El presidente haitiano Jovenel Moïse rompió ayer, martes, el silencio y dijo que sería irresponsable renunciar en medio de la agitación que vive el país, que ha entrado en su quinta semana de violentas protestas diarias que han paralizado la economía y provocado el cierre de escuelas.
Moïse dijo en una conferencia de prensa sorpresiva que fue elegido constitucionalmente y que dejaría el poder sólo a través de un proceso legal, como elecciones.
Su discurso en parte fue dirigido a miles de manifestantes molestos por la corrupción, la inflación que casi llega al 20% y una disminución de provisiones básicas incluida la gasolina. Grupos empresariales, líderes religiosos y organizaciones defensoras de derechos humanos se sumaron al llamado para que renuncie el presidente.
Moïse reiteró que está dispuesto a cualquier negociación que lleve a una resolución pacífica de la crisis y que la oposición debería aceptar conversaciones con su gobierno para abordar los problemas del país. “Sin importar el tiempo que tarde, estoy abierto al diálogo. No queremos tener otro 1986″, dijo Moïse en referencia al año en que el presidente Jean-Claude Duvalier huyó de Haití después de prolongadas manifestaciones contra su régimen. Durante su discurso, Moïse dijo que Haití está “peor” que entre 2004 y 2015, los años que siguieron al derrocamiento del presidente Jean-Bertrand Aristide. Moïse habló el día en que la Misión de Apoyo a la Justicia de la ONU acabó su mandato, la primera vez desde 2004 que no hay un operativo de la ONU para mantener la paz en Haití. La Oficina Integrada de la ONU en Haití tomará su lugar con una participación consultativa.