Fue un accidente con un solo fallecido, un aterrizaje forzoso de un helicóptero en un rascacielos de 54 pisos en mitad de Manhattan, cerca de Times Square y de la Torre Trump, pero a todos los neoyorquinos les vino a la memoria por unos instantes lo mismo- el fatídico 11 de Septiembre de 2001.
Y es que la primera pregunta que hacían los viandantes a los presentes en el cruce de la Séptima Avenida con la calle 51 de Nueva York era “¿qué ha pasado?”; la respuesta propiciaba una segunda- “¿Es un ataque terrorista?”.
En el recuerdo de los neoyorquinos aún permanece, casi dos décadas después, el fatídico 11 de septiembre de 2001, y el accidentado aterrizaje de un helicóptero en un rascacielos tras diez minutos en el aire, dejando un fallecido (el piloto), evocaba ayer a viandantes y turistas la trágica fecha en los primeros instantes.
Durante dos horas, las calles más céntricas de la isla de Manhattan, las que rodean la popular Times Square y a pasos del Museo de Arte Moderno, permanecieron cerradas al tráfico, con ambulancias, vehículos policiales, bomberos y unidades alejando a los curiosos y a la prensa de la esquina del edificio de 54 pisos donde cayó la aeronave, una Agusta A109E.
J. Waugh es un veinteañero que trabaja en el edificio aledaño al rascacielos impactado. Aún en shock explica que al principio pensó “que era un temblor o un tren” pasando por el subsuelo. “Mi compañero de trabajo me dijo que podría ser algo serio y miramos por la ventana”, detalla, justo antes de que los altavoces del edificio requirieran la evacuación del edificio. “Probablemente trabaje desde casa mañana para tener tiempo para relajarme, porque estoy un poco agitado”.