec­tor Salud, la Pandemia ha mostrado la enorme pre­cariedad del mismo y la necesidad de su reforza­miento por lo que el go­bierno está destinando im­portantes recursos para reformarla y enfrentar el problema de la salubridad.

Otra reforma que esta­mos impacientemente es­perando es aquella donde se integren los mercados de exportación en las ope­raciones de las empresas nacionales y de zonas fran­cas. Uno de los objetivos planteados por las actua­les autoridades durante la pasada campaña electoral. Lo que impulsará una gran dinámica en el aparato productivo nacional prin­cipalmente en las peque­ñas y medianas empresas.

Este paso es importan­te porque esta crisis ha demostrado la elevada vulnerabilidad de la de­pendencia en el sector tu­rístico como generador de divisas, como ya lo venía advirtiendo en mis artícu­los desde hace varios años.

Las exportaciones de bie­nes alimenticios han sufri­do una caída mucho menor, y ya las de zonas francas co­mienzan a mostrar tasas po­sitivas de crecimiento. La Asociación de Industria pre­sentó recientemente la estra­tegia del sector lo que es im­perativo que esta sirva como base y se comiencen a imple­mentar sus medidas a partir del mes de enero.

Que El Creador nos ben­diga.

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