El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, comenzó el 2020 optimista y calificó de «victorioso» su primer año de Gobierno, marcado por retrocesos en áreas como el medio ambiente, la educación y la cultura, aunque con avances en la economía.
«Que Brasil continúe siguiendo el camino de la prosperidad y que este sea un año tan victorioso para el pueblo brasileño como lo fue en 2019», escribió el presidente en su página en Twitter en el saludo de Año Nuevo que dio al pueblo brasileño.
El mandatario, quien además recalcó que en el 2020 «trabajaremos día y noche» para «cambiar el destino de nuestra nación», recibió el 2020 en el Palacio de la Alvorada en Brasilia, donde reside, y en compañía de su familia, en una decisión de último momento, ya que días atrás se había desplazado hasta la ciudad de Bahía donde había anunciado que estaría hasta el 5 de enero junto con su hija menor sin su esposa Michelle Bolsonaro.
Aunque el mandatario brasileño es optimista, el balance de su gestión en general es negativo por las políticas conservadoras que impulsó contra la educación y la cultura para enfrentar a la «vieja política» centrada en el «comunismo» y en el pensamiento de los de «izquierda».
Asimismo, por las medidas que flexibilizaron la fiscalización y los controles en materia ambiental con la excusa de incentivar el desarrollo en reservas indígenas y en la misma Amazonía, lo que ha borrado la huella que Brasil había dejado años atrás en la defensa del hábitat y el medio ambiente.
La aprobación de su Gobierno estuvo en declive consecutivo durante los primeros diez meses de mandato, pero tuvo una leve recuperación a partir de octubre con los resultados de las políticas neoliberales que aplicó en materia económica.
De acuerdo con una encuesta realizada por la firma Datafolha el índice de aprobación del Gobierno, que era del 32 % en abril, cayó al 29 % en agosto y se estabilizó en el 30 % en diciembre
Esto debido a los resultados que han dado las políticas neoliberales aplicadas en la economía del país durante su primer año de Gobierno.
El líder de la ultraderecha en Brasil impulsó una fuerte reducción del gasto, consiguió una dura reforma al sistema de pensiones y jubilaciones, casi sin oposición en el Congreso, y comenzó un agresivo plan de privatizaciones que tendrá su punto álgido este año.
Tras la crisis que vivió Brasil entre 2015 y 2016 cuando el PIB se contuvo en casi 7 puntos porcentuales, los pronósticos indican un crecimiento del producto interno bruto (PIB) del 1,2 % para el 2019 y del 2,2 % en 2020, según el Banco Central.
Luego de un primer semestre en el que rozó la recesión técnica, Brasil aceleró en la recta final, impulsado por los servicios, la industria y el sector agropecuario.
No obstante, la tasa de desempleo que en noviembre se ubicó en 11,2 % aún es muy alta y afecta a unos 12 millones de brasileños.