El símbolo del pez fue adoptado por los cristianos para representar a Jesucristo y manifestar su adhesión a la fe, mientras que para los judíos este es sinónimo de prosperidad. Es probable que de ahí venga la incidencia que han tenido estos animales acuáticos en la decoración del hogar de algunas personas.
Al parecer en el artista Patricio Correa también ha influido. Hace cuatro años incursionó en el mundo de la artesanía con manualidades que, a pesar de tener colores y patrones distintos unos de otros, tienen algo en común: los peces como protagonistas.
El arte que trajo la marea
Lo que para muchos es simplemente basura, para Patricio Correa representa una pieza que puede dar como resultado un adorno en forma de pez que cuente toda una historia. Este artista empedernido ha sabido llevar el reciclaje a otro nivel a lo largo de los cuatro años que tiene dedicándose a la artesanía.
Espaldares de sillas, muebles viejos y pedazos de madera que las playas y ríos traen a la orilla son algunos de los elementos más comunes que pueden verse en sus creaciones, las cuales siempre van acompañadas de un valor sentimental y una historia por contar.
“Cuando lijo una madera vieja, de una casa, por ejemplo, siempre salen a relucir colores de los que ha estado pintada antes. Esos colores, aunque no lo creas, tienen un valor sentimental para cada persona porque con ellos vienen los recuerdos de quién la pintó, quién eligió el color o quiénes vivían ahí en ese momento. Eso es lo que hace que cada pieza mía sea especial”, comenta.
El proceso creativo que conlleva cada una de sus obras es más complejo de lo que parece. A pesar de que hace entre seis y siete peces diarios, nunca se sienta a pensar en lo que hará, sino más bien es algo que se da como lo que él define como un “proceso creativo compulsivo volcánico”, que permite que con solo analizar su entorno pueda visualizar en su mente múltiples combinaciones, una distinta de la otra.
Si bien es cierto que el artista diseña piezas a la medida de cada quien, este dice no limitarse a lo que pidan sus clientes, pues le resulta mucho más interesante estudiar sus gustos para sorprenderlos.
“Hay veces que las personas me piden exactamente lo que quieren y siendo sincero yo prefiero que no lo hagan para poner a prueba mi creatividad. Cuando las personas me dan la posibilidad de hacer algo a partir de mi percepción casi siempre supero sus expectativas. Eso me encanta y no deja de sorprenderme”, dice.
No es difícil darse cuenta de que la gran aceptación que han tenido sus peces se debe a que disfruta al máximo lo que hace, tanto así que más allá de verlo como un trabajo lo considera un pasatiempo en el que se esmera al cien por ciento para que quede lo mejor posible.
“Yo trabajo con amor. Uno de los problemas que se me presenta con las personas es que a veces quieren que les despache peces en grandes cantidades, pero yo no trabajo de esa forma. Yo no puedo hacer un pez y dejarlo sencillo porque lo tengo que vender”, dice asegurando que le daría mucha tristeza saber que entregó un pez sin estar conforme con lo que hizo.
FOMENTAR LA ARTESANÍA LOCAL
Gracias a la acogida positiva que han tenido sus obras, Patricio considera que ya es momento de que en el país se abogue por la creación de una institución privada sin fines de lucro que se dedique exclusivamente a la parte cultural artesanal, y así estimular a las personas que tienen buenas ideas para que las desarrollen. “Hay muchísima gente talentosa en campos y barrios que podrían vivir meramente de la artesanía, sin embargo no tienen los recursos. Es por eso que en el país se hace necesario una institución que fomente la artesanía local”, agrega.
Valor sentimental
Más que crear piezas decorativas, el propósito de Patricio es lograr que cada vez que una persona vea uno de sus peces esté consciente de que también tiene un valor sentimental para él y para la persona para quien lo crea. Ejemplo de ello es uno de los peces que más venera: uno hecho con madera del gavetero de su madre, quien falleció hace cuatro años.
“Esas son las cosas que pueden lograrse. No es una pieza cualquiera, sino algo para que quien lo compre la valore, porque lo importante aquí no es el precio, sino el valor sentimental que tenga para cada quien”, expresa con visible nostalgia.