La vida me ha enseñado a no hacerme ideas de lo que una persona puede llegar a ser en su futuro y más en política, ya que uno corre el riesgo de equivocarse y casi siempre terminar decepcionado. Digo esto por muchos ejemplos al revés y derecho. Políticos que fueron jóvenes promesas e inclusive llegamos muchos a pensar que serían inquilinos de la casa de gobierno como primer mandatario, y por ahí solo pasaron por un despacho para «achicharrarse» de por vida, como es el caso de Guido Gómez Mazara, quien prometía ser una figura de primera línea en el escenario político, muchos apostando inclusive que sería presidente de la República, ya que se le atribuían condiciones excepcionales que así lo confirmaría.
La triste realidad es que su penoso andar por los corrillos políticos y en todos los escenarios de la sociedad en su contexto lo tiene a distancias galácticas de poder llegar no solo a la presidencia de la República, si no a ocupar cualquier cargo público de importancia.
Su figura ha venido resistiendo a escándalos públicos de constantes confrontación, su imagen se ha visto dañada por adjudicársele cercanía con sectores de comportamientos no muy santos de la vida nacional y ahora para colmo, como si no fuera suficiente con su maltrecha imagen pública, se le liga a la extorsión y al chantaje, como diría el propio señor Mazara, “este es un país de colindancia, además de ser un pañuelo” por tanto: mantener un secreto es cosa casi imposible. Por ende de todas sus andanzas y “bellaquerías” los sectores de poder y empresarial están al tanto.
Para que sea de dominio del pueblo llano, los días y horas están contados. Todo dependerá de cuan dispuesto este a hacer un alto en el camino y volver al redil de los libros y el trabajo honesto, además de poner atención a una carrera política que ya pocos creen podría ser salvable.