El Teatro Gayumba ha sido y es un grupo fundamental en la escena teatral dominicana y un referente en el país. Desde sus orígenes ha realizado una intensa y múltiple labor en un teatro que destaca por un despliegue de imaginación y creatividad, pero sobre todo el trabajo actoral.
Este dúo teatral integrado por Nives Santana y Manuel Chapuseaux fue creado el 18 de julio de 1976 por lo que cumple 45 años en el escenario. Durante su trayectoria ha llevado a las tablas más de 30 obras de las más diversas épocas, géneros y formatos.
Ha representado exitosamente a su país en numerosos festivales de América y Europa, convirtiéndose en el grupo teatral dominicano más reconocido internacionalmente de las últimas décadas. Además, mantuvo junto a sus giras de presentaciones, una constante labor pedagógica, formando cientos de jóvenes a nivel nacional en este quehacer y varios grupos han surgido de sus enseñanzas.
Gayumba se caracteriza por trabajar con escasos recursos de utilería y escenografías simples. El cuerpo del actor, la creatividad y la imaginación son el punto de anclaje de sus montajes. Ver a esta pareja de actores en escena era una verdadera magia donde la poesía pasaba a formar parte de su arte.
Como grupo de teatro popular independiente, su norte fue siempre el compromiso con un arte crítico. Sus montajes son un modelo tanto para directores y actores, como para los grupos que surgieron posteriormente. Con motivo de su 45 aniversario conversamos con su director Manuel Chapuseaux.
¿De qué hay que estar hecho en nuestro país para llegar a 45 años haciendo teatro, y no morir ni claudicar en el intento?
Mira, de ningún material especial. A los artistas nos encanta pintarnos como seres especiales, sacrificados, heroicos… y no, somos trabajadores como los demás. Los verdaderos héroes están en otras trincheras. Es verdad que creamos cosas nuevas y chulas, pero eso no nos da derecho a creernos seres excepcionales. Yo te puedo decir que tengo tanto tiempo haciendo esto porque me encanta, porque lo disfruto, porque me divierte muchísimo y cada día me gusta más.
¿Cómo se dio el paso de Teatro Estudiantil a Teatro Gayumba?
En un momento -1986- una parte del grupo sintió la necesidad de asumir el teatro como oficio, como profesión. Aunque el trabajo que hacíamos en el Teatro Estudiantil era muy serio y dedicado, en última instancia no dejaba de ser un pasatiempo. Entonces algunos decidimos dar el paso, separarnos del grupo y crear uno nuevo con otra orientación desde el punto de vista laboral y profesional, aunque no desde el punto de vista estético, ya que seguimos haciendo el mismo tipo de teatro que hacíamos antes.
¿Cómo ves en la distancia ese período en que el no solo fueron tú y Nives como grupo?
MC. A la distancia lo veo como un período de transición. Rómulo Rivas era todavía nuestro director, los montajes tenían el sello característico del grupo anterior… En fin, fue como el preámbulo que preparó lo que luego sería el dúo Santana-Chapuseaux.
Después de estos 45 años, ¿se siente Chapuseaux satisfecho con lo alcanzado por Gayumba?
¿Satisfecho? Pues no sé qué decirte. De algunas cosas sí y de otras no, pero todas han sido parte del camino y de la experiencia acumulada, o sea que se agradecen tanto los éxitos como los posibles fracasos.
Sus obras fueron siempre críticas con la sociedad, pero teniendo el humor como credo. ¿Ha sido el objetivo de Gayumba que el humor fuera parte de sus montajes? ¿Por qué?
Bueeeno, tanto como “credo” … Lo que pasa es que desde el mismo Teatro Estudiantil nos propusimos hacer un teatro popular, es decir, un teatro que, entre otras cosas, conectara con un público marginado, no acostumbrado a ver teatro, y el humor se mostró siempre como un recurso efectivo para llegar a ese público. Pero no fue una decisión planificada ni programática y también hemos hecho obras bastante “serias”.
¿Ha cometido errores el Gayumba como grupo de teatro?
Supongo que sí, muchísimos, pero yo prefiero recordar los aciertos.
¿En qué momento de tu carrera te encuentras en este 45 aniversario?
