Miles de haitianos se manifestaron este domingo en la capital para denunciar el proyecto de referéndum constitucional impulsado por el presidente, al que acusan de imponer una nueva «dictadura».
«Este referéndum es una payasada porque el meollo del problema haitiano no es un asunto constitucional», dijo al inicio del recorrido Michel Péan, exsecretario de Estado para las personas con discapacidades.
«Un país sin poder judicial, sin poder legislativo, donde todo se reduce a un presidente que gobierna por decreto: eso basta para decir que estamos en una situación de dictadura», agregó.
El Poder Ejecutivo busca aprobar una nueva constitución mediante una votación que se realizaría el 27 de junio.
El proyecto suscita críticas incluso en el bando del presidente Jovenel Moïse, porque el procedimiento elegido no respetaría las disposiciones de la constitución actual.
Redactado en 1987 tras la caída de la dictadura de Duvalier, el texto actualmente vigente declara que «está formalmente prohibida cualquier consulta popular destinada a modificar la Constitución mediante referéndum».
«En un país donde son las pandillas las que gobiernan, donde nos privan de todo, salud, vivienda, educación (…(, ¿cómo un presidente puede atreverse a decir que quiere hacer un referéndum?», se preguntó Marie Sheila Martinet enarbolando una pancarta que rezaba «Jovenel debe irse» en la parte trasera de una motocicleta.
Equipados con largos palos de metal, dos hombres iban destrozando a lo largo del recorrido todos los carteles recién instalados por el gobierno para promover la participación en el referéndum.
«Queremos mostrar a Jovenel y a la embajada estadounidense que nunca podrán imponernos un referéndum», dijo uno de ellos, Jean Dany Duval.
«Vamos a derribar todos sus carteles: somos haitianos y aquí está su referéndum, hoy en la calle», agregó el manifestante.
Un gran número de personas marchaba con la bandera haitiana en la mano, pero un puñado también exhibía el tricolor ruso.
«Viva Putin, abajo los estadounidenses», coreaba un grupo de jóvenes activistas, uno de los cuales agitaba un cartel que decía en criollo «Biden, la democracia no es injerencia».
Integrada mayoritariamente por jóvenes pero con una presencia notoria de personas mayores, la manifestación atravesó sin violencia los principales ejes de la capital.