Un hermano y una hermana buscaban a su hermano perdido. Un departamento de policía estaba tratando de identificar a una víctima de asesinato. Tomó 30 años, pero una revolución en la ciencia forense utilizando ADN y sitios web de genealogía finalmente conectó los puntos.
Lo mejor de la pequeña ciudad de Bucklin, Kansas, es su cementerio. La hierba está bien cortada, las tumbas bien cuidadas.
Fue aquí, el mes pasado, donde unos 20 dolientes estaban parados alrededor de un pequeño ataúd blanco para despedirse de Shawna Beth Garber.
Nadie, incluidos los que estaban allí, sabía mucho sobre Shawna: cómo era, dónde vivía o qué nombre usaba cuando murió.
La policía la había llamado Grace, porque dijeron que «sólo por la gracia de Dios» alguien descubriría quién era.
Pero gracias a una revolución en el rastreo de ADN, que está cambiando la forma en que se manejan los casos sin resolver en todo Estados Unidos, un misterio de 30 años finalmente pudo resolverse.
«Shawna»
Rob y Shawna no nacieron en un hogar normal. Él, el hermano mayor de Shawna, es un hombre tímido de 56 años y describe a su madre como «malvada».
Habla despacio, reflexionando, y elige sus palabras cuidadosamente.
No está acostumbrado a hablar de su infancia y le trae recuerdos turbulentos.
Él y Shawna fueron abusados físicamente por su madre, dice, y eso llevó a que ambos fueran puestos bajo cuidado del Estado.
Los recuerdos que tiene de su hermana pequeña son algunos los pocas buenas memorias que tiene de su primera infancia.
«Ella fue la parte más importante de mi vida», dice.
Cuando Rob tenía siete años y Shawna cinco, el abuso de su madre comenzó a escalar.
«En su mayor parte, yo era el objetivo de todo», recuerda Rob, «hasta el incidente que nos alejó de ella. Eso fue muy por encima y más allá de todo lo demás».
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