En la fiesta de la Virgen María, reina, recuerdo a todas ustedes, mujeres, que ustedes son reinas y deben ser tratadas como tal.
¡Cuántas veces toco este tema en las parroquias y en las fiestas patronales! Cuando vienen las jóvenes o las niñas –porque son las reinas de las fiestas patronales–, siempre les digo: ustedes son reinas toda la vida. Incluso -no sé si algunas de ellas podrá ser religiosa, pero la mayoría se va a casar–, les digo: cuando te cases, no te cases con un animal. Tú eres una reina, vives como una reina, que te traten como una reina, y los hombres han de aprender que han de tratar a sus mujeres, a sus hijas como princesas y como reinas.
En la fiesta de la Virgen María, reina, porque ella es la madre del rey, de Jesucristo, todas las mujeres han de pensar lo mismo: soy una reina. Engalánate como una reina. Vivir como una reina no significa tener las comodidades económicas.
Vivir como una reina es ser tratada como una reina: aunque no tengas un centavo, lo eres, y es muy importante situarse en esa perspectiva.
Tú tienes que decirte a ti misma: yo soy una reina, y donde tú estés eres una reina; no tienes para hacerte un trono de oro, pero sí tienes para hacerte un trono de guano, pero en el trono de guano o en el trono de oro, la mujer es reina.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.