El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció ayer que la embajadora del país ante la ONU, Nikki Haley, abandonará el cargo al terminar el año, lo que dejará al mandatario sin una de las voces más respetadas de su gabinete apenas seis meses después de remodelar su equipo de política exterior.
La renuncia de Haley, que supo compensar con carisma su falta de experiencia diplomática y defendió con vehemencia el progresivo aislacionismo de EE.UU., fue una sorpresa para muchos políticos en Washington y diplomáticos en la ONU, que la veían como una de las pocas figuras estables en el entorno de Trump.
“Al final de este año, Nikki se irá y seguiremos en contacto constante”, dijo Trump en una comparecencia ante la prensa junto con Haley en el Despacho Oval.
“Hace probablemente seis meses me dijo: ‘Sabes, quizá a finales de año, me gustaría tomarme un tiempo de descanso’”, agregó. Sentada junto a él, Haley confirmó que había decidido marcharse en enero de 2019 porque lleva “ocho años trabajando intensamente”, si se cuentan los seis en los que ejerció como gobernadora de Carolina del Sur, y porque cree en “los límites a los mandatos”. “Creo que hay que ser lo suficientemente humilde como para saber cuándo tienes que apartarte y permitir que otra persona haga el trabajo”, agregó Haley. La diplomática, una de las figuras más populares del Partido Republicano, quiso acallar la especulación sobre sus posibles aspiraciones presidenciales, al descartar que planee desafiar a Trump y obligar a convocar unas primarias republicanas previas a las elecciones presidenciales de 2020.
“No, no me voy a presentar en 2020. Puedo prometerles que lo que haré es hacer campaña por este (Trump)”, dijo