Venezuela entra el martes en campaña electoral: Nicolás Maduro estrecha el cerco para tomar el Parlamento, único poder controlado por adversarios del gobernante socialista, mientras que el líder opositor Juan Guaidó, a contrarreloj, promueve un boicot y una consulta popular paralela.
Críticas de Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea no han evitado que las autoridades avancen en la organización de los comicios del 6 de diciembre para renovar la unicameral Asamblea Nacional, calificados de «farsa» por Guaidó y los principales dirigentes de oposición.
«Aquí no elige ni Donald Trump ni (Jair) Bolsonaro ni (Iván) Duque», dijo Maduro el domingo.
Guaidó, en tanto, intenta comprar tiempo. Analistas advierten que muchos de sus aliados, más de 50 países que le reconocen como presidente encargado de Venezuela, podrían reevaluar su posición cuando acabe su legislatura el 5 de enero.
«Blindado por la fuerza»
La negativa a participar de Guaidó y los líderes de las organizaciones políticas con mayor representación en el actual Parlamento deja camino libre al gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
El escenario es similar a las elecciones presidenciales de 2018, boicoteadas por el grueso de la oposición, con Maduro reelecto entre acusaciones de «fraude».
Sin embargo, a estas alturas, «Maduro no parece preocuparse mucho» por cuestionamientos a su legitimidad, comenta a la AFP Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano. La nueva Asamblea Nacional, añade, le permitiría «consolidar el poder total».
Minimizando el impacto del veto opositor, el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció que más de 14.000 candidatos se postularon para 277 escaños, por 107 partidos.
La lista incluye a Voluntad Popular -organización de Guaidó y su mentor Leopoldo López- y otras emblemáticas agrupaciones opositoras, después de que el oficialista Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) le entregara su control a rivales del líder legislativo.
Maduro «está atrincherado, blindado por la fuerza y por los poderes que controla», dice a la AFP el politólogo Luis Salamanca, resaltando el decisivo respaldo de la Fuerza Armada al mandatario.
El opositor Parlamento, de hecho, fue neutralizado cuando el TSJ lo declaró en desacato, considerando nulas todas sus decisiones.
En esas circunstancias, el director de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, estima una alta abstención en un proceso al cual están convocados 20,7 de los 30 millones de venezolanos.
«La mayoría no va a votar (56,8%) o no sabe (8%)», publicó en Twitter.
«El problema no resuelto es qué hacer después de la abstención», agregó León, quien piensa que el boicot opositor «no resulta muy prometedor» para provocar cambios políticos.
Maduro ha resistido la ofensiva de Guaidó y la creciente presión internacional, con sanciones de Washington contra Venezuela y su estatal petrolera PDVSA.
Última carta
Guaidó, con popularidad erosionada, intenta sacar adelante por su cuenta una consulta simbólica contra las elecciones parlamentarias. Se realizaría sin el CNE del 5 al 12 de diciembre, aunque no se ha anunciado cómo.
A manera de plebiscito, la consulta plantea a los venezolanos si apoyan «todos los mecanismos de presión nacional e internacional» en pro de «elecciones presidenciales y parlamentarias libres» y si rechaza los comicios del 6 de diciembre en los términos impuestos por el oficialismo. La tesis de Guaidó es que, si las votaciones legislativas no son válidas, el congreso elegido en 2015 sigue estando vigente.
Salamanca duda: «Tendrá que tirar otras iniciativas para reflotarse. No creo que la consulta lo vaya a ayudar».
Una iniciativa parecida se concretó en julio de 2017 contra la Asamblea Constituyente. La oposición dijo haber reunido 7,6 millones de votos en repudio a ese órgano, pero este fue instalado con totalidad de integrantes chavistas y en la práctica asumió las funciones del Parlamento.
«Las expectativas de una transición política bajo su liderazgo son muy bajas. Además de la merma de su popularidad, Guaidó perderá legitimidad formal como presidente de la Asamblea Nacional», apunta Shifter.
Ello, añade, pondrá en una encrucijada a los países que le respaldan: «No querrán, incluyendo a Estados Unidos, abandonar a Guaidó, al menos inicialmente, pero pueden verse forzados a recalibrar» su posición.