La relación entre China y EE.UU. es una de las relaciones bilaterales más importantes en el mundo. Defender y estabilizar los lazos China-EE.UU. resulta en una necesidad primordial no sólo para el bienestar de nuestros dos pueblos y los pueblos del resto del mundo, sino también para la paz, la estabilidad y el desarrollo mundiales. Ya en 2014, el Presidente Xi Jinping afirmó que tanto la historia como la actualidad han comprobado que la cooperación beneficia a ambos mientras que la confrontación daña a los dos. Juntos, China y EE.UU. pueden hacer grandes cosas en beneficio de los dos países y del mundo en general, mientras que la confrontación entre sí, sin duda alguna, desembocaría en desastres inevitables para todos. Ambas partes deben ponerse en suficiente altura para tener una visión de largo alcance, aunar esfuerzos por fortalecer y persistir en la cooperación y evitar la confrontación en aras de beneficiar a sí mismos y al mundo entero. En las cartas mutuas entre los dos Jefes de Estados con motivo del 40° aniversario de relaciones diplomáticas, el Presidente Xi Jinping señaló que en cuatro décadas, las relaciones binacionales han superado muchas vicisitudes para lograr avances históricos, generando extraordinarios beneficios a los dos pueblos y al mismo tiempo haciendo enormes contribuciones para la paz, estabilidad y prosperidad mundiales. La historia ya ha puesto de pleno manifiesto que la cooperación es la mejor opción para los dos. La parte de EE.UU. también ha reconocido los gigantescos progresos obtenidos en los vínculos sino-estadounidenses a lo largo de estas décadas.
El mundo está atravesando grandes cambios poco vistos en cien años, y la paz y el desarrollo siguen siendo los temas principales de la era. Defender la paz mundial y promover el desarrollo compartido constituyen una responsabilidad y misión común de China y EE.UU.. Ambos países deben tratar y manejar adecuadamente las relaciones entre sí y encontrar una forma de convivencia armoniosa pese a las diferencias. Justamente por eso, ambas partes han acordado construir un nuevo tipo de relaciones entre países grandes, caracterizado por no conflicto, no confrontación, respeto mutuo y cooperación de ganancia compartida. La actual administración norteamericana, cuando empezó su mandato, también ha aceptado construir junto con China los lazos basados en la coordinación, la cooperación y la estabilidad.
Sin embargo, recientemente algunos políticos estadounidenses han fabricado teorías absurdas y han lanzado insidiosos ataques contra el Partido Comunista de China (PCCh) y nuestro sistema político, tergiversando de mala fe y negando cabalmente la trayectoria real de relaciones sino-estadounidenses de cerca de 50 años. Con sus mentiras, pretenden engañar al pueblo norteamericano y la opinión pública internacional. Toda la comunidad internacional es testigo de las provocaciones unilaterales de la administración norteamericana y de su equivocación de acometer una serie de retóricas y acciones para intervenir en los asuntos internos de China, atentar contra nuestros intereses y perjudicar gravemente los lazos bilaterales, todo lo cual ha derivado en la situación más compleja y severa desde el establecimiento de los lazos diplomáticos. Al respecto, el gobierno chino ha expuesto clara y explícitamente nuestra posición y ha dado una contundente respuesta en firme salvaguardia de nuestra soberanía, seguridad e intereses de desarrollo y para defender y estabilizar las relaciones bilaterales.
El sano y estable desarrollo de las relaciones entre China y EE.UU. atañe al presente y el futuro de ambos países y el mundo y responde a la aspiración común de ambos pueblos y los del mundo. Por ende, no es permisible dejar que un puñado de políticos de EE.UU., en busca de sus mezquinos intereses personales, lleven estas relaciones a peligros de tal magnitud.
I
Los pueblos de China y EE.UU. están unidos por contactos amistosos de larga data y lucharon hombro con hombro en la Guerra Antifascista Mundial. En 1949, bajo el liderazgo del PCCh, el pueblo chino logró la emancipación y fundó la República Popular China. El Presidente Mao Zedong declaró solemnemente que el pueblo chino se ha puesto en pie.
