Dice la doctora Caroline Myss: “Nuestra biografía se convierte en nuestra biología”. Anteriormente la obesidad se podía ver quizás como resultado de un trastorno de muchos años, en la medida que íbamos envejeciendo, por existencia de múltiples factores asociados a la falta de actividad física, mala alimentación e incremento de la carga tóxica.
Una de las definiciones de obesidad explica que esta se da cuando existe un exceso de tejido adiposo o grasa en el cuerpo.
Hoy en día ha cambiado completamente el entorno donde los niños se desarrollan. La presión de estar a la par con una sociedad que discrimina en función a la cantidad de títulos colgados en la pared es lo que produce que, a diferencia de 30 o 40 años atrás, la carga académica en los niños sea tan excesiva que no tienen tiempo de recreación o actividad física en el exterior. Básicamente un niño se la pasa en el colegio y posteriormente en reforzamiento para poder cumplir con los estándares sociales académicos.
Actualmente los niños prefieren estar rodeados de un campo electromagnético, donde los protagonistas son los aparatos electrónicos (celulares, computadoras, tabletas), convirtiéndose esto quizás en uno de los factores más obviados y menos valorados, pero el más incidente, y causando trastornos a nivel metabólico que incidirán en la obesidad.
En tanto, desde un punto de vista de medicina funcional, la obesidad es una manifestación de la naturaleza en contra de cualquier especie que no está a favor de su dictamen evolutivo fuera de su entorno.
Por ejemplo, desde la perspectiva del ser humano como mamífero, cuando vemos un animal que no se encuentra en cautiverio, sino que está en su hábitat, tendremos la seguridad de que ese ser vivo no sufrirá de ningún trastorno asociado a la obesidad o al sedentarismo, ya que será capaz de mantener una vida funcional a largo plazo.
Los seres humanos, a través de la tecnología, nos hemos encarcelado en un ambiente totalmente contrario a lo que realmente debemos vivir.
Como anteriormente mencionábamos, la excesiva exposición al campo electromagnético, la pantalla azul de las computadoras, tabletas, etc., crea de forma inmediata lo que se conoce como resistencia a la insulina.
La condición primaria para que una persona comience a aumentar el tejido adiposo es un estado completamente opuesto a la sensibilidad de esta hormona, es decir, que cuando una persona disminuye esta sensibilidad tendrá como resultado niveles de la insulina elevados, sin haber consumido alimento alguno.
Aterrizando lo anteriormente mencionado, todo lo que causa estrés (incluyendo los campos electromagnéticos, no dormir correctamente, mucho estrés asociado a la carga académica) provocará que nuestro cuerpo, a través de varias hormonas, comience a producir azúcar de más, creando una condición de que esta azúcar vendrá, ingerida o no, y producirá la proliferación del tamaño del tejido adiposo.
Consecuencias de la obesidad en los niños
Las principales consecuencias que tienen que ver con esta condición son los trastornos hormonales. Hoy en día vemos muchos niños que ya en avanzada edad y manifestación de crecimiento o en pleno desarrollo, no tienen características sexuales secundarias que van acordes a su edad cronológica.
Si lo vemos desde un punto de vista técnico-científico, hoy los niños tienen menos cantidad de emisiones nocturnas asociadas a la eyaculación, en el caso de los varones, en sus primeros años de la pubertad, y en las niñas usualmente vemos estos trastornos hormonales marcados por una menstruación a muy temprana edad o síndromes premenstruales anormales.
Todo esto viene dado por la distorsión de las hormonas, a consecuencia del sobrepeso y la vida tan caótica, desde el punto de vista del estrés que maneja un niño en pleno siglo XXI.
Lo peor de todo es que estos trastornos hormonales van a incidir de alguna u otra forma en el resto de sus vidas como adultos, siendo más propensos a problemas de fertilidad en el caso de las mujeres, así como la reducción de la libido y baja producción de andrógenos, especialmente la testosterona, en los varones.
CONSEJOS PARA EVITAR ESTA CONDICIÓN
Los niños son reflejo de lo que ven o dejan de ver en sus hogares. A veces a nuestras consultas llegan madres con sus hijos por accidente y en medio de la consulta me preguntan: “Juan Carlos, ¿qué haré con este niño? No pone atención, vive sumergido en el retardo del mundo electrónico, ya no sé qué hacer”. Este es el momento en que les digo: “¿Usted se ha visto en un espejo?, porque prácticamente su hijo es un reflejo de usted”.
Nuestros hijos no tienen tarjeta de crédito para ir al supermercado. Lo primero que tenemos que crear es una disciplina en la alimentación, evitando la comida chatarra, que tiene un efecto tan adictivo en los niños como la cocaína en los adultos.
La vida es equilibrio, es el yin y yang, no vamos a renegar el mundo en el que estamos viviendo, simplemente debemos tener prioridades y orden para al final lograr una vida lo más placentera posible.
JUAN CARLOS SIMÓ, COACH
Especialista en rehabilitación funcional, nutrición para transformación estética y prevención de enfermedades; entrenador de la fuerza y transformaciones de estilos de vida