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martes, noviembre 26, 2024

Los frutos secos, las legumbres, la carne y el pescado entre los alimentos con mayor poder saciante

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Los frutos secos, las legumbres, la carne y los pescados grasos presentan un mayor poder saciante y contenido en proteínas y fibra, según ha destacado el doctor Francisco Botella Romero, miembro del área de Nutrición y vocal del área asistencial y de comunicación de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

Esta característica se fundamenta en los sistemas hormonales gastrointestinales y los neurotransmisores químicos, que están presentes en las diferentes partes del cerebro.

Así, factores como la densidad energética, el porcentaje de proteínas y la cantidad o el tipo de fibra determinan el índice de saciedad.

En este sentido, el doctor ha destacado el hipocampo, que es el área del cerebro que controla el apetito. Por ello, cuando se consumen alimentos placenteros y ricos en azúcar o grasa se activan unos determinados neurotransmisores que se relacionan con la ansiedad, la depresión o la frustración.

Actualmente existe una tendencia a simplificar el menú, ya que se prefiere recurrir a métodos más rápidos y saludables, lo que ha supuesto un aumento en el consumo de frutas, hortalizas, patatas frescas, agua envasada, leche y derivados lácteos, según ha apuntado el informe sobre el consumo alimentario en España presentado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Del mismo modo, se ha registrado una preferencia por la compra de productos como el aceite de oliva virgen extra o chocolates con mayor contenido de cacao. No obstante, ha disminuido el consumo de carne, pescado, congelados, mariscos, frutos secos, azúcar y pan.

En este contexto, la SEEN trata de implantar hábitos saludables de alimentación con el objetivo de ayudar a prevenir enfermedades crónicas y mantener un buen estado de salud.

Así, el experto ha concluido que el consumo de alimentos en el ser humano está influenciado por patrones culturales, hábitos horarios, circuitos de recompensa y sensaciones cerebrales placenteras que «tienen poco que ver con la nutrición y mucho con patrones de conducta ancestrales que nos remontan a épocas de escasez y a adaptaciones de supervivencia frente a circunstancias adversas».

 

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