“Aprendí a lavar cabeza, soy quien le lavo su ropa, soy quien le quita sus mañas cuando no quieren una comida y quieren otras cosas. Eso lo he disfrutado y no lo cambio por nada”. Con estas palabras llenas de orgullo y con la satisfacción del deber cumplido, se expresa Powel Valerio, padre soltero de tres hijos, quien por un divorcio hace 5 años, tomó la decisión de criar solo a sus vástagos. “Su madre me los entregó porque por el trabajo, no tenía tiempo para dedicarles”.
Este padre forma parte de ese pequeño porcentaje de hombres solteros que se quedan con sus hijos. Ya sea por viudez, divorcio o situación económica. Es una realidad, pero aún en nuestro país y en otras partes del mundo, sigue siendo un tema tabú.
Periodista de profesión, este padre soltero narra que lo que en su momento fue un trago amargo se convirtió en la felicidad de su vida.
Tiene dos gemelas de 8 años y un varón de 9.
Para él, ha sido un camino lleno de muchos momentos de alegría, pero los inicios no fueron tan fáciles. “El mayor reto fue enseñarles a bañarse solos y lavar sus prendas íntimas”.
También relata que fue complejo darles respuesta cuando les preguntaban por qué su madre se los entregó. “No sabía qué contestar en ese momento”.
Aunque en la sociedad dominicana se ve como un estigma que los hombres afronten la crianza solos, los comentarios que ha recibido han sido todos buenos.
“Me preguntan cómo me encargo de tres niños y puedo hacer las cosas que hago”.
Pero no todo es color de rosa. Así como a muchas madres solteras se les hace complicado conseguir pareja, los padres solteros tampoco son la excepción. Valerio ha tenido que sacrificar muchas veces el plano sentimental. Dice que las mujeres cuando ven un padre soltero y dedicado a sus hijos ven un billete de lotería. Pero es bien reservado al momento de elegir. Llegó a dejar una pareja por sus hijos. “Se quejaba del poco tiempo que le dedicaba. Puedo querer, puedo amar una mujer, pero si tengo que soltarla por ellos, lo hago”.
Este padre abnegado relata que llegó a ser profesor de educación física en su colegio, con tal de protegerlos y estar cerca de ellos. “Cada decisión que tomo en mi vida es por ellos. Son mi todo. Y solo con ellos quiero seguir adelante”.
Padre no es el que engendra
Víctor Domínguez pasa por una situación similar. Tiene 25 años, es enfermero y tiene dos hijos de 7 y 5 años. Pero a diferencia de Valerio, no son sus hijos biológicos.
Hace 4 años, su hermano mayor falleció junto a su esposa, en un accidente de tránsito, dejando a sus hijos en la orfandad. De todos sus familiares, Víctor, con solo 21 años, decidió hacerse cargo de los niños.
El joven considera que la experiencia de ser padre tiene sus cosas buenas y malas. “Ser padre nunca es sencillo, tiene mucha responsabilidad y es un trabajo a tiempo completo. Pero es lindo darle un poco de felicidad y un hogar sano a unos niños que, a tan corta edad, tuvieron que pasar por un episodio tan difícil”.
Narra que lo más complejo fue hacer que se adaptaran a un nuevo hogar. “Aunque ahora mismo es menos difícil porque aún no comprenden lo que es la muerte, del todo. Creo que será más difícil cuando ambos crezcan y surjan las preguntas”.
Otro de los desafíos que ha tenido que enfrentar ha sido la parte económica. A pesar de que recibe ayuda de su abuela en el cuido de los niños, tiene que pagar alquiler, colegio, gastos fijos y alimentación. Hasta una salida a la semana la tiene que agendar y planificar.
No obstante, para Domínguez no ha sido una limitante el hecho de conseguir pareja. “Podría decir que se interesan más en mí cuando conocen esa parte de mi vida”.
Domínguez dice ser muy reservado con esa parte de su vida, por eso cuando la gente se da cuenta se asombra. Un ejemplo de ello es cuando en el trabajo ha tenido que pedir permisos por cuestiones de salud de los niños. “En una ocasión me dijeron: ‘¿Y por qué no va la madre?’. Yo les dije: ‘Es que yo soy la madre’. Ahora ya no tengo que dar tantas explicaciones”.
Problema social
Para la psicóloga y terapeuta familiar Laura Rivas, socialmente, el pequeño porcentaje de padres solteros, o los pocos que se reconocen, dan luz a un problema más profundo. Rivas asegura que esto está relacionado a la política de género, aunque no lo parezca. “Y es por esto que no aceptamos que un niño juegue con muñecas. Teniendo esto en cuenta, al parecer, hemos crecido con otros juegos. Por tanto, con otra concepción de la realidad. Las políticas públicas así lo reflejan”.
“Ellos pueden dar las respuestas físicas y emocionales que necesitan sus hijos sin drenarse completamente. Dado que se espera que las personas en una relación tengan un apoyo integrado, los padres y madres solteras pueden crear sus propias conexiones con familiares, amigos, vecinos, colegas y otros padres solteros”.
Por ende, considera que quien cuestiona si hay un riesgo psicológico de ser criado por un padre soltero no está enfocándose en lo vital. En cualquier caso, considera que ser hombre o mujer no limita la crianza y mucho menos si existe una red de apoyo.
Rivas puntualiza que aceptar a los padres solteros es reconocer que la paternidad responsable no es exclusiva de hogares con dos personas fungiendo el rol parental.
“Es reconocer a los hombres maravillosos que han elegido ser padres para dar a sus hijos más de lo que han recibido”.
DATOS
Monoparental.
Según Organización de Familias Monoparentales, en el área metropolitana de RD, cerca de un millón 500 mil familias son monoparentales, por un rompimiento de la relación entre el padre y la madre, siendo el divorcio el renglón de mayor incidencia.
Porcentaje
Según la Oficina Nacional de Estadística (ONE), sin importar quién lleve la dirección del hogar, en República Dominicana, más del 40% es de familias monoparentales.