LONDRES. El diseño de alternativas con un riesgo menor que el cigarrillo tradicional ha congregado a científicos, expertos en salud pública y gigantes de la industria en un plan del que los luchadores contra el tabaco recelan.
“La mayoría del daño es por inhalar el humo del tabaco que se quema. La gente fuma por la nicotina, que es un estimulante, pero se está muriendo por el humo”, dijo a Efe el británico Clive Bates, consultor en salud pública y defensor de una política de reducción del riesgo, tema que centró el Foro Global del Tabaco y la Nicotina en Londres.
Alrededor de 200 personas, entre investigadores, representantes de organismos reguladores y de las tabacaleras, analizaron esta semana en Londres estrategias para reducir los riesgos del tabaquismo, al considerar que las prácticas de abandono se quedan cortas si se tiene en cuenta que entre el 90 % y el 95 % de los fumadores que intenta dejar el cigarrillo sin ayuda recae.
La teoría de reducción del daño se centra en que la nicotina, si bien es adictiva, no es la causa principal de las enfermedades relacionadas con fumar y que la verdadera responsable es la combustión.
“Se puede separar el humo de la nicotina, sacando la nicotina en forma de vapor o que no se queme el tabaco. Evitar el humo es la teoría básica de la reducción del daño”, afirmó Bates, en referencia a los cigarrillos electrónicos y al llamado “tabaco sin combustión”.
De acuerdo con el cardiólogo Konstantinos Farsalinos, del Onassis Center en Grecia y uno de los principales investigadores del tema, cuando se enciende un cigarrillo, con la quema del tabaco y de otras sustancias se emanan miles de químicos, muchos de los cuales están asociados a enfermedades como el cáncer.
Profesionales como Farsalinos y el también médico Riccardo Polosa, director del Instituto de Medicina Interna e Inmunología Clínica de la Universidad italiana de Catania, coinciden en que el “ideal” es dejar de fumar.
“Lo mejor es no fumar”, pero hay muchas personas “que no han podido o querido dejarlo” y sería preferible que se “cambien alternativas de menor riesgo sin combustión”, sostiene Polosa.
El Convenio Marco para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se muestra cauteloso ante estas alternativas por considerar que no existen suficientes evidencias de que son menos perjudiciales.
Pero para David Levy, profesor de Oncología del Centro de Cáncer Lombardi, de la Universidad Georgetown (EE.UU.), hay que “ser abiertos a nuevas opciones, en particular porque existen países que han cumplido exactamente las medidas del convenio marco pero los niveles de tabaquismo se mantienen”.
Levy recordó que con un modelo que compara los daños producidos por cada opción, así como los diferentes tiempos en el inicio de fumar, el dejarlo o el cambiarlo por las nuevas alternativas, se concluyó que si “los fumadores cambiaran el cigarrillo tradicional” por el electrónico se “evitarían hasta 6,6 millones de muertes prematuras”.
Los detractores de estas opciones, sin embargo, consideran que pueden provocar dependencia a la nicotina y problemas de salud similares al tabaco o servir de vía de entrada al tabaquismo para los jóvenes.
Entre los que han apostado a la nueva estrategia está la gigante tabacalera Philip Morris International, que ha reafirmado que dejará el negocio del cigarrillo para centrarse en productos potencialmente menos dañinos para adultos fumadores, entre los que se encuentra un dispositivo que calienta el tabaco por debajo del punto de combustión.
De acuerdo con la OMS, el tabaco mata a más de 7 millones de personas al año, 890.000 de las cuales son no fumadores expuestos al humo ajeno.
“El humo del tabaco contiene más de 4.000 productos químicos, de los cuales se sabe que al menos 250 son nocivos y más de 50 causan cáncer”, asegura la organización, que busca que para 2025 los países reduzcan en 30 % la prevalencia del consumo de tabaco en los mayores de 15 años y un 25 % las defunciones prematuras por enfermedades no transmisibles.