El Gobierno dominicano parece que confunde su aprobación por la población, la cual es buena, con intención de voto a favor de la reelección del presidente Luis Abinader, razón por la cual se da el lujo de que el partido que lo llevó al poder se desarticule. Por lo menos luce desarticulado, al no conocerse a ningún organismo medio operando y diputados y senadores de esa entidad política “botando diablos”, en las sesiones de sus hemiciclos, contra los funcionarios.
La aprobación del Gobierno no puede ser mala, pues en un ejercicio de objetividad se observa a una cúpula del Ministerio Público constituida por profesionales honorables, el manejo de la pandemia es el mejor y hasta el momento se puede apreciar cierta transparencia en la administración de los recursos públicos por parte de los incumbentes de los órganos estatales.
El único disgusto que se observa en la población es sobre la inflación de los productos de la canasta familiar, a pesar de que el dólar norteamericano se encuentra estable. Las autoridades atribuyen las alzas al aumento de los precios de insecticidas y otros químicos usados en la producción de los diferentes rubros agrícolas. Sin embargo, muchos economistas consideran que los aumentos de fertilizantes en el mercado internacional no son significativos, que no se corresponden con los altos porcentajes registrados en las alzas de los alimentos.
Aunque con algunos escollos el Ministerio Público viene realizando un trabajo serio y objetivo en el combate a la corrupción pública y la impunidad. Hasta el momento los expedientes de corrupción pública conocidos cuentan con sobradas pruebas, lo que genera la aprobación y el aplauso de la población.
Sin embargo, muchos no se dan cuenta que solo se ha tocado el entorno del expresidente Danilo Medina, al procesar a varios de sus hermanos biológicos y al antiguo jefe de su seguridad, el general activo Adán Cáceres Silvestre. Solo faltaría llegar al propio Medina, sin que la persecución judicial toque a los demás integrantes del Comité Político, sobre todo a los que fueron funcionarios durante 20 años y estuvieron envueltos en escándalos de corrupción.
Despierta todavía mayor sospecha que la acción del MinIsterio Público no haya dirigido la mirada hacia el doctor Leonel Fernández y parte de sus seguidores involucrados en sonados casos de corrupción.
Durante el primer período gubernamental de Fernández, 1996-2000, se implementó el Programa Peme, el cual descansaba en múltiples nominillas para dotar de dinero a personas que no ofrecían ningún servicio al Estado dominicano, bajo el lema de “pagar y no pegar”.
Sin embargo, la gran estafa contra el Estado radicó en el Proyecto de Capitalización de Empresas del Estado, mediante el cual se vendieron todas las instituciones del grupo CORDE y los ingenios azucareros del Consejo Estatal del Azúcar. Ya no están las empresas, pero el destino del dinero tampoco se conoce.
La gente demandaba justicia, pero al llegar Hipólito Mejía en el año 2000 anunció que los expresidentes merecen respeto y son intocables, pese a que el Art. 39 de la Constitución República establece la igualdad de todos los dominicanos. Y el propio Código Penal –el viejo, que todavía está vigente– en ningún artículo concede ese tipo de privilegio a un antiguo jefe de Estado.
Al regresar Leonel Fernández en el 2004 se retomó en grande el festival de actos de corrupción, al construirse el Metro de Santo Domingo, considerado por ingenieros, con experiencia en este tipo de obras, como el más caro del mundo, al producirse una sobrevaluación que comprometía inclusive a legisladores de ambas cámaras.
Está, además, el leonino contrato con la SunLand, donde hubo una escandalosa sobrevaluación de las obras, las cuales, de paso, fueron entregadas incompletas e inconclusas. Otro escándalo que sonó fue el de la compra de los aviones brasileños Súper Tucano.
Leonel Fernández le puso la “tapa al pomo” con el contrato con la Barrick Gold, donde esta compañía extranjera explotaba el oro de Pueblo Viejo, Cotuí, mediante el 97% de los beneficios y el 3% para el Estado dominicano. ¿A cambio de qué se regaló nuestra riqueza en un hecho que involucra la complicidad de los legisladores del PLD y de la propia oposición? El hecho es que a Pueblo Viejo solo le quedaba el sucio y enfermedades generadas por la propia explotación de la mina.
Solo en un país sin instituciones, en efecto secuestradas por Leonel Fernández y el PLD, se pueden registrar escándalos similares sin sanción judicial alguna.
Es cierto que la actual Procuraduría General de la República viene exhibiendo objetividad en el conocimiento de expedientes, pero no es menos verdad que brilla por la falta de imparcialidad, por lo menos hasta la fecha, pues no ha dirigido la mirada hacia el doctor Leonel Fernández, que políticamente se crece y corre por el carril de adentro con miras al certamen electoral del año 2024.
Es prematuro para realizar proyecciones futuristas, pero la verdad es que la única organización política que muestra crecimiento es la Fuerza del Pueblo, que a diario juramenta personas en todo el territorio nacional, mientras el PLD luce aniquilado, con una imagen moral altamente deteriorada.
Se pensó que el Ministerio Público retomaría el caso Odebrech, pero se le ha dado de lado, se ha echado al olvido, actitud que algunos atribuyen a la presencia de Díaz Rúa y de otros personeros de la Fuerza del Pueblo que están comprometidos con los sobornos y sobrevaluación de obras del Estado.
No sé si el Gobierno tiene responsabilidad en la selección de expedientes, por parte del Ministerio Público, que hunden a una organización y dan luz verde a otra para que corra sin obstáculo. Lo aconsejable es que se conozcan todos los casos de corrupción pública independientemente de colores políticos.
Además, muchos observan con preocupación que Leonel Fernández es dueño de más de la mitad de la administración pública y el grueso de los miembros del cuerpo diplomático está constituido por seguidores suyos.
Para muchos analistas políticos Luis Abinader ganó por el descrédito del PLD, pero sobre todo por la división de esa organización, la cual ahora Leonel Fernández la está reunificando en torno a su figura en la Fuerza del Pueblo, lo que viene a coincidir con un PRM que luce desarticulado, todos los dirigentes tienen “truño”, y con la confusión de Luis Abinader que piensa que la buena aprobación de su gestión es sinónimo de intención de voto a su figura.