¿Cómo realizar elecciones presidenciales en medio de una pandemia que ha cobrado miles de vidas? ¿Es posible lograr una alta participación en las urnas mientras se evitan aglomeraciones? Bolivia enfrenta ambos desafíos y este domingo se convertirá en el segundo país de América Latina en elegir a su nuevo presidente mientras el nuevo coronavirus sigue al acecho.
El reto de llevar a cabo este proceso en el país sudamericano es doble, pues no sólo implica el cuidado de las medidas sanitarias para evitar propagar los contagios, sino la legitimación del gobierno. Desde finales del año pasado, después de unos comicios que fueron calificados como “fraudulentos” y llevaron a la renuncia del expresidente Evo Morales, Bolivia no ha logrado estabilidad política, por lo que se aspira a conseguirla tras estas elecciones.
En medio de una baja de los infectados de COVID-19 —que se dispararon julio y agosto— las autoridades electorales y de salud han recomendado no bajar la guardia y usar mascarillas, gel para las manos, lentes, llevar su propio bolígrafo y evitar asistir con niños a los centros de votación para participar de estas cruciales elecciones.
“Recuerden que llevar una elección en medio de una pandemia conlleva una serie de circunstancias adicionales que normalmente no existirían en un proceso electoral normal”, expresó el secretario para el Fortalecimiento de la Democracia de la Organización de Estados Americanos (OEA), Francisco Guerrero, miembro de la delegación de 40 observadores de ese organismo que llegó a Bolivia.
En cuanto al aspecto político, la nación andina también se ha preocupado por llevar a cabo un proceso transparente, en el que las siete fuerzas políticas en carrera acepten los resultados. “Los ojos del mundo están volteando a ver Bolivia. Primero para ver si pueden llegar a una buena conclusión del proceso electoral en paz, sin violencia, como un homenaje a las personas que han fallecido en la pandemia”, agregó Guerrero.
Los bolivianos buscan zanjar la crisis política social que dejó 36 fallecidos tras la renuncia de Morales después de casi 14 años en el poder. Ahora el exmandatario está refugiado en Argentina y desde ahí encabeza la jefatura de campaña de su partido, el Movimiento Al Socialismo (MAS), y sigue teniendo una gran importancia en la política boliviana.
Su exministro de Economía, Luis Arce, es el candidato por el MAS, y va primero en las encuestas seguido del expresidente Carlos Mesa (2003-2005) por la alianza política Comunidad Ciudadana de centro derecha.
Bolivia trabajó protocolos para la jornada de votación con asesoramiento Organización Panamericana de Salud (OPS) y las Naciones Unidas, informó Ciro Ugarte el Director de Emergencias en Salud de la OPS. Sin embargo, las normas de seguridad para evitar contagios en las campañas políticas no siempre se siguieron al pide de la letra. La mayoría de las fuerzas no cumplieron con el distanciamiento social e incluso realizaron concentraciones, caminatas y caravanas, por lo que representantes del MAS y de la fuerza opositora de Luis Fernando Camacho, exlíder cívico que comandó las protestas de octubre del año pasado contra Morales, levantaron críticas.
Ugarte dijo que ven con mucha preocupación estas “manifestaciones políticas, en donde muchas personas se veían sin mascarillas o sin guardar el distanciamiento, pero en las últimas semanas hemos visto que las personas están siguiendo mejor las recomendaciones y esperamos que sigan así para el proceso electoral”.
Por la tarde, Arce cerró su campaña en el bastión del MAS, en la ciudad de El Alto, vecina a La Paz, ante centenares de sus seguidores, los cuales no respetaron el distanciamiento y varios no usaban mascarillas.
“Han intentado proscribir el MAS pero somos el pueblo. La derecha ha mostrado su apetito por el poder… y hermanos no les vamos a permitir, la derecha no pasará”, mencionó Arce en su discurso.
En la víspera, en la región de Santa Cruz, Mesa también hizo su cierre en un acto en el que atrajo a varios de sus seguidores.
″Que nadie se equivoque porque somos los únicos que podemos derrotar definitivamente a Morales y Arce, porque Arce no es otra cosa que Morales y Morales ‘never in the life’ (nunca en la vida)”, expresó Mesa.
La pandemia ha movido el tablero electoral, que inició con nueve partidos en carrera. Inicialmente se planteó que las elecciones se llevaran a cabo el 3 de mayo, pero debido a la pandemia se retrasaron al 6 de septiembre y después al 18 de octubre.
La presidenta interina Jeanine Áñez anunció que buscaría el poder a través de las urnas, pero tras una merma en su popularidad en medio de la pandemia, declinó su candidatura el mes pasado.
La pandemia “ha afectado al gobierno transitorio, que se ha mostrado inconsistente con estos alargamientos y con la tan difícil situación de enfrentar una crisis de salud inesperada como la pandemia”, explicó a The Associated Press la analista política María Teresa Zegada, de la estatal Universidad San Simón. “Otra cosa seria una elección en mayo… Lo que ha generado (la pandemia) es una mayor polarización, mayores y tensiones políticas”.
El director de Gestión Hospitalaria del Ministerio de Salud, René Sahonero, explicó a la AP que el país pasa por un baja en los contagios pero recomendó que se continúe con las normas de prevención para evitar mayores contagios.
Hasta ahora Bolivia ha registrado 138, 922 casos confirmados y 8,351 decesos, según el Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins.
En Bolivia el voto es obligatorio y gana en primera vuelta quien obtenga la mitad más uno de los votos o logre un mínimo de 40% de los sufragios con una diferencia de al menos 10% en relación con la segunda candidatura. Los sondeos proyectan una segunda vuelta que se podría realizar el 29 de noviembre.