Desde la fundación de la Nueva China, sobre la base de igualdad, beneficio mutuo y respeto recíproco de la soberanía y la integridad territorial, China estableció sucesivamente relaciones diplomáticas con un buen número de países. No obstante, debido a la equivocada política de EE.UU. de no reconocer a la República Popular China, los dos países se quedaron mutuamente aislado y hostil el uno al otro durante largo tiempo. Sin embargo, el avance de la historia y el progreso de los tiempos son corrientes imparables de la época. Los pueblos de China y EE.UU. siempre profesan sentimientos afectuosos entre sí y nunca se detienen en procurar intercambios amistosos y cooperación beneficiosa. En 1970, el Presidente Mao Zedong, en una entrevista le dijo al periodista estadounidense Edgar Snow: «Tarde o temprano, China y EE.UU. establecerán relaciones diplomáticas. ¿Acaso ambos pueden quedarse sin lazos diplomáticos por cien años?» El Presidente Nixon también señaló en 1970 que: «El mejoramiento de nuestras relaciones con Beijing sin duda alguna nos beneficiará y asimismo contribuirá a la paz y la estabilidad de Asia y del resto del mundo.» Con una visión clarividente, el Presidente Mao Zedong y el Premier Zhou Enlai adoptaron la decisión e hicieron gestiones personales por la «diplomacia del ping-pong» entre China y EE.UU., y seguida por la visita secreta a China en julio de 1971 del Dr. Henry Kissinger. Poco a poco, la normalización de vínculos diplomáticos entre ambos países se convirtió en una tendencia abrumadora.
En febrero de 1972, a invitación del Premier Zhou Enlai, el Presidente Nixon realizó una visita a China que «rompió hielos» y entre ellos se hizo un «apretón de manos a través del Océano Pacífico». En su brindis en el banquete de bienvenida en el Gran Palacio del Pueblo, el Presidente Nixon manifestó: «He venido aquí por los intereses de mi pueblo. Como ustedes confían profundamente en su sistema, nosotros, también en el nuestro. Lo que nos reúne aquí no es la misma convicción sino los mismos intereses y deseos. Así que no hay razón para que seamos enemigos. Ahora llega el momento de que ambos pueblos avanzamos hacia grandes perspectivas para construir un mundo nuevo y mejor.» Y los líderes chinos subrayaron que China y EE.UU. necesitan tener mente lúcida sobre sus discrepancias y trabajar mucho por buscar terrenos comunes para dar un nuevo inicio a las relaciones binacionales.
El Comunicado de Shanghai emitido por ambos países durante la visita del Presidente Nixon, además de los puntos comunes, reconoció de manera sincera sus divergencias, señalando explícitamente que China y EE.UU. guardaban diferencias esenciales en cuanto a sus respectivos sistemas sociales y políticas exteriores, afirmando que con independencia de los sistemas sociales, todos los países deben manejar sus relaciones a la luz de los principios del respeto a la soberanía y la integridad territorial, no agresión, no intervención en los asuntos internos, igualdad y beneficio recíproco, y convivencia pacífica. Ambas partes también manifestaron que la normalización de sus relaciones estaba en sintonía con los intereses de todos los países. En ese documento histórico queda constatado nítidamente el importante consenso entre China y EE.UU. de tratar sus vínculos binacionales con apego al principio de respeto mutuo, trato en pie de igualdad y busca de terrenos comunes por encima de las divergencias. El Comunicado de Shanghai pone de pleno manifiesto el espíritu del propósito y el principio de la Carta de la ONU y concuerda con las normas básicas que rigen las relaciones internacionales.
Desde la visita secreta de Kissinger hasta la visita oficial del Presidente Nixon a China, ambos países dieron un paso relevante hacia la normalización de sus relaciones. Luego, la administración de Jimmy Carter, aceptó los tres principios planteados por China consistentes en «rompimiento de lazos diplomáticos con Taiwan, retirada de tropas de la Isla y derogación del Tratado de Defensa con Taiwan», y acordó con China el tratamiento adecuado del problema de Taiwan. El Comunicado Conjunto sobre el Establecimiento de Relaciones Diplomáticas dado a conocer por China y EE.UU. el 16 de diciembre de 1978 declaró que EE.UU. reconoce al gobierno de la República Popular China como el único gobierno legítimo que representa China, y, en este marco, el pueblo estadounidense mantiene con la población de Taiwan los lazos culturales, comerciales y otros vínculos de carácter no oficial. El 1° de enero de 1979, ambos países formalizaron sus relaciones diplomáticas.
