EL CAID EN SANTIAGO. Uno estaba casi feliz y cibaeño, disfrutando de uno de los proyectos más socialmente hermosos -buque insignia de la mejor solidaridad del Despacho de la Primera Dama- que presentaba los resultados de sus primeros 30 meses de existencia en Santiago. Hablo del Centro de Atención Integral para la Discapacidad (CAID), una institución estatal que ofrece servicio a niños con discapacidades como el Trastorno del Espectro Autista (TEA), parálisis cerebral y síndrome de Down. Hay que imaginar cómo le cambia la vida a una familia cuando tiene a su disposición una estancia infantil para su bebé, la Jornada Escolar de Tanda Extendida para sus muchachos, que es un poema de amor, si, si, pero lo del CAID es otra cosa de cristiana fragancia, pues se trata de brindar un servicio profesional y humano a esos ángeles de Dios que, por los azares de la vida, al nacer presentaron algún tipo de discapacidad. Por eso, entre tantas iniciativas gubernamentales por y para la inclusión y la integración social, uno se queda con esta, la que brinda apoyo humano, y profesional servicio a esos ángeles de Dios, Alá o el Buda.
A SUS EMINENTES E INMINENTES MAJESTADES. Como el J. Umbrales, que intentó quedarse “a vivir en tus ojos, dormirse en tu mirada y respirar con tu voz”, así quiso uno quedarse en Santiago, en el Santiago de todas las primacías americanas, para celebrar que sigan llegando estas buenas nuevas para provecho de los pobres nacionales, pero resulta que también llegando vienen Sus Excelencias, los nuevos embajadores de Estados Unidos de Norteamérica y la China Popular, doña Robin Bernstein y don Zhang Run. La señora doña Robín llegó ayer y nos reiteró las prioridades de su gestión: seguridad ciudadana, educación, mejoramiento de capacidades para enfrenar desastres naturales y los programas de enseñanza del inglés, además de otras tantas iniciativas sociales o institucionales. Por su parte, el señor Run escribió ayer en este Listín Diario e hizo lo propio con sus solidarias prioridades. Uno aplaude el buen gesto, la mano amiga de los señores, pero precisamente porque estamos hablamos de países amigos, es bueno dejar bien claro que, “a mayor amistad, mayor claridad”. Por todo lo anterior y para mejor comprensión de Sus Excelencias, les cito aquí una frase parida por la sabiduría del pueblo dominicano: “Lo que duele no es el cuerno, sino el cuchicheo”. Y no hablo ahora del adulterio carnal sino del adulterio diplomático. Hablo de ese cuchicheo de andar los embajadores procónsules imperiales por los medios de comunicación y los almuerzos nacionales cantando nuestras penas y miserias como si un Juancito Pérez Vidal, alias, Tito, fueran.
LO QUE DUELE. Entonces, muy señores míos, os ruego que sus querellas y exigencias sobre tal o cual tema las compartan con el Presidente de la República en la intimidad de su despacho, que los sillones fueron tapizados recientemente y el jugo de lechosa que ahí se brinda es de primera, de la Payán original, que no es cualquier cosa. E inviten a sus respectivas embajadas a quienes deseen comentar o sugerir algún asunto, pero eviten el cuchicheo mediático de pasillos, estudios de televisión o públicos almuerzos sino-domínico-americanos, mis señores. Los impúdicos actos de adulterio imperial, los dominicanos los sobrellevamos con estoicismo y resignación, reconocida nuestra dependencia política y la vulnerabilidad de nuestra economía, pero, por favor, Sus Majestades, eviten el cuchicheo.
NI ZOL, NI CDN, NI MCKINNEY PARA COLOR VISION. Eviten el cuchicheo, ya dije. Nada de ir por ahí cantando y contando nuestras miserias éticas o institucionales. Mucho me gustaría invitarles al Enfoque Matinal de CDN, a los SOLES de ZOL o a nuestro McKINNEY sabatino para Color Visión, pero no. Cuando les llame mi productora, díganle que no. No está bien encontrar uno al Embajador Dominicano en Washington o Pekín, analizando las miserias de países amigos y soberanos como los de Ustedes. Bienvenida sea, doña Robin, entre y siéntese don Zhang Run, el vino va por la casa, y el banilejo café Santo Domingo ya está puesto. ¡Bienvenidos! Y que sus asistentes dominicanos les expliquen en detalle, esa verdad bíblica de racionalidad cartesiana e inspiración dominicana: “Lo que duele no es el cuerno, sino el jodido cuchicheo”. ¡Bienvenidos sean Sus Mercedes!
LISTIN DIARIO