Hasta ahora este ha sido un triunfo de la democracia representativa, donde en unas elecciones libres llevadas a cabo de una manera lo más transparente posible, se permite que los que salen triunfadores sean reconocidos como tales, por los organismos o instituciones correspondientes encargados de la organización, supervisión y celebración de tales certámenes electorales.
Esperamos que Castillo no siga las sendas del autoritarismo comunista del castro-chavismo y revierta ese triunfo de la democracia en una amarga derrota de la misma, como ocurrió en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Ahora bien, el triunfo de Castillo genera un gran caudal de incertidumbre, debido a que este fue postulado por un partido de orientación marxista leninista, partidario del estatismo anti mercado y enemigo acérrimo de la propiedad privada individual y de la propiedad privada sobre los medios de producción en particular, lo que crea temor en los inversionistas y emprendedores de que su gobierno pueda iniciar una ola de confiscaciones de empresas y propiedades, al estilo del comunismo.
El ejemplo del chavismo confiscador y destructor de la economía está muy reciente en el mundo, como para no estar seriamente preocupados en tal sentido.
Igualmente preocupante, es que luego de la toma del poder el presidente se convierta en un dictador, como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega, quienes cambiaron las constituciones de sus países y las acomodaron a sus agendas dictatoriales, para atornillarse en el poder absoluto, desde donde avasallan a los opositores y a toda la sociedad, abusando de todas las libertades democráticas y de los derechos humanos, blandiendo siempre su falso discurso propagandístico.
Deseamos sinceramente que Pedro Castillo gobierne con la asesoría de personas inteligentes, que permitan que su nación en vez de irse a pique, como se teme, que contrariamente se encamine por el camino de la prosperidad, con más democracia, respeto y fortaleza de las instituciones, de los derechos humanos y a las libertades individuales.
La comunidad internacional, el pueblo y las instituciones peruanas, deberán estar vigilantes para salirle al paso a cualquier intento de vulnerar el sistema democrático de parte del nuevo gobierno a instalarse en Perú este próximo 28 de julio; pues sería una lástima que el Perú se convirtiera en una Venezuela, una Nicaragua, una Cuba, etc., cualquiera; en donde reinan destructoras y despreciables dictaduras comunistas.