Desde hace ya unos años trabajo la mayor parte del tiempo como director independiente, haciendo montajes de todo tipo, desde clásicos hasta textos contemporáneos e incluso montajes comerciales. Ha sido una etapa de adaptación y aprendizaje, pero también muy gratificante y divertida.
En 2012 «El Quijote no existe» fue el último montaje que realizaron, ¿en qué está el grupo ahora?
Desde que hace diez años Nives decidió retirarse de la actuación, Gayumba ha entrado en una especie de limbo. Hicimos esa obra en la que solo actúo y, por suerte, tuvo muy buena acogida. La hemos presentado bastante tanto aquí como fuera, pero a partir de ahí no hemos vuelto a hacer nada más. Yo me resisto a dar por terminada la existencia de Gayumba porque abrigo la esperanza de que todavía se puedan poner en escena algunas otras cosas con ese nombre que tanto ha significado para mi vida teatral. Veremos.
¿Qué fue lo que más influyó en su manera de hacer teatro, o qué persona, ideología o estética más han influenciado al Gayumba?
El primer nombre que salta a la mente es, claro, el de Rómulo Rivas, nuestro director, maestro y guía inicial, quien nos enseñó a hacer el teatro que hacemos. Ahora bien, desde el punto de vista ideológico quien más ha influido en nosotros es Juan Bosch, a través del cual conocimos el marxismo, lo que nos llevó entonces a conocer y asumir a Bertolt Brecht. De modo que, resumiendo nuestras influencias en tres nombres, ahí están: Rivas-Bosch-Brecht.
¿Cuál es el denominador común de todas tus puestas en escena?
La sencillez. El interés por comunicarnos del modo más creativo posible con la menor cantidad de recursos posible. Siempre hemos huido del teatro críptico o incomprensible igual que del teatro naturalista o sobrecargado de elementos. Queremos ser disfrutados y entendidos del modo más sencillo posible…
¿De qué manera ha entrado la verdad en tus montajes? ¿Los consideras que fueron revolucionarios?
La verdad no entró de ninguna manera porque siempre estuvo en ellos. Todos los montajes de Gayumba han sido sinceros y honestos con nuestro modo de ver la vida y el teatro. ¿Revolucionarios? Esa palabra es demasiado grande y ambiciosa. Nuestros fines son más modestos.
¿Qué sigue haciendo falta para que el teatro se convierta en una necesidad de la gente y pueda esparcirse por todo el país?
Lo mismo de siempre: el respaldo del Estado. Hasta que el Estado no asuma el teatro (y el arte en general) como una necesidad y un servicio público eso no sucederá.
¿Cómo puede aprovechar el teatro este momento que vive la humanidad?
Aprovechar no sé. Navegar por él, responder a él, enfrentarse a él, eso sí lo puede y debe hacer. Pero así ha sido siempre.
¿Qué te falta por lograr, algún montaje que hayas querido hacer, algunos actores o actrices con quien hayas querido trabajar? ¿Algún sueño en carpeta?
Sí, claro que siempre hay proyectos y sueños. Así de pronto me llegan tres a la mente. Uno depende de un amigo y colega, productor y actor, con el que he trabajado en otros montajes, que hace tiempo también sueña con llevar esa obra a escena. Vamos a ver si se da. El segundo es un proyecto estrictamente personal, a medio camino entre el teatro y el “Stand Up” que está bastante avanzado en su concepción general, pero que necesita que todo esto pase y las cosas se normalicen para ver si me atrevo a hacerlo. Y el último, un proyecto que cabe perfectamente en el nombre y la estética Gayumba, es un unipersonal sobre una de las trilogías fundamentales de la dramaturgia clásica griega. La primera parte de este proyecto está prácticamente lista, a tiro de un mes de ensayo, pero para la trilogía completa se necesita un tiempo, un espacio y unos recursos con los que no cuento por ahora. Pero dicen que lo último que se pierde es la esperanza. Cuando menos lo espere aparecerá una institución o un mecenas que quiera auspiciarlo. Soñar no cuesta nada.
Y así concluimos esta entrevista con Manuel Chapuseaux, sintiendo que en nosotros, Gayumba, siempre será un grupo distanciado del olvido…