Adriana Reyes, la madre del asesino de la matanza en la escuela de Uvalde (Texas), que mató a 19 niños y dos maestras tras entrar armado con un fusil de asalto y atrincherarse en un aula, ha asegurado que “no era una persona violenta” al diario The Mail Online.
Reyes dijo al citado medio que se sorprendió al conocer que Salvador Ramos era quien asaltó la escuela. Y recordó que la última vez que habló con su hijo en su cumpleaños fue el lunes cuando planeó regalarle “una tarjeta y un peluche de Snoopy”.
La madre negó las informaciones previas de que tenían una mala relación. Pero admitió que el joven de 18 años no tenía muchos amigos y “era solitario”. “Mi hijo no era una persona violenta. Estoy sorprendida por lo que hizo”, dijo.
Además, añadió que rezaba por las familias de las víctimas y “por todos esos niños inocentes, sí, lo hago. No tuvieron culpa de esto”.
El asesino de la escuela de Texas
Ramos fue abatido después de matar a 19 niños y dos maestras. Antes había acudido a disparar a su abuela Celia González, quien se encuentra en estado crítico.
En informaciones previas, conocidos del asesino aseguraron que Ramos vivía con sus abuelos debido a que tenía una relación muy violenta con su madre.
Desde hacía unos meses, residía con su abuela, después de abandonar el domicilio familiar a causa de los constantes enfrentamientos con su madre, consumidora de drogas, ha relatado un vecino, Ruben Flores, a The Washington Post. Las peleas con su progenitora eran cada vez más frecuentes y Ramos incluso había subido las imágenes de una discusión a redes sociales, por lo que decidió interrumpir la convivencia con ella.
En otros medios de comunicación de EE UU hablaron con el abuelo del asesino, quien dijo no saber que se había comprado dos rifles de asalto.
“Callado” y “antipático”
El joven tirador de Texas publicó en redes sociales que se había comprado dos rifles de asalto AR-15 y sugirió que cometería una atrocidad antes de la masacre, tan solo media hora antes en Facebook, tal y como han reconocido las autoridades que investigan lo sucedido.
Aunque carecía de empleo en el momento del ataque, había ejercido poco antes en un establecimiento de la cadena de comida rápida Wendy’s, donde había llamado la atención de su jefe, Adrian Mendes, por su carácter reservado. “Era un tipo callado, de los que no hablan mucho. No socializaba con otros empleados. Trabajaba, cobraba y venía a recoger su cheque”, explica a New York Post. Sus compañeros de trabajo lo describieron como “antipático”.