Atónitos, insomnes y estoicos, los habitantes de Beirut emergieron ayer miércoles después de una explosión catastrófica para buscar familiares desaparecidos, vendando sus heridas y recuperando lo que quedaba de sus hogares.
En la capital libanesa se escuchaban las sirenas de las ambulancias y el crujir de vidrios rotos y escombros. Casi nada quedó intacto después de la explosión, que destruyó el puerto y dejó una ola de devastación por todo el centro de la ciudad.
Elegantes edificios, distritos comerciales de moda y largos tramos del famoso paseo marítimo se redujeron a escombros tras la enorme explosión del martes.
La explosión parece haber sido causada por un incendio en una bodega de fuegos artificiales en el puerto donde había nitrato de amonio almacenado desde 2013. Muchos atribuyen la catástrofe a la clase política del país y para otros fue la gota que colmó el vaso después de décadas de corrupción y negligencia.
Al menos 135 personas murieron y más de 5,000 resultaron heridas. Se esperaba que el número de muertos aumente a medida que se remueven escombros.
“Beirut se ha ido”, dijo Mohammed Saad, un conductor que avanzaba por las calles destrozadas.
“No nos merecemos esto”, declaró Riwa Baltagi, de 23 años, quien ayudaba a sus amigos a recuperar objetos de valor de sus hogares demolidos. Algunos de los daños más graves se produjeron en los arbolados vecindarios de Mar Mikhael y Gemayzeh, donde la explosión dañó algunos de los pocos edificios históricos que sobrevivieron a la guerra civil de 1975-1990. Los balcones cayeron a la calle, donde tiendas y restaurantes quedaron sepultados.
“No tengo a dónde ir”, dijo una mujer mientras lloraba en lo que quedaba de su hogar en Gemayzeh. “¿Qué se supone que haré?”
Había muebles y cojines esparcidos por las calles en medio de interminables fragmentos de vidrio. El daño era palpable en el popular distrito comercial de Hamra y en el aeropuerto internacional al sur de la ciudad. La explosión se pudo sentir hasta Chipre, una isla del Mediterráneo a unos 200 kilómetros (120 millas) de distancia.
Pocos lamentaron el daño en la sede de la compañía eléctrica estatal, un símbolo de la corrupción y la mala gobernanza que ha asolado al Líbano desde el final de la guerra.
“Son tan irresponsables que terminaron destruyendo Beirut”, dijo Sana, una maestra jubilada que se preparaba para abandonar su departamento dañado en Mar Mikhael. “Trabajé durante 40 años para hacer esta casa y ellos la destruyeron en menos de un minuto”.
Después de una reunión gubernamental, el gabinete ordenó el arresto domiciliario de un número no especificado de funcionarios del puerto y declaró el estado de emergencia durante dos semanas con plenos poderes para las fuerzas armadas.
Solidaridad
El Ayuntamiento de la ciudad israelí de Tel Aviv se iluminó ayer con los colores de la bandera del Líbano, como muestra de solidaridad tras la explosión de antier en el puerto de Beirut, que causó más de un centenar de muertos y alrededor de 5,000 heridos.