En todo el proceso de la normalización de relaciones que va desde el «rompehielos» hasta el establecimiento de lazos diplomáticos, los líderes y estadistas de la vieja generación de ambos países como Mao Zedong, Zhou Enlai y Deng Xiaoping, y Nixon, Carter y Kissinger, con su extraordinaria visión estratégica y excepcional coraje político, tomaron la histórica decisión política, partiendo de los intereses fundamentales de ambos pueblos y superando las diferencias ideológicas y de sistemas sociales. El Comunicado de Shanghai, el Comunicado Conjunto sobre el Establecimiento de Relaciones Diplomáticas y el Comunicado de 17 de agosto, dedicado a resolver prioritariamente el legado problema de ventas de armas estadounidenses a Taiwan, implantaron el principio de una sola China, reafirmaron el respeto mutuo, el trato en pie de igualdad y la busca de terrenos comunes por encima de las divergencias como norma para tratar las relaciones binacionales, y cimentaron la base política de los lazos sino-estadounidenses.
Los hechos históricos sugieren que China siempre ha perseverado en el liderazgo del Partido Comunista de China, ha seguido invariablemente el camino del socialismo y las relaciones entre China y EE.UU., desde su comienzo, se han estado siempre en el reconocimiento y respeto mutuo a los respectivos sistemas sociales. Actualmente, algunos políticos estadounidenses alegan que EE.UU., al acercarse a China y establecer lazos diplomáticos con China, tenía como objetivo de cambiar China, y que esta política ha sido un fracaso total. Acusan falsamente a China de haber engañado a EE.UU. por muchos años, y no escatiman esfuerzo en lanzar campañas de confrontación ideológica a tenor de la mentalidad de guerra fría. Se trata de una tremenda desacreditación de los enormes esfuerzos y aportes que vienen haciendo los diversos sectores de ambos países en aras de impulsar el desarrollo de los vínculos sino-estadounidenses. Pero, los hechos son los hechos y la historia no acepta ninguna tergiversación. Debemos mantener una actitud responsable ante la historia y el pueblo, rechazar la falsificación, resaltar la honestidad y restaurar la verdadera historia tal como lo es, para salvaguardar en común la base de las relaciones sino-estadounidenses y proteger la amistad entre ambos pueblos. En caso contrario, se defraudaría a la historia y las expectativas de los pueblos.
II
Tras el establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y EE.UU., gracias a los esfuerzos aunados, los vínculos binacionales han superado las tempestades y altibajos, logrando avances históricos. Han traído enormes beneficios para ambos pueblos y fomentado de manera significativa la paz, la estabilidad y el desarrollo del mundo. La cooperación sino-estadounidense siempre se caracteriza por el beneficio mutuo y la ganancia compartida, y los 41 años de vinculaciones sino-estadounidenses han beneficiado tanto a los dos países como al mundo entero.
A partir de la reforma y apertura, bajo el liderazgo del PCCh, el pueblo chino, a base de nuestra propia laboriosidad y sabiduría, ha conquistado extraordinarios éxitos de desarrollo. En este proceso, el rápido crecimiento de China ha sido posible gracias al intercambio y la cooperación con el resto del mundo, y a su vez, ha brindado una inagotable fuerza motriz del crecimiento e importantes oportunidades a EE.UU. y los demás países. El volumen comercial bilateral se ha multiplicado por más de 200 veces en comparación con el del inicio de las relaciones diplomáticas, mientras que las inversiones recíprocas han crecido desde cero hasta aproximadamente los 240 mil millones de dólares. Los productos chinos de buena calidad a buen precio han traído beneficios tangibles para los consumidores estadounidenses. De igual manera, las empresas estadounidenses han sacado abundantes ganancias del inmenso mercado y el excelente entorno de negocios de China.
