Alrededor del 80% de las personas que sobreviven a un Accidente Cerebro Vascular (ACV) quedan con secuelas o discapacidades que afectan su desenvolvimiento diario, mientras el costo promedio de un ciudadano que sufre un evento de esa naturaleza ronda entre 2 millones 300 mil pesos hasta tres millones 500 mil.
Algunas de esas discapacidades se ven a simple vista, pero las principales que dejan estos eventos no se ven, aunque sí son percibidas por los afectados, los familiares y la gente de su entorno.
Eso fue precisamente, lo que dio pasó a la creación del Círculo de Personas con Discapacidades por ACV, en el que están registradas unas 623 personas sobrevivientes de Accidentes Cerebro Vasculares.
Así lo explica el periodista Feliz Vinicio Lora, sobreviviente de ACV, presidente la Fundación Dominicana de Accidente Cerebral (Fundace), en entrevista para Listín Diario, donde da detalles además de la ha lanzado la campaña de sensibilización “La discapacidad por ACV también cuenta”.
Principales secuelas
Explica que el ACV es una de las enfermedades que deja más secuelas permanentes en la persona, siendo las más frecuentes las motora o físico, quedando algunos encamados; del lenguaje, escrito o habla, entre otros; Intelectual, que puede ser leve, moderada, grave y déficits cognitivos, como de memoria, atención-concentración, planificación y pensamiento.
También, agrega Lora, hay un gran porcentaje de sobrevivientes que quedan con trastornos emocionales, como depresión, ansiedad, cambio de conductas o de temperamento, que se convierte en una limitante, muchas veces para siempre y que hay que controlar con medicamentos, además de problemas para ver, escuchar y vejiga interactiva.
Cada vez en más jóvenes
El presidente de Fundace destaca que anteriormente se establecía que los casos de ACV se presentaban en personas después de los 55 años, pero que eso ha ido cambiando, teniendo la entidad miembros en edades de 18 a 45 años, en edad laboral y escolar.
Dijo que incluso, la fundación organizó hace 5 años la Red de Jóvenes Voluntario de ACV con el lema “A los jóvenes también les da”.
Explicó que antes de la pandemia, según la Sociedad Dominicana de Neurología, los casos de ACV rondaban en 19,000 al año y que pasan de 24,000 al año. “Eso se traduce en la gran cantidad de casos que nos llegan, aproximadamente un 30% más”, dijo.
De dos a tres millones
Dice que se debe dotar a los hospitales de trombolítico, el medicamento que puede disminuir las secuelas y destacó que el costo promedio de un ciudadano que sufre un ACV ronda entre dos millones 300 mil pesos hasta tres millones 500 mil.
A esto se suma, dijo, que República Dominicana carece de un centro de rehabilitación cognitiva, lo que hace más difícil la recuperación del paciente y que las personas con discapacidad por ACV no se cuentan ni en el Censo ni en el Consejo Nacional de Discapacidad (Conadis).
Dijo que si ocurren $24,000 casos de ACV al año y el costo de un paciente de ACV es de $2, 300,000, eso representa un costo de $55, 200, 000,000 al sistema de salud pública y del Gobierno.
Prevención y atención
La mejor medicina es la preventiva y sin educación no puede haber prevención, señala Lora, y que por eso propuso el proyecto “Alianza-ACV” para diseñar una política integral de prevención que involucre a los diferentes sectores.
Dijo que en ningún centro de salud, privado y público, existe un protocolo cuando una persona llega a la emergencia con un cuadro de ACV.
Campaña de sensibilidad
“La discapacidad por ACV también cuenta”., es la campaña de sensibilización que lanzó recientemente Fundace. Consta de cinco ejes fundamentales que “son inclusión, derecho, accesibilidad y no discriminación, con el fin de posibilitar una mayor visibilidad de las personas con discapacidades por ACV”.
La campaña busca humanizar y a la vez dar una voz de alerta al Estado, al sector privado y a la población para que no excluyan a las personas con discapacidades por derrame cerebral/ACV.
A los 30 años le cambió la vida
Como ejemplo de cómo un evento de esa naturaleza cambia la vida, Lora narró esta historia. “Te voy a poner el caso de una persona de 35 años, que sufrió una ACV a los 30 años. De clase media, estudiaba y trabajaba.
Su cuadro es de dificultad para caminar y alteración del lenguaje. Al año, lo suspendieron del trabajo, desde que sufrió el ACV, jamás volvió a la universidad.
Gasta 25,000 pesos en medicamentos mensuales.
No solamente al afectado le cambia la vida, sino, a toda la familia, principalmente los que viven con él, ya que se quedaron sin recurso económico, sin seguro de salud.
A cinco años del evento, está pasando por un cuadro de depresión, está en silla de ruedas.
En fin, a cualquier persona de un ACV, le cambia la vida, su vida, como era antes, no será.