El enfado crece en Europa, al mismo ritmo que se vuelven a instaurar medidas de cierre. En Italia, las protestas por las últimas restricciones han degenerado en violentos choques con la Policía en la ciudad norteña de Turín y también en Nápoles.
La chispa que ha desatado el polvorín ha sido la decisión del Gobierno de ordenar por decreto el cierre a las 6 de la tarde bares y restaurantes, así como el cierre total de teatros, cines, gimnasios y piscinas para frenar la curva de contagios. A eso se suman los toques de queda nocturnos en varias regiones.
El sector hostelero denuncia que le están dando el golpe de gracia
Los hosteleros consideran que con esta nueva vuelta de tuerca se está dando el golpe de gracia al sector.
«Necesitamos trabajar. Tenemos que mantener la economía -dice entre sollozos Ivan Montana, un restaurador de Turín-. De ellos dependen nuestros empleados y nuestras familias. Estamos desesperados. Soy dueño de mi restaurante desde hace ocho años, y no quiero que vaya mal».
«Aunque nos dicen que cerremos a las seis, terminamos a las cuatro porque nadie viene. Todo está desierto», añade otra manifestante.
En Italia, los casos de coronavirus han vuelto a superar la barrera de los 20.000 diarios. El Gobierno estudia un nuevo paquete de ayudas de 4.000 millones de euros, mientras el clima social se enrarece.
Basureros incendiados y barricadas en las calles. Eso es lo que queda en Turín cuando comienza el toque de queda. Los choques se produjeron en torno a plaza Castello, en el centro histórico. En otra plaza, la protesta pacífica de los propietarios de bares y restaurantes dio voz a una industria que se enfrenta a graves dificultades debido a las nuevas medidas del Gobierno.