El intercambio de personal entre las dos partes se ha incrementado de apenas miles de personas hasta más de 5 millones de personas. Y los estudiantes chinos en EE.UU. han sumado más de 400 mil. Ambos países tienen 50 pares de provincias hermanas y 227 pares de ciudades hermanas. Del huracán Catarina en 2005 al terremoto extremadamente grave de Wenchuan en 2008, el pueblo chino y el estadounidense sentían en carne propia el desastre que azotó a la otra parte y se ayudaron en solidaridad recíproca. Desde la aparición de COVID-19, los diversos círculos sociales de China y EE.UU. han venido ayudándose mutuamente. Las provincias, ciudades, empresas e instituciones concernientes de China han donado mascarillas, trajes protectores y otros equipos médicos a los estados, municipios, comunidades y ciudadanos estadounidenses afectados por la enfermedad, y han suministrado una considerable cantidad de insumos médicos a EE.UU..
China y EE.UU., en conjunto con los demás países, se han dedicado a salvaguardar la paz, la seguridad y el desarrollo del mundo, manteniendo una estrecha comunicación y coordinación en los temas regionales candentes como la Península Coreana, Afganistán y Medio Oriente, e impulsando el proceso de solución política de dichas cuestiones. Además, han desplegado una fructífera cooperación en los ámbitos como la lucha antiterrorista, la no proliferación, la lucha contra drogas, la prevención y el control de enfermedades, la reducción de la pobreza, el mantenimiento de la paz, y la lucha contra el abuso y el contrabando de fentanilo. En 2001, después del ataque terrorista de 11 de septiembre, el Gobierno y el pueblo chinos expresamos a primer tiempo nuestra solidaridad al Gobierno y el pueblo estadounidenses. Además, los dos países han fortalecido la coordinación y la cooperación en la lucha antiterrorista y la prevención de la proliferación. Asimismo, China siempre subraya el rechazo al doble o múltiple rasero en la lucha contra el terrorismo. Frente a la crisis financiera asiática en 1997 y la crisis financiera internacional en 2008, China, EE.UU. y los demás países concernientes aunaron esfuerzos para abordarlas de manera adecuada, aportando así importantes contribuciones a la salvaguardia de la estabilidad financiera internacional y el fomento de la recuperación económica mundial. Gracias a los esfuerzos mancomunados de China, EE.UU. y otros países pertinentes, se suscribió el Acuerdo de París, fomentando la cooperación mundial sobre cambio climático. Además, los dos países han desarrollado una buena cooperación en los proyectos de seguridad alimentaria en Timor Oriental, la capacitación a los diplomáticos afganos y la lucha contra el Ébola en África, dando buenos ejemplos de la colaboración en fomento de la construcción de capacidad de terceros países.
Desde luego, a lo largo de estos 41 años, las relaciones binacionales no siempre se desenvuelven viento en popa, también han sufrido tempestades y reveses graves. Los dos países siempre saben mantener una visión histórica y de conjunto, controlan las contradicciones y divergencias y abordan adecuadamente los temas sensibles, logrando preservar el ímpetu general de desarrollo estable de las vinculaciones bilaterales. Los hechos han demostrado que no existe impasse insuperable entre China y EE.UU., y la clave estriba en tener la sinceridad de mantener el respeto mutuo, tratarse en pie de igualdad y buscar el terreno común dejando de lado las diferencias, así como asumir la responsabilidad ante la historia y los pueblos.
Echando una mirada retrospectiva a los 41 años de relaciones sino-estadounidenses, podemos sacar muchas valiosas experiencias históricas: Primero, debemos siempre considerar y abordar estas relaciones enfocándonos en los intereses comunes de ambos pueblos y de todos los pueblos del mundo y del futuro de toda la humanidad, trabajando por el bien de ambos países y de todos los países del mundo. Segundo, debemos siempre perseverar en el rumbo acertado de estas relaciones, reconociendo el hecho de que tenemos más intereses comunes que discrepancias. Tercero, debemos siempre controlar las discrepancias de manera constructiva, observando estrictamente los principios y el espíritu de los tres Comunicados Conjuntos China-EE.UU. y respetando los respectivos intereses cardinales y preocupaciones fundamentales. Cuarto, debemos siempre dedicar constantes esfuerzos en ampliar la cooperación binacional con apego al principio de cooperación de ganancia compartida, en aras de mayor bienestar de ambos países y del mundo entero. Estas experiencias provechosas fueron útiles en el pasado, lo son ahora, y lo serán también en el futuro.
