AMISTAD CON DIGNIDAD.- Contaba Carlos Puebla, que hubo un momento en la historia de la revolución cubana, en que los Estados Unidos le informó que “la esperanza de un posible mejoramiento” de las relaciones entre los dos países dependía de que Cuba renunciara a “sus principios internacionalistas” de ayuda al pueblo de Angola. Según don Carlos, la respuesta del gobierno cubano fue más o menos la siguiente, “bueno, si las relaciones dependen de eso, pues allá ellos con sus relaciones, que se coman sus relaciones, total, nosotros ya estamos acostumbrados, que se coman sus relaciones”. De igual manera cuando, por presionar al gobierno de Rafael Correa, en Ecuador, los norteamericanos amenazaron con paralizar los planes de cooperación y ayuda hacia ese país, el Presidente le dijo más o menos lo mismo… “si se trata de cambiar soberanía por dólares, pues que se queden con sus dólares”. Hasta aquí dos historias que tienen que ver con un solo camino, el de la dignidad nacional que debemos defender a cualquier precio. Precisamente, en lo del “precio a pagar” está el detalle, en un país donde cada cuatro años hay unas jodidas elecciones que ganar. ¡Ve qué vaina! Amistad, sí, pero con dignidad… y un respeto, místeres, un respeto.
LA CIVIL SOCIETY.- La ayuda estadounidense a los países bajo su control es importante, su influencia determinante. En el caso dominicano, desde los inicios del siglo pasado, no se mueve aquí una hoja político-económico-institucional, sin el Visto Bueno de los señores. Así nos dejaron a Trujillo en 1930, en 1966 colocaron a Balaguer “en el trono del mando y del castigo”; en 1978, con la persuasión y liderazgo internacional del Dr. Peña Gómez, permitieron gobernar al PRD, y volvieron a sacar al Doctor del Palacio… y en ese plan. Ellos traen sus proyectos de leyes que nuestros legisladores “dignos y patrióticos” aprueban con más rapidez que un eyaculador precoz, sin que importe el interés nacional. Son los socios acreedores y dependientes de la dictadura comunista China, aman hasta el orgasmo a Arabia Saudita, pero, aunque Ud. no lo crea, en este lado del mundo, al centro y al sur de la América morena y mestiza, les preocupan los derechos humanos y, tanto, que hasta han creado, promovido, financiado, alentado y acariciado, -en algunos casos mantenido- sus Organizaciones No Gubernamentales (ONG), como “orientan” a líderes de opinión, políticos, abogados, periodistas, intelectuales, y lo hacen con la ternura y buena fe de una hermana mayor. Así, en cada país bajo su influencia, cuentan con una especie de partido político no declarado, pequeño y mediáticamente poderoso, y todo amparado en el eufemismo imperial de “sociedad civil”, esa Civil society que en verdad somos todos, y donde hay de todo como en botica, sin olvidar que generalizar siempre es errar.
EL DESAFÍO.- Lo cierto es que, a diferencia de cubanos o ecuatorianos, a los dominicanos se nos va a hacer harto difícil lo de ser dignos y decorosos ante la arrogancia imperial y sus malos chistes. Para ser verdaderamente libre y soberano, un gobierno, un pueblo, tienen que estar dispuestos a pagar el precio político (el gobierno) y el económico (el pueblo) de ejercer esa libertad y esa soberanía. Entonces queda aquí el desafío. En defensa de sus imperiales intereses, y al borde de un ataque de celos por la llegada a estas playas del otro imperio que nos saluda con afectos e inversiones, los Estados Unidos continuarán apretando a sus súbditos americanos. Si un país digno y decoroso, patriótico y soberano fuéramos, se trataría de recibir a ambos, chinos y estadounidenses, con los mismos cariños y buenas formas, y como la quinceañera de nuestra adolescencia, proceder a dejarnos querer, exigiendo detalles, algún verso, respeto, una flor y mucha educación doméstica que, como se sabe, las damas son débiles ante los caballeros de poesía, flores y respeto. Pero estoy aspirando a demasiado. Había olvidado que, en nuestro aplazado país, cada cuatro años hay unas jodidas elecciones que ganar y por ganarlas cada partido gobernante es capaz de vender su alma a Belcebú, a los imperios, y perdón por la redundancia. ¿Do you know?