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sábado, noviembre 23, 2024

Allan Raposo: un dominicano entre estudiantes destacados en Nueva York

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La cifra de estudiantes que anualmente reciben educación en escuelas de Nueva York es de 1.1 millones. Por esto, encabezar la lista de alumnos con mejores índices de calificación de ese estado es una hazaña histórica. Que lo haga alguien que llegó a Estados Unidos hace menos de diez años, sin conocer la cultura y mucho menos el idioma, es casi un milagro.

Pero para el dominicano Allan Raposo, de 18 años, no es ni una cosa ni la otra. Sus logros académicos y el brillante futuro que tiene por delante han sido su forma de recompensar a su madre por los incontables sacrificios que realizó para que él y sus hermanos tuvieran una mejor vida.

Allan tenía apenas diez años cuando su familia cambió las verdes vistas de Santiago por la jungla de concreto que es la Gran Manzana, buscando dar con el elusivo ‘sueño americano’. Elusivo, precisamente, porque en esos primeros años, más que un sueño, fue una pesadilla.

“Nosotros vivíamos en un pequeño apartamento de un solo cuarto. Mi mamá, mi hermano, mi hermana y yo dormíamos todos juntos en una cama de dos plantas de esas que son para niños”, cuenta el joven.

Al mismo tiempo, su madre se veía obligada a llevar forzosamente dos empleos cuyos horarios se extendían de la madrugada hasta muy pasada la noche, en una inacabable rutina por mantener a flote a su familia.

Fue por esta razón que Allan y sus hermanos (ambos mayores que él) tuvieron que aprender a ser adultos en un abrir y cerrar de ojos.

“Mis hermanos y yo nos encargábamos de todos los quehaceres de la casa, fregamos, limpiábamos, cocinamos, hacíamos lo que fuera a fin de ayudar a mi mamá a aligerar la carga de sus dos trabajos”.

Y mientras las cosas en su hogar eran de por sí difíciles, en la escuela no le iría mejor.

Un mundo, dos lenguas
El inglés es probablemente el principal reto que afrontan los inmigrantes al llegar a Estados Unidos.

Según un informe del Centro de Estudios de Inmigración de EE.UU., un 67 % de los ciudadanos hispanos de ese país muestran tener habilidades “por debajo del entendimiento básico del inglés”. Allan pertenecía a esas cifras.

Pese a que la ciudad de Nueva York cuenta con un extenso programa de escuelas bilingües, que tienen como misión facilitar la enseñanza del inglés a sus estudiantes de habla hispana, una combinación de factores geográficos y económicos obligó a que Allan asistiera a una primaria donde las clases se impartían exclusivamente en este idioma tan ajeno al suyo.

Debido a su falta de dominio del inglés, el joven fue bajado de curso, pasando del quinto al cuarto grado de primaria. Fue entonces que decidió esforzarse por sacar el mejor partido de la oportunidad que su madre le había obsequiado.

“Ese año que me bajaron fue duro pero también una bendición porque me hizo apreciar más lo que mi familia estaba luchando. Por eso comencé a enfocarme más en mis estudios y a aprender inglés para no volver a quedarme atrás. Fueron muchas las noches en vela que pasé”, explica.

Y a la larga todos esos esfuerzos dieron frutos. Cuando se graduó de primaria lo hizo como uno de los estudiantes que más había mejorado en el transcurso de las clases; de sexto a octavo grado fue un alumno de honores, y para cuando llegó al bachillerato ya estaba dando tutorías a estudiantes que tenían problemas en sus clases.

Finalmente, puso todos esos conocimientos en uso para los Exámenes Regentes, pruebas estandarizadas exclusivas del estado de Nueva York que se realizan a final de cada curso para poder pasar de grado.

En estos alcanzó honores por obtener una calificación de más de 90 en base a 100 puntos durante sus cuatro años de bachillerato, lo cual lo posicionó como uno de los estudiantes con mejores índices del estado, puesto que menos del uno por ciento lo consigue.

Gracias a todo esto, logró ser admitido en la Johns Hopkins University, considerada una de las 10 mejores universidades de EE.UU. y entre las mejores 20 del mundo, para estudiar ingeniería computacional.

Pero para Allan el verdadero logro radica en que cada vez está más cerca de ver cumplido la gran meta de su madre: aquella de ver a sus hijos alcanzando el sueño americano.

Sepa más
Cifra.

Los estudiantes hispanos de Nueva York presentan el menor índice de graduados de secundaria con una tasa de deserción 10 % mayor a la de otros grupos étnicos, según registros del Departamento de Educación de Nueva York.

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