En EE.UU., un país donde GoFundMe, la web de petición de donaciones, es utilizado como un proveedor de cobertura sanitaria y donde una simple visita médica por un catarro supone para muchos el desembolso de un mínimo de 100 dólares pese a estar asegurado, la llegada del COVID-19, del que ya hay casi 600 casos confirmados, supone una prueba de fuego que puede estallar en las manos de la autoridades en cualquier momento.
Pese a contar con algunos de los mejores hospitales, universidades y laboratorios del mundo, el sistema de salud estadounidense sirve a sus ciudadanos de manera desigual y sus a menudo exorbitantes precios (entre 2,500 y 3,000 dólares por noche de hospital) podrían estar fomentando el contagio sin detección o retrasando medidas de reducción de la movilidad que estados como Washington, California o Nueva York, los más afectados, ya están ordenando.
El número de personas sin seguro médico en Estados Unidos ronda los 27 millones (algo más del 8 % de la población), mientras que 44 millones más tienen seguros que apenas cubren costes importantes, según estimaciones del centro de estudios Commonwealth Fund. Para estas personas ir al médico es el último recurso y normalmente desemboca en hospitalización a cargo de la red pública del Medicare y Medicaid, una salvaguarda de sanidad pública para los más pobres y ancianos. Todo esto se traduce en que casi nadie accede a medicina preventiva- una encuesta de 2018 realizada por Agency for Healthcare Research and Quality estimó entonces que solo el 8 % de los estadounidenses van al médico para prevenir. En plena crisis por la extensión del nuevo coronavirus esto podría significar que muchos casos de COVID-19 no se estén detectando a tiempo y estén extendiendo la enfermedad fuera del sistema de monitoreo de las autoridades, que incluso están teniendo problemas para procurar los suficientes kit analíticos que confirmen el número real de infectados en zonas como la costa noreste de EE.UU. donde se concentran densamente unos 50 millones de personas.
Los ricos van pronto al méxico.- Phil Verhoef, doctor en una unidad de cuidados intensivos de Hawaii, explicaba hoy en una columna de opinión el USA Today que los estadounidenses “no están preocupados solo por contraer el coronavirus, sino por facturas médicas inesperadas (…) Antes que coronavirus para todos, yo receto Medicares (sanidad pública) para todos”.
No parece casualidad que los tres primeros condados en reportar casos de coronavirus en el estado de Nueva York hayan sido los tres que mayor ingreso medio tienen-Manhattan (dentro del condado de Nueva York), Westchester y Nassau. “Aquí la gente no va al médico si no se lo puede permitir. Y durante una crisis infeccionsa como esta, eso significa que los potenciales portadores del virus no son chequeados si están experimentando los síntomas”, alertó ayer en una carta a sus seguidores el senador progresista Bernie Sanders, candidato demócrata a la presidencia y promotor de adoptar una sanidad pública “a la europea”.
En Estados Unidos los empleadores no tienen que garantizar la baja por enfermedad pagada, por lo que muchos siguen acudiendo al trabajo enfermos o se arriesgan a perder su trabajo o no recibir ingresos, algo que estados como Nueva York quiere atajar con una nueva legislación de urgencia que obligará a pagar bajas a aquellos que sean puestos en cuarentena (normalmente dos semanas).