Hay un punto neurálgico en la entrega de Premios Soberano relacionado a la ética de algunos de los miembros que componen la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte), acreditada para la elección de nominados y ganadores.
No es un secreto para el sector artístico y de entretenimiento local que la credibilidad de la premiación ha sido erosionada con los años porque la elección de los nominados y los ganadores en algunos casos queda sujeta a la influencia de los cabilderos, que desvían lo que le pertenece a unos para satisfacer el ego de otros.
Hay «distinguidos» miembros de Acroarte que se olvidan de la institución y hasta de ellos mismos con tal de favorecer a determinados artistas para que sean nominados o reciban una estatuillas que en realidad no se merecen, pero que apetecen.
Muchas veces lo hacen simplemente por empatía con los artistas que representan y otras porque la avaricia y la sed monetaria hacen que vendan sus almas al diablo.
Para nadie es un secreto que hay cronistas que se dedican a promover artistas, actores o comunicadores que no merecen el estatus de nominados y muchos menos el de ganadores. Y gracias a ellos son nominados. Y muchas veces también son triunfadores.
Las razones de porqué prefieren faltar a la ética y a traicionar a su propia institución están evidentemente relacionadas a la corrupción personal (que no es el espíritu de Acroarte ni de la mayoría de sus miembros), de la que Acroarte como la misma sociedad pasa por momentos críticos.
Joseph Cáceres así describe uno de los tantos años en que el cabildeo ha imperado: «Pensábamos superada la etapa en que los relacionadores públicos de artistas incidían y operaban abiertamente en el seno de la asamblea de la Asociación de Cronistas de Arte para elegir a los nominados del premio Casandra».
Sobre el tema Cáceres ha abundado sistemáticamente, en diferentes años: «No criticamos ese desempeño, pero sí el hecho de que algunos no se manejen con la prudencia y la honestidad debida, contaminando de manera grosera el proceso de escogencia de los nominados».
Según Cáceres, estos cronistas operan «como un comando de campaña en medio de la asamblea, y conduciendo debates que al final de cuentas sólo tienen el propósito de favorecer a determinados artistas y productores de programas, para los cuales trabajan en base a igualas. Así no puede ser…».
Son de las situaciones recurrentes en Acroarte que afectan la premiación, restándole credibilidad y limpieza sin que los presidentes o directivos hagan mucho para evitarlo porque al final algunos de ellos también caen en esa trampa institucional.
«Ese parece ser un designio maldito en la premiación», ha dicho Cáceres, y «por más que se critique y censure, no parece tener arreglo».
Incluso, Joseph Cáceres llegó a denunciar hace un tiempo que había un cartel de cronistas para favorecer con nominaciones a los artistas que manejan sus relaciones públicas.
+ Los artistas extranjeros
Otra cuestión de ética y corrupción también fue motivo de otra columna periodística del veterano columnista del periódico El Nacional y el portal Merengala. Se refería a la invitación de artistas extranjeros, quienes al principio venían sin mayores prebendas ni beneficios para terceros.
«Lo que no contaban los cronistas es que con el tiempo esa iniciativa se iba a convertir en un negocio, en torno al cual iban a gravitar intereses que hoy día son capaces de atentar contra la misma institución y su premio, en interés de mantener y controlar la responsabilidad de gestionar la participación de artistas internacionales como invitados del premio Soberano», escribió Cáceres.
Luego agregó: «Y en ese afán se está llegando a niveles sorprendentes de injerencia y manipulación,en un afán desmedido por mantener el control de la única actividad, que aparte del presupuesto de producción, genera beneficios en la premiación».
Cáceres abundaba: «Vemos con pena y preocupación que sectores e intereses que medran en torno al Soberano estén llegando al extremo de conspirar contra Acroarte y su premio, por el hecho de que se haya dispuesto la corrección y enmienda de procedimientos inadecuados que se venían implementando cada año en el capítulo concerniente a los artistas internacionales invitados al ceremonial».
+ Posiciones éticas
La inconformidad a lo interno por cuestiones éticas llevó en abril de 2017 a los periodistas Alfonso Quiñones y José Rafael Sosa a pedir que se les expulse de manera deshonrosa de (Acroarte), argumentando que el escándalo en las nominaciones y premiaciones de ese año los avergüenzan a ambos profundamente.
«Es nuestra forma de protestar: solicitamos la expulsión deshonrosa de la asociación –lo cual será un honor para nosotros-, hasta tanto no se revierta el estado de cosas en Acroarte, y uno pueda sentirse honrado de pertenecer a esa organización», afirmaron Alfonso Quiñones y José Rafael Sosa en una carta.
Sostienen que en Acroarte un pequeño grupo se ha hecho de la Presidencia, y pretende permanecer para siempre allí, comprometiendo el prestigio de todos sus miembros…. Las candidaturas a la Presidencia se han trocado en una carrera sin ética en busca del poder».
También, agregaron, es evidente que las relaciones públicas durante este tiempo «han transgredido todo lo estipulado, convirtiendo las votaciones en un colmado donde se venden votos por libras».
+ Constantes quejas
Las maldiciones de los artistas también ha sido una constante en muchos años.
En febrero de 2019 Luis Vargas se despachó con un desahogo por el trato que, a su entender, se le ha dado a algunos artistas y que han sido ignorados tanto por la clase artística como por Acroarte.
“Me desplazo por el mundo seguro de lo que hago sin importarme que en mi país nunca he sido ni fui reconocido con ningún maldito premio que unas personas otorgan anualmente a los artistas que ellos dicen que son los más destacados sin cuestionar primero al público que son los que saben por ser los consumidores y esto lo digo más por mi hermano Yoskar Sarante, que se nos fue y que también fue como yo un artista del género que nunca se tomó en cuenta», expresó Vargas.
Rubby Pérez también explotó contra los Premios Casandra en noviembre de 2011: “En este país todo el mundo sabe que los Casandra son un negocio y grande, sino fuera un negocio no se matarán entre ellos, para la elección”.
Según Rubby, en ese entonces, tenía «más de mil e-mails de prueba, que muchos periodistas le han enviado, diciendo muchas cosas uno de otros, lo que me da la razón”.
En marzo de 2017, el salsero Yiyo Sarante no se contuvo y en plena tarima dijo: “Yo dije que no me iba a quedar callado, tienen varios años abusando… Acroarte es un nido de ladrones”. Esto lo dijo porque a su entender en las últimas ediciones hasta 2017 le habían arrebatado de las manos la estatuilla como «Salsero del Año».
Es histórica también la frase del empresario artístico Luis Medrano de que «en Acroarte hay que fumigar».