III
Las relaciones sino-estadounidenses se encuentran frente a nuevas circunstancias internacionales y domésticas. Con este trasfondo, para salvaguardar y estabilizar estas relaciones, se debe adoptar una actitud correcta de respetar la historia, avanzar junto con los tiempos, dar continuidad a las buenas prácticas y abrir nuevos horizontes, en vez de distorsionar y negar la historia y dar marcha atrás.
En la actualidad, se acelera la evolución de los grandes cambios nunca vistos en el último centenario, se incrementan notablemente la inestabilidad e incertidumbres en la situación internacional, y COVID-19 supone nuevos desafíos a la seguridad y el desarrollo de los países. Entretanto, con la interconexión de las economías del mundo y el avance vertiginoso de la ciencia y la tecnología, la humanidad ha pasado a ser una comunidad que comparte el mismo futuro, y el mundo se ha convertido en una aldea global interdependiente, donde ningún país se salva solo. Tal como señaló el Presidente Xi Jinping en su importante intervención en la sede de las Naciones Unidas en Ginebra en 2017, nuestro planeta tierra es único en el universo y es el hogar compartido de la humanidad, la que no tiene otra opción sino valorarlo y cuidarlo. Los países del mundo deben impulsar conjuntamente la construcción del nuevo tipo de relaciones internacionales y la comunidad de futuro compartido de la humanidad.
El mundo es de múltiples colores. Los países del mundo, con sus diferentes historias, culturas, sistemas políticos y modos de desarrollo, van por caminos de desarrollo que están acordes con sus propias realidades nacionales. Respetamos el camino de desarrollo elegido por cada uno de los países y esperamos que todos tengan éxito. China sigue firmemente el camino de socialismo con peculiaridades chinas, cuyo rasgo más esencial es la dirección del PCCh. Firme en este camino, China ha conquistado enormes éxitos y hecho importantes contribuciones para salvaguardar la paz y estabilidad mundiales y promover el desarrollo conjunto de todos los países. Algunos políticos estadounidenses, por su arrogancia e ignorancia, interfieren arbitraria y brutalmente en los asuntos internos de otros países violando la Carta de las Naciones Unidas y las normas básicas que rigen las relaciones internacionales. Están condenadas al fracaso las intentonas de EE.UU. de difamar el sistema político chino y sembrar cizañas entre el PCCh y el pueblo chino. Deberían comprender que la posición dirigente del PCCh es una opción de la historia y del pueblo, y cuenta con el sólido respaldo y apoyo de los 1.400 millones de chinos. El PCCh siempre toma como sus metas de lucha las aspiraciones del pueblo por una vida mejor, lo cual es justamente la razón fundamental por la que cuenta con el firme apoyo del pueblo. Esos políticos estadounidenses, mientras más intentan minar los lazos de uña y carne entre el PCCh y el pueblo chino, más indignación suscitarán entre el pueblo chino, y harán que éste avance con mayor pujanza bajo la firme dirección del PCCh. Cabe señalar también que, en una sociedad tan informatizada como la de hoy, el pueblo chino tiene explícitos y profundos conocimientos sobre el mundo y EE.UU., es capaz de hacer justos juicios y no se deja engañar fácilmente por algunas personas de EE.UU.. No estamos interesados en interferir en los asuntos internos de EE.UU., y de igual manera, la parte estadounidense debe respetar la decisión de China sobre su propio camino de desarrollo. Los legítimos derechos del pueblo chino al desarrollo de su país y a una vida mejor deben ser respetados. Toda pretensión de privar al pueblo chino de su derecho al desarrollo equivale soñar despierto. El pueblo chino es sumamente confiado en sí mismo, y la comunidad internacional es plenamente consciente sobre esto.
