Por primera vez desde que fue rescatada en una operación militar en las selvas de Colombia en 2008, la excandidata presidencial Íngrid Betancourt volverá a estar frente a frente con sus secuestradores, los máximos jefes de la extinta guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que entregaron las armas en 2016 tras firmar un acuerdo de paz con el gobierno.
En entrevista con The Associated Press, Betancourt habló sobre el arrepentimiento que espera oír de los excombatientes, el acuerdo de paz y la necesidad del diálogo y reconciliación cuando Colombia vive momentos de tensión tras las manifestaciones gubernamentales que han dejado más de 40 muertos y más de 2.300 heridos.
Betancourt estuvo secuestrada durante seis años, cuatro meses y nueve días en condiciones infrahumanas -según ha relatado- encadenada a un árbol por largos periodos y discriminada por ser mujer. Intentó escaparse varias veces, hasta que fue rescatada por el Ejército junto a otros 14 secuestrados.
El miércoles Rodrigo Londoño, Pastor Alape y Carlos Antonio Lozada, antiguos miembros de la cúpula de las FARC, harán un acto de reconocimiento público de sus responsabilidades ante las víctimas en la Comisión de la Verdad, encargada de desentrañar el conflicto interno en Colombia tras la firma de la paz con la guerrilla.
En el pasado, antiguos miembros de las FARC han pedido perdón a las víctimas y aceptaron una imputación por el secuestro de más de 21.000 de personas. Betancourt espera que esta vez los exguerrilleros no justifiquen crímenes como el secuestro diciendo que respondían a las condiciones de una guerra. En vez de eso quiere ver que “ellos sientan compasión, que les duele el alma, que pueden llorar con nosotros”. Eso, dice, es lo único que le permitiría “respetarlos”.
AP: Estar al lado de los antiguos captores es un paso muy difícil para cualquier víctima, ¿por qué acepta hacerlo en este momento y ante la Comisión de la Verdad?
Betancourt: Siento que Colombia está escalando en la violencia y tenemos que mandar un mensaje muy fuerte aquellos que hemos padecido la guerra al unísono entre los que fueron nuestros verdugos y nosotros sus víctimas. Es el espacio más fuerte desde donde se puede hablar para deslegitimar la violencia. También porque es en la Comisión de la Verdad donde está el padre Francisco de Roux. Considero que estos son ejercicios que tienen que ser espirituales también porque sin eso son vacíos y adicionalmente pueden ser manipulables. He tenido mucho cuidado con las FARC en no dejar que ellos nos utilicen a nosotros como comodín.
AP: La cúpula de las antiguas FARC ha pedido perdón a las víctimas del secuestro. ¿Cree que ha sido un verdadero acto de contrición que ayude a dignificar a las víctimas?
Betancourt: Estoy buscando una cosa diferente, considero que el perdón es un acto individual y que no tiene mucha relación con el victimario. Lo que me interesa es entender hasta qué punto ellos han logrado hacer un análisis de lo que los llevó a la deshumanización que nos impusieron y que los deformó como humanos.
Hubo un momento que fue un shock para mí. Cuando muere mi papá, mis hijos y mi hermana hacen una declaración grabada pidiendo que me liberen para poder despedirme de él y en una entrevista que le hace un periodista francés a Fabián Ramírez (comandante de FARC), él los oye y dice: “Es que la familia de Íngrid Betancourt es egoísta, nosotros estamos luchando por el pueblo”. Esa fue la medida de la deshumanización, la imposibilidad de ver lo que estaban haciendo. Después, en todo este tránsito desde la firma del acuerdo de paz, la posición de las FARC es exactamente la misma: justificarse. Nada de eso me sirve. Lo único que me serviría a mí, y es por eso que quiero aproximarme a este encuentro, es ver que ellos sientan compasión, que les duele el alma, que pueden llorar con nosotros. De pronto eso es algo que nunca se va a dar, pero es lo único que me permitiría respetarlos.
AP: Las FARC aceptaron la imputación por crímenes de lesa humanidad por secuestrar a miles de personas, pero no que la tortura fue una política dentro de la guerrilla. ¿La decisión de torturar a los secuestrados era individual o una orden?
Betancourt: Hay responsabilidad de cada uno de ellos y en particular de los jefes. Cuando ellos secuestran a una persona eso ya de hecho es una tortura, es robarle su vida. Fue una decisión que ellos tomaron fríamente. Creo que la sistematicidad de estos delitos, que fue lo que quedó plasmado en el acto de imputación de la magistrada Julieta Lemaitre, es algo sobre lo cual ellos han querido desviar la responsabilidad que les cabe totalmente. Las cadenas y las ejecuciones sumarias cuando uno de mis compañeros se fugaba y lo mataban eran órdenes de ellos.
AP: ¿Cómo ve a Colombia después de 4 años de la firma del acuerdo de paz? ¿Hay una reconstrucción o se ha acentuado la polarización?
Betancourt: Tenemos que estar activamente en contra de esa polarización y de todos aquellos sectores que inciden en la posibilidad de que el acuerdo de paz no sea exitoso. Es cambiar la manera como hablamos, por ejemplo, ayer le insistí al presidente (Iván) Duque el error que era -a mi juicio- tildar de terroristas o de vándalos a los jóvenes que se están manifestando. Es injusto, una falta a la verdad, porque son muchachos que están buscando salidas a una situación desesperada económica y social. Están reclamando y tienen derecho a hacerlo en una democracia. Pero adicionalmente es un error táctico, porque cuando un gobierno matricula a unos jóvenes de terroristas se corta la posibilidad de diálogo. El país tiene que salir de esa ideologización.
AP: ¿Ve en el presidente voluntad política para solucionar los problemas de fondo y dialogar?
Betancourt: Lo que vi fue un hombre con una intención real de aportar una solución. Ahora, el hombre y sus circunstancias, es joven y obviamente tiene miedo del legado que va a dejar porque ya tiene el sol a sus espaldas. Entonces para él es muy importante tomar una posición cuya lectura sea que él no fue débil frente a la violencia. Para mí eso es fruto de la inexperiencia. La experiencia de la vida nos permite matizar y entender las situaciones particulares de cada momento. Esta es una violencia diferente a otras que hemos conocido, es fruto de la incapacidad de encontrar salidas. La respuesta no es la represión, es abrir posibilidades de diálogo y él está pensando en soluciones con los jóvenes. También soy consciente de que no tiene el respaldo del Congreso, tiene un problema de gobernabilidad y tampoco tiene presupuesto.
AP: La consejera presidencial Nancy Patricia Gutiérrez dijo durante la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que en Colombia no se violaban los derechos humanos, ¿qué piensa al respecto y cómo evalúa el papel de la comunidad internacional?
Betancourt: A Dios gracias la comunidad internacional está reclamando, porque siento que hay por parte del Gobierno una necesidad de desconocer la realidad y eso es un error político. El problema es estructural porque tenemos una fuerza pública creada para la guerra, entonces es muy difícil para quienes están en estas instituciones entender que los jóvenes que están en la calle protestando no son terroristas, guerrilleros ni narcotraficantes. Vamos a tener que hacer una reforma institucional, pero mientras tanto hay que establecer canales concretos para que la justicia opere y reconocer lo que está sucediendo. Si no se reconoce que estamos violando los derechos humanos, pues no podemos actuar en contra de estas violaciones.