Por Sergio Reyes II.
En los albores de los 90’s comencé a escuchar con cierto detenimiento las canciones del ‘Gallo’ Tito Rojas, un activo portavoz de la música portorriqueña y de la pegajosa salsa antillana así como un carismático estandarte de los aires musicales que contagian a nuestra ardiente gente en Latinoamérica y el mundo.
Con cierto dejo de dolor escuchaba, en esos años, los acordes de ‘NADIE ES ETERNO’, aquella profética canción que a todo mundo impactó tan profundamente y que, en lo personal, me embargaba de melancólica nostalgia, por lo revelador de sus letras y la profunda ligazón que arrastraba, ante la situación de salud que afectaba a mi Padre en aquellos años y que terminó arrastrándole, irremisiblemente, a las fauces de la muerte, en marzo de 1991.
Junto a Tito me vi reflejado en la superficie prístina de un espejo, al escuchar, junto a Gisela y Esteban, ‘ES MI MUJER’, en una cualquiera de esas desenfrenadas correrías en las noches neoyorquinas de juerga, vino y sana amistad de fines de los 90’s y comienzos del nuevo ‘siglo de las luces’.
Y, sin ir muy lejos, el bardo boricua nos restalló en las narices ‘POR MUJERES COMO TU’ y ‘SENORA DE MADRUGADA’ aquellos cuasi himnos con los que todo diletante termina por reconocer lo débiles y volubles que podemos llegar a ser en manos de una mujer, cuando nos asalta el irrefrenable demonio del amor y la pasión.
Con ‘El Gallo’ bailamos, reímos y lloramos. Hincamos las rodillas en el polvo, a la espera del benigno perdón de la damisela ofendida,… y nueva vez volvimos a levantar banderas, en aras de ese ardiente y voluptuoso amor que nos abrasa por dentro y nos hace cometer torpezas, las más de las veces.
Tito Rojas ha rendido tributo a la vida. En este día, la difusa mañana nos trajo el agridulce aviso y, de paso, nos hizo modificar agendas y enmendar resabios y actitudes.
El mundo seguirá siendo el enjambre de abejas que todos conocemos. Así debe ser, a tono con los planes de la creación. Pero, en los acordes que se eleven por encima de las pocas velloneras que aun sobrevivan, en las bocinas de los colmadones y los electrizantes equipos de las jeepetas, su voz gangosa seguirá escuchándose por siempre, hasta más allá de la muerte.
Canta Gallo, canta; Que nos llegue tu aliento desde el firmamento!!
Sergio Reyes II.