Hoy en día, el pueblo chino, estrechamente unido en torno al Comité Central del PCCh con el camarada Xi Jinping como núcleo, está esforzándose incansablemente por materializar los objetivos de lucha fijados para los Dos Centenarios. China sigue inquebrantablemente un camino del desarrollo pacífico y espera que los demás países hagan lo mismo. China se compromete firmemente en establecer un nuevo tipo de relaciones internacionales y construir una comunidad de futuro compartido de la humanidad y un mundo donde reina la paz duradera, la seguridad universal, la prosperidad compartida, la apertura, la inclusión, la limpieza y la hermosura. China persevera invariablemente en la profundización de reforma y apertura y abrirá cada vez más sus puertas. China fortalecerá invariablemente la cooperación de beneficio mutuo con los demás países para impulsar juntos la construcción de alta calidad de la Franja y la Ruta, así como su construcción en el ámbito de Salud para llevarla hacia una comunidad humana de salud para todos. En la primera mitad de este año, la economía china ha tenido un desempeño mucho mejor que lo previsto pese a los grandes impactos por COVID-19, dejando plena constancia de su resiliencia y potencial. Tal como señaló el Presidente Xi Jinping, la economía china no es un pequeño estanque sino un vasto océano y las tempestades pueden poner patas arriba a un pequeño estanque, pero no al océano. Damos bienvenida a las empresas estadounidenses y de otros países a hacer negocios e inversiones en China y seguimos proporcionándoles un ambiente de negocios más propicio.
China mantiene políticas y posiciones altamente estables y consecuentes sobre las relaciones sino-estadounidenses. Nos dedicamos a desarrollar las relaciones bilaterales de no conflicto, no confrontación, respeto mutuo y cooperación de ganancia compartida. Al mismo tiempo, defendemos resueltamente nuestra soberanía, seguridad e intereses de desarrollo. Como objetivo fundamental de su desarrollo, China procura una vida mejor para el pueblo chino, y trata de hacer más contribuciones a la paz, la estabilidad, el desarrollo y la prosperidad tanto de la región como de todo el mundo. El diálogo y la cooperación entre China y EE.UU., en vez de ser un camino de sentido único o favores unilaterales, están basados en igualdad y beneficios mutuos. China es un país que aboga por los principios, la razón y la credibilidad, así como el respeto mutuo y la cooperación de ganancia compartida. La comunidad internacional ha manifestado con toda claridad su expectativa por el desarrollo sano y estable de las relaciones sino-estadounidenses en vez de una confrontación entre los dos países. Algunos políticos estadounidenses, partiendo de sus propios intereses egoístas, intimidan y presionan otros países para que tomen partido, lo que ha suscitado una fuerte repugnancia en la comunidad internacional. Las intentonas de estos políticos estadounidenses jamás saldrán con la suya.
IV
China y EE.UU. deben tomar una altura estratégica y una visión largoplacista, y manejar de manera adecuada el rumbo de desarrollo de las relaciones binacionales, asumiendo las responsabilidades ante la historia y sus pueblos. Deben intensificar el contacto, el diálogo y la comunicación teniendo en consideración los intereses fundamentales de los pueblos de ambos países y del resto del mundo. Le incumbe a EE.UU. trabajar junto con China para promover los lazos sino-estadounidenses basados en la coordinación, la cooperación y la estabilidad, reencauzándolos a la vía acertada.
La comunidad internacional ha de seguir reforzando la cooperación contra COVID-19. Las epidemias no saben de fronteras ni razas, y son enemigo común de la humanidad. En este sentido, la cooperación solidaria entre todos los países es el arma más poderosa y la única manera para vencerlas. China apoya a la comunidad internacional a intensificar la cooperación antiepidémica bajo el liderazgo de la OMS, y hacer todos los esfuerzos para lograr lo antes posible la victoria sobre la batalla. El pueblo chino desea sinceramente que se controle cuanto antes la expansión del virus en EE.UU., y de esta manera, se mitiguen las pérdidas que causa a su pueblo. Esos políticos estadounidenses deben dejar inmediatamente de politizar el virus, utilizarlo para estigmatizar a otros y achacar a China la culpa. EE.UU., como un país grande, tiene que asumir sus correspondientes responsabilidades ante su propio pueblo y ante todo el mundo, y promover junto con la comunidad internacional la cooperación antiepidémica global para salvar las vidas humanas.
