La pandemia de la COVID-19 ha dejado en Latinoamérica y el Caribe un récord histórico de 41 millones de desocupados, agravado además por los altos niveles de informalidad que han impedido que las medidas de protección adoptadas por sus Gobiernos funcionen a cabalidad.
Así lo reveló este miércoles el director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, Vinicios Pinhero, quien subrayó que el confinamiento y el cierre de las economías de Latinoamérica y el Caribe han causado «un récord histórico, la cifra más alta de desocupación», desde que hay registros.
Una tasa de desocupación de 13 %, respecto al 8.1 % de 2019, es «bastante importante y sin precedentes en la historia», acotó Pinhero durante la presentación del «Panorama Laboral en tiempos de la COVID-19: Impactos en el mercado de trabajo y los ingresos», informe realizado por el organismo para analizar la situación del empleo en la región.
15 MILLONES NUEVOS DE DESOCUPADOS
El director precisó que a los 26 millones de desocupados que buscaban empleo en la región antes de la pandemia se han sumado «15 millones de personas más que han perdido su empleo» durante estos meses de cuarentena.
Esto representa «una caída bruta de la tasa de ocupación en todos los sectores», expresó.
El reporte de la OIT subraya además que un 40 % del total del empleo en la región se desarrolla en sectores económicos de alto riesgo, como el alojamiento, comida y comercio, mientras que otro 17 % lo hace en sectores de riesgo medio-alto, en los que se requieren un menor nivel de capacitación.
Por ejemplo, en Chile, la tasa de desocupación subió al 11.2 %, de marzo a mayo de 2020, mientras que en Lima esta llegó al 13.1 % en el mismo trimestre, de acuerdo a las cifras reflejadas en el documento.
Además, América Latina y el Caribe es la región con mayor contracción en las horas de trabajo en todo el mundo, del orden del 20 %, equivalente a 55 millones de puestos de trabajo a tiempo completo, considerando una semana de 40 horas promedio.
ALTO NIVEL DE INFORMALIDAD
Pinheiro atribuyó este resultado en Latinoamérica a «los altos niveles de informalidad», que generarán empeoramiento de las condiciones de trabajo y de los niveles de pobreza.
A diferencia de Europa y Asia, «donde el aislamiento ha funcionado bien en algunas partes», en Latinoamérica «no fue posible controlar, porque hay una población que no puede generar ingresos para sustentar el aislamiento», afirmó Pinheiro en una teleconferencia realizada desde la sede regional en Lima.
«La informalidad ha sido una barrera estructural para la crisis», apuntó.
En ese sentido, el responsable de la OIT en la región afirmó que «se espera un aumento muy grande» en el nivel de la informalidad laboral en los próximos meses, que estaba en torno al 51 % hasta el año pasado.
Sin embargo, Pinheiro alertó que «de ninguna manera se puede utilizar la pandemia para precarizar el empleo, no puede ser excusa para el empeoramiento de las condiciones laborales».
«Creo que la clave para balancear los puntos económicos y sanitarios (de esta crisis) es tomar medidas que contengan la pandemia, como son los protocolos de salud y seguridad en el trabajo», recomendó.
LARGA Y LENTA RECUPERACIÓN
El director de la oficina para el Cono Sur de la OIT, Fabio Bertranou, declaró que «hay una gran incertidumbre sobre cómo va a ser la recuperación económica» y sobre el tiempo que va a tomar esa reactivación de las actividades productivas.
«Si se observan las crisis anteriores, la recuperación demoró una década después de la crisis de deuda en los años ochenta, y la crisis mexicana, en 2008, también generó un largo período para que se pudieran recuperar las tasas de empleo», anotó Bertranou.
El representante incidió en que «estamos enfrentando un periodo de recuperación que va a llevar un tiempo, por eso estamos haciendo un llamado a la acción para que los gobiernos instrumenten medidas para reducir el impacto de largo plazo, así como políticas para que el retorno al trabajo pueda ser seguro y saludable».
En ese sentido, remarcó la necesidad de aplicar instrumentos de protección laboral, como los seguros de cesantía, que países como Paraguay, Ecuador y Perú han mostrado interés en adoptar.