Durante muchos años, los choferes de vehículos pesados y los motoconchistas han operado por la libre, sin hacer caso a las normas legales que teóricamente regulan el uso de esos medios de transporte por calles, avenidas y carreteras.
Como nadie los sometía a control, ni siquiera aplicando al mínimo las leyes que penalizan sus infracciones, los choferes de esos vehículos han andado por las vías como les venga en ganas, igualándose a sus hermanos gemelos, los conductores de conchos y autobuses, llamados con razón “los dueños del país”.
En vista de este injustificable descuido de las autoridades por hacer valer la ley, los dueños de vehículos pesados no cambian a tiempo las gomas, no revisan los frenos ni otros componentes que aseguran el rodamiento de los vehículos, no respetan los niveles de carga requeridos, y por estas causas son tan frecuentes los accidentes en que se ven envueltos.
Desde enero hasta la fecha se han registrado 1,552 episodios de este tipo, una situación verdaderamente escandalosa a la que las autoridades deben ponerle la más urgente atención.
Lo que procede es aplicar la ley. Definir normas preventivas que las autoridades hagan cumplir. No hacemos nada con dictarlas si no van acompañadas de firmes y claras señales de que la autoridad se impondrá sobre los infractores, los multará y les aplicará otras sanciones para que no vuelvan a hacer de las suyas en las vías públicas.
Un elocuente o penoso ejemplo de la prepotencia con que los infractores se burlan de la ley y de la autoridad fue el suceso de esta semana en el inicio de la autopista 6 de Noviembre, cuando los motoconchistas atacaron a tiros a patrullas policiales y de la DIGESETT en repudio por el arresto de un motorista que andaba sin casco, sin licencia y sin placa.
Un país que aspire a ser organizado y civilizado, no puede vivir a expensas de estos desafueros perpetrados por personas que parecen intocables ante la ley e irrespetuosos de la autoridad.