Un país debe respetar los intereses vitales y preocupaciones fundamentales del otro. Las cuestiones relacionadas con Taiwan, Hong Kong, Tíbet y Xinjiang son de intereses medulares de China que afectan a su soberanía estatal y su integridad territorial. La parte china exige seriamente a EE.UU. que trate esos temas de manera prudente y apropiada, y cese inmediatamente sus intervenciones en los asuntos internos de China. Hemos tomado y seguimos tomando contramedidas resueltas y necesarias para responder a las retóricas y conductas estadounidenses que perjudican los intereses vitales de China. China tiene la inquebrantable determinación de defender la soberanía nacional, la seguridad y los intereses de desarrollo del país.
Se nos exige evitar hacer juicios estratégicos erróneos y controlar las discrepancias. La cooperación de ganancia compartida constituye la única opción acertada tanto para China como para EE.UU.. La parte estadounidense debe abandonar la mentalidad de guerra fría y las prácticas erróneas de suma cero. Ambas partes necesitan llevar a cabo diálogo y comunicación en las diversas áreas, y para tal efecto, China siempre mantiene abierta su puerta. Ambas partes deben promover la cooperación mediante comunicación y abordar adecuadamente las divergencias a través de diálogos.
Se nos exige ensanchar la cooperación mutuamente beneficiosa en los diversos campos. Esperamos que EE.UU. haga una mayor coordinación con China con miras a crear condiciones favorables para la implementación de la primera fase del Acuerdo Comercial China-EE.UU.. La parte estadounidense debe poner fin a todo proceder matonista contra empresas chinas, y proporcionarles un ambiente equitativo, abierto y no discriminatorio para su operación e inversión en EE.UU.. Les corresponde a ambas partes ensanchar intercambios y cooperación en áreas como energía, aplicación de la ley, lucha contra las drogas, así como intercambios a nivel territorial y en el campo cultural-humano. Los dos ejércitos, por su parte, deben intensificar contactos e intercambios, y utilizar bien el mecanismo de confianza mutua en aras de convertir las relaciones militares de ambos países en un factor estabilizador de los lazos bilaterales. Ambos países también necesitan seguir desplegando coordinación y cooperación en los temas internacionales y regionales relacionados con la Península Coreana, Afganistán, Oriente Medio, la seguridad cibernética, el cambio climático y la salud pública, con vistas a llevar mayor beneficio a los pueblos de ambos países y del mundo entero a través de la cooperación entre China y EE.UU. y entre todos los países.
Se nos exige defender la base popular de los lazos binacionales. La amistad sino-estadounidense, cultivada con toda dedicación por ambos pueblos durante ya décadas, requiere nuestro doble cuidado. Vemos que cierta fuerza anti-China en EE.UU. está abusando del concepto de seguridad nacional para obstaculizar deliberadamente el normal intercambio binacional y embaucar intencionadamente la opinión pública con el propósito de acarrear daños irreversibles a los vínculos bilaterales. Las personas perspicaces de EE.UU., conocedoras de la importancia de estos lazos y la amistad entre ambos pueblos, han manifestado su rechazo a las acciones perversas de la fuerza anti-China. Los lazos amistosos entre nuestros pueblos no se cortarán por las maniobras políticas de unos políticos estadounidenses. Invitamos a más estadounidenses a venir aquí para conocer de cerca una China verdadera y real. Seguiremos alentando y apoyando a ambos pueblos a realizar intercambios y cooperación en materia de educación, ciencia y tecnología, cultura, deportes, juventud y prensa, entre otras.
Defender y estabilizar nuestros lazos está en consonancia con las aspiraciones de los pueblos y la corriente predominante. Exhortamos a los que toman decisiones en EE.UU. a respetar los hechos históricos, reconocer el rumbo histórico, atender los reclamos de las personalidades perspicaces estadounidenses y de otros países del mundo, rectificar sus errores, reajustar su rumbo para ir al encontrarse con China, abordar y controlar las discrepancias sobre la base del respeto mutuo, y ensanchar la cooperación en base al beneficio mutuo, con vistas a hacer que las relaciones sino-estadounidenses vuelvan a la vía de desarrollo sano y estable.
Yang Jiechi, miembro del Buró Político y Director de la Oficina de la Comisión de Trabajo de Asuntos Exteriores del Comité Central del Partido Comunista de China