La irrupción del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) a la administración del Gobierno en el periodo (1996-2000) generó en amplios sectores de la sociedad dominicana grandes expectativas. ¡Fue su gran debut!
La llegada al poder del PLD significó para algunos, la ruptura definitiva con un pasado lleno de atraso social y económico, estancamiento institucional y el cierre de un ciclo para una parte del liderazgo político