Desde tempranas horas de la mañana, se puede apreciar el vaivén de las ambulancias del Sistema Nacional de Emergencias 911, el forcejeo de la seguridad que trata de contener a los familiares de pacientes que llegan con alguna afección, decenas de personas apostadas en sillas blancas en la Unidad de Pie Diabético tomando sus turnos por orden de llegada y el ajetreo de cientos dentro de Consulta Externa facturando para esperar a que los consultorios abran sus puertas.
Lo típico y normal en cualquier centro de salud público en el país.
Sin embargo, detrás de lo que en apariencia se ve “normal” y “típico”, en el Hospital Docente Dr. Francisco E. Moscoso Puello llueven las quejas, el pesimismo y la desesperación de familiares y pacientes a falta de camas, algunos medicamentos y la sensibilidad y atención de muchos médicos.
“A mi mamá le dio un ACV (accidente cerebrovascular), llegamos a las 9:00 de la noche de El Almirante hace tres días y todavía no hay camas para internarla y la tienen en espera en el área de emergencias”, contó el familiar con un tono cansado y cuyo nombre por cuidado no reveló a la prensa.
Aunque a su mamá la están medicando, asegura que no es fácil amanecer tres días de pie e incómodo porque “las camas están llenas arriba de pacientes internos”.
También, José Antonio Díaz, quien tiene pie diabético, narró que le ponen una “cremita” en la herida completa cuanto le toca limpieza y siempre tratan de suplírsela, pero “uno tiene que comprar todo lo que venga”.
“El hospital lo suple si uno califica, pero uno lo busca afuera porque la calidad es mejor de la que hay aquí. La crema es para cicatrizar, se llama Sulfadiazina de Plata y cuesta 2,800 pesos, que yo no tengo”, dijo.
Falta de camas
“Aquí nunca hay espacio, siempre está lleno”, expresó Patricia Salcedo, con lágrimas, a la vez que confesó que su papá acababa de fallecer por complicaciones en el estómago.
Salcedo, con impotencia, manifestó que su padre requería ser llevado a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), pero no fue posible por la falta de camas y lo dejaron en la sala de emergencias, llegando, incluso, a devolverlo a su casa con medicamentos en uno de los días en los que lo llevó.
“Mi papá necesitaba ir a cuidados intensivos, pero nunca lo subieron porque no había espacio… lo metieron a un área a él solo. Sí, estaba cómodo, pero él no requería estar ahí, sino en la UCI, con más médicos y vigilancia. A él le pusieron médicos fijos en la última semana de vida porque yo moví gente y mis influencias para que el recibiera el trato”, expresó.
Diariamente, a la emergencia del Moscoso Puello llegan de 350 a 400 pacientes, aparte de los 90 enfermos que entran con el 911 que son atendidos por 25 residentes por turno, de acuerdo con el emergenciólogo y encargado del área, doctor César Sánchez.
Sin embargo, el centro sólo cuenta con 24 camas, 10 camillas y dos camas de reanimación en esa área. “La demanda de pacientes está siendo muy alta con relación a la capacidad que tiene el hospital”, manifestó la Dirección de Comunicaciones del centro.
Afecciones frecuentes
Las principales afecciones con las que llegan las personas son: accidentes cerebrovasculares, pie diabético, infartos, asma, alergias, intoxicación alcohólica o alimentaria. También llegan pacientes apuñalados, baleados y hasta un niño con una quemadura, dijo el emergenciólogo César Sánchez. El Moscoso Puello, ubicado justo en el centro donde convergen más de 18 barrios de la capital en el ensanche Luperón, sólo cuenta con 24 camas UCI (de las cuales 12 son para Covid-19) y 155 de internamientos.
Medicamentos fuera
“A veces hace falta medicina y no hay… por ejemplo, hacen falta gasas y los medicamentos para el dolor. Los médicos y empleados trabajan bien, pero les hace falta material y yo no tengo recursos para nada, estoy solo en Guaricanos”, dijo Frank Rosario, un paciente de pie diabético, de 85 años de edad.
Así como Rosario, Georgina Toribio, otra paciente que sufre de pie diabético, se sintió identificada con lo que dijo y agregó que le quedan seis meses de tratamiento y tiene que costear unos parches (los Kaltostat) fuera del hospital, ya que no los tiene, con un costo de RD$800 semanales.
Para Toribio esto implica un sacrificio. Sus escasos recursos no son suficientes para costear los parches que cambia semanalmente dependiendo del grado en el que esté su ulcera.
“Mi úlcera está granulada. Ya con esos parches me quedan como unos 6 meses.
Por ejemplo me pongo uno hoy, pero si la úlcera moja hay que cambiarlo para que no coja bacterias. Si se deja puesto, se infla y son caros esos parches”, comentó.
Durante esa mañana se observaron las constantes quejas por las recetas de medicamentos que deben buscar fuera los familiares de pacientes.
SEPA MÁS
Insensibilidad de médicos
“Ahí hay una generación de doctores nuevos, que saben que tu paciente requiere de una atención especial y te tratan como que tú eres un animal y no le dan atención al paciente como es”, denunció Patricia Salcedo. De sus vivencias en la sala, narró que duró tres días trayendo a su fenecido padre y siempre se lo devolvían a la casa, llegando al punto de recurrir a una cuña para que lo atendieran.
“Y no es solamente conmigo… yo vi muchas personas morir y era el mismo trato… Después que él estaba crítico vino todo el personal que tenía que venir, ahí le dieron las atenciones”, afirmó Salcedo.