El movimiento Marcha Verde surgió como un arrebato de un grupo de comunicadores y activistas sociales, esencialmente miembros del panel del “Gobierno de la tarde”, en una de sus etapas, por la emisora Z-101.3, y su irrupción desbordó los pronósticos de sus iniciadores y aguijoneó a corruptos y políticos que se consideran dueños del escenario.
Su detonante fue la admisión de la constructora Odebrecht ante autoridades judiciales de Estados Unidos de que sus ejecutivos se valieron de sobornos para arrebatar la adjudicación de las obras públicas más importantes en al menos 12 países de América Latina y África, obviamente en perjuicio de otras corporaciones que iban a licitaciones en buena lid.
En diciembre de 2016 los norteamericanos hicieron público que habían llegado a un acuerdo con Odebrecht en el que ella admitía sus culpas por sobornar a funcionarios y políticos por un monto equivalente US$788 millones para excluir a otras empresas, por lo que aceptaron pagar una multa administrativa superior a los US$4,000 millones, que finalmente quedaron reducidos a US$2,600 millones.
Como desde Estados Unidos se informó que Odebrecht pagó US$92 millones en soborno en República Dominicana para acaparar las principales obras de infraestructura entre 2001 y 2014, la convocatoria a la primera Marcha Verde, el 22 de enero de 2017, fue un éxito enarbolando las consignas de ¡Fin a la impunidad! y ¡Castigo a los corruptos!
Primero en Santo Domingo y paulatinamente en regiones y provincias, los manifestantes indignados expusieron al mundo su repudio a la corrupción y exigieron el fin de la corrupción y el enjuiciamiento de los beneficiarios de los sobornos -admitidos- de Odebrecht.
Las manifestaciones fueron masivas y el reclamo se tornó casi un consenso nacional.
La debilidad estaba a la vista
Con suficiente tiempo vi el desarrollo del movimiento, lo respaldé con mis escritos, pero advertí su gran debilidad: se articulaba por las redes sociales y carecía de un mando estratégico con lucidez para entender que necesitaba crear estructuras democráticas municipales y nacionales.
Marcha Verde necesitaba, además, una plataforma programática general surgida a partir de programas reivindicativos municipales que motivara a la ciudadanía a movilizarse para presionar cambios institucionales para el país, pero también soluciones puntuales en barrios, ciudades y campos.
Cojeó desde ahí tan pronto tuvo algo de fuerza. Nadie puede pretender mantener erecta una masa considerable si no tiene huesos, si no tiene estructuras funcionales, y eso no tenía Marcha Verde y los partidos opositores, víctimas de la misma carencia, no podían aportarla. A algunos dirigentes de ese movimiento llegué a decirles -y lo escribí por aquí- que si Marcha Verde seguía convocando actividades sin definir una estructura democrática municipal y nacional, quedaría reducido a un ejercicio de gimnasia que al final no perturbaría la continuidad de la corrupción y mucho menos sacudiría los estamentos del peledeísmo gobernante.
¡Ahí están los resultados! Marcha Verde es un grato recuerdo de aquellas grandes movilizaciones que movieron la conciencia nacional para reclamar el fin de la corrupción y de la impunidad, pero al día de hoy no hay uno solo condenado y nadie puede asegurar que el festín terminó.
Los partidos y Marcha Verde
Las gigantescas movilizaciones -marchadas fundamentalmente por la clase media- probaron elocuentemente que había un terreno fértil para que la oposición política plantara cara al gobierno por reclamos de sectores populares y lograra una modificación de la estructura judicial e institucional del país para castigar a los ladrones y sobornados.
No fue así porque lo que se llama oposición, en realidad son estructuras para promover candidaturas para competir -primero internamente en los partidos- y luego frente al candidato del PLD.
Un partido democrático, comprometido con las grandes aspiraciones del pueblo, es otra cosa y en República Dominicana estamos muy lejos de acercarnos a una formación política al servicio de su pueblo.
Sin Marcha Verde ni oposición
Recientemente el Partido Revolucionario Moderno (PRM) publicó unos espacios pagados diciendo que contrario a lo que opinan “interesados” de que la oposición no existe, ellos afirman que sí está presente y combatiendo al gobierno.
Como me siento directamente aludido porque fui de los primeros que manifestó -y aun lo mantengo- que aquí hay organizaciones políticas para respaldar aspiraciones presidenciales de caudillos y vender o aliar siglas al que va a ganar, no partidos democráticos para luchar por la libertad y la soberanía, tengo el deber de defender mi punto de vista.
Puesta en evidencia la inexistencia de oposición que solo se limita a dar declaraciones por la prensa y a armar candidaturas en todos los tiempos, los dirigentes del PRM señalados y pactados por los dos caudillos, decidieron “crear la oposición en la prensa” mediante espacios pagados.
Cualquier partido verdaderamente opositor estuviese aportando experiencias y recursos humanos para contribuir a elevar el nivel de organización y movilización de la ciudadanía por derechos elementales como la seguridad ciudadana, la calidad de los servicios, por la decencia en la justicia, contra los incrementos en aranceles de productos básicosÖ ¡pero no! En lugar de eso y para no hacer eso, fabrican la oposición en carteles.
Como el oficio de los políticos dominicanos, sean autoridad o no, es aspirar a Presidente, senador, diputado, regidor, alcalde, ministro o alicate de estos, hay que comprender que no quieran distraerse en labores de promoción, organización y acompañamiento de luchas populares porque necesitan ese tiempo y esos recursos para buscar candidaturas o retener el puesto que ocupan actualmente.
Llegó Navarro y Antonio Taveras
A mitad de esta semana surgieron dos hechos nuevos en el panorama político nacional: el anuncio del ministro de Educación, Andrés Navarro, de que está a punto de lanzar formalmente su aspiración presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y el del empresario Antonio Taveras Guzmán, quien sin decir que busca la Presidencia de la República, salió en un autobús a recorrer el país para oponerse a la reelección.
Con el mayor respeto que tengo por Navarro y su equipo encabezado por mi amigo Miguel Medina, tengo una lectura sobre sus aspiraciones que muy probablemente ninguno de los dos me agradecerá que la diga, pero mi apego a la verdad y mi transparencia de pensamiento frente al pueblo están por encima de cualquier otro interés o consideración.
La salida de Navarro parece ser la respuesta del danilismo a la penosa acogida que ha tenido el quinteto de precandidatos de ese sector político dentro del PLD que hace meses anda reuniendo adeptos para terciar por la candidatura presidencial morada.
He sostenido que los precandidatos del litoral danilista que están en la contienda -en los hechos- estaban cumpliendo un rol de entretenimiento a Leonel Fernández para que soñara que era a uno de ellos que se enfrentaría en la competencia, no a la reelección de Danilo Medina.
Como es obvio que Leonel tiene una ventaja muy grande contra todos los lanzados, incluso si unieran todas sus fuerzas contra él, es más que evidente que ninguno de ellos será la opción final del danilismo para las elecciones.
Estimo que el lanzamiento de Navarro, que se anuncia será por lo más alto, jugará a dos bandas: primero para seguir entreteniendo a Leonel y mantenerlo dentro del PLD para en su momento neutralizarlo, y segundo, mostrar con este joven funcionario y caballero decente que la aspiración del leonelismo puede erosionarse.
Si Navarro comienza a marcar puntos de aceptación por encima de los dos dígitos -y esto es enteramente posible y probable- los números de Leonel deben comenzar a bajar y el peligro de tsunami puede estar a la vista.
En una situación de crecimiento porcentual de Navarro y estancamiento o declive de Leonel, el danilismo haría una de dos jugadas para detener al expresidente en su marcha de regreso al gobierno: primero, lanzar a Danilo con Navarro de vicepresidente si las condiciones para la reelección no se alteran; y segundo, lanzar a Navarro para la Presidencia en el caso de que la reelección no sea factible, poner todos los recursos del Estado (no solo financieros) para hacerlo candidato el 6 de octubre y llevarlo al triunfo en 2020.
Antonio Taveras
Lo de Antonio Taveras va en sentido contrario. Su “estrategia” es oponerse a la reelección de Danilo perdiendo de vista que si su movimiento tuviera éxito, quien cosecharía los resultados sería Leonel porque ese es -hoy- el único obstáculo importante que tiene para volver al Palacio Nacional.
La de Taveras sería algo así como una tarea para un “caballito valiente que le ponen la carga y no la siente”, porque sépalo él o no, lo entiendan o no sus principales asesores, entre los cuales tengo verdaderos amigos, el auto que se mete en medio de dos trenes que van a chocar no tiene posibilidad de salir ileso y mucho menos de destruir al de la máquina más grande y con mayor número de vagones.
En el mejor de los éxitos de Taveras, estaría “atajando para que otro enlace”, y ese otro no es otro que Leonel.
La ingenuidad, el simplismo, el voluntarismo y el activismo jamás pueden conducir grandes contingentes de masas políticas marchando con certeza hacia objetivos supremos del pueblo dominicano.
Cuando pase la tempestad, contaremos las estrellas.