HOSUTON.- Framber Valdez nunca se rindió ante las dudas sobre su físico de equipos que lo descartaron ni ante el estereotipo de la edad de los peloteros latinoamericanos. La recompensa era jugar en las Grandes Ligas.
Ahora que llegó, vive un sueño que parecía imposible incluso cuando firmó hace tres años.
Para Valdez, de 24 años, será su cuarta apertura y la quinta aparición de su carrera, desde que debutó en Seattle el 21 de agosto. En su última apertura, permitió una carrera en 5.1 innings ante los Mellizos de Minnesota para convertirse en el primer lanzador que trabaja al menos cuatro entradas y permite una o menos carreras en sus primeros cuatro juegos en Grandes Ligas.
“Estoy viviendo un sueño del que no quisiera despertar”, dijo Valdez, quien tiene marca de 3-1, efectividad de 1.37 y 15 ponche en 19.1 entradas con los lideres de la División Oeste de la Liga Americana.
Para Valdez, el camino que lleva de un pequeño poblado de República Dominicana a las ligas mayores ha sido más accidentado que lo tradicional.
Valdez, un nativo de Palenque, provincia San Cristóbal, en el sur de la isla, firmó con los Astros hace apenas tres años a los 21 años, una edad para la que generalmente un chico latinoamericano aspirante a pelotero ya se encuentra trabajando en una factoría de zona franca, como mototaxista o de portero en una discoteca, entre otros oficios de baja rentabilidad que están disponibles para mano de obra no especializada.
“Mi vida fue bastante difícil para llegar aquí. Muy difícil”, dijo Valdez a ESPN Digital. “Para alcanzar la meta de jugar con los Astros hubo muchos obstáculos, muchas barreras, pero nunca bajé la cabeza. Siempre mantuve mi plan. Todo propósito tiene sus conflictos y en el béisbol hay muchos conflictos. Son cientos, miles de peloteros buscando la misma meta. Pocos la alcanzarán”, agregó.
Valdez narró a ESPN que alcanzó acuerdos que no se concretizaron con al menos siete organizaciones desde que cumplió los 16 años– la edad mínima para firmar a los prospectos latinoamericanos como agentes libres– hasta que Houston se arriesgó a otorgarle un bono de $10 mil dólares en el 2015.
De acuerdo a Valdez y algunos cazatalentos que lo evaluaron en el pasado, el temor de los clubes era que el codo del lanzador no resistiera el esfuerzo de lanzar en el profesionalismo. Rays de Tampa Bay, Reales de Kansas City, Marineros de Seattle, Cardenales de San Luis, Diamondbacks de Arizona y Cerveceros de Milwaukee fueron algunas de las organizaciones que ofrecieron contratos a Valdez, para luego disolverlos por las revelaciones de las pruebas médicas.
“Con San Luis hasta hubo una sesión de fotos, el papeleo del contrato y todo lo rutinario. Me pagarían un bono de $47 mil dólares, estaba seguro que finalmente sería un jugador profesional, pero me llamaron para una resonancia magnética y vieron algo en el codo”, dijo Valdez. “Rompieron el contrato, tal y como me ocurrió muchas veces. Mi familia volvió a vivir un infierno”, agregó.
“Una sombra en el codo. Era lo que me decían. Todos los que me evaluaron dijeron que mi codo explotaría en un año”, dijo.
“Me decían que sería sometido a la operación Tommy John, que no lanzaría por mucho tiempo, pero nunca me rendí. Me botaban, me rechazaban, me ignoraban y yo seguía asistiendo a las pruebas. Pese a los problemas y los contratos que rompieron en mi cara, nunca bajé la cabeza”, agregó el lanzador.
Valdez cuenta que se puso a trabajar en fortalecer su codo con la única persona que creía que podía ser un pitcher profesional, su entrenador Edward Ramírez, y que buscó dinero prestado para hacerse una resonancia y mostrarla a David Brito, un cazatalento venezolano que trabajaba para los Astros en la zona sur de República Dominicana. Brito prácticamente obligó a su jefe, Román Ocumarez, para que evaluara a Valdez.
“Lo recuerdo como hoy. Eran las seis de la tarde de un día de febrero del 2015 cuando Brito me dijo que de camino a Santo Domingo pasáramos por un lugar a ver un pitcher que tenía buena curva. Se puso oscuro y prendimos las luces de dos autos para verlo”, dijo Ocumarez desde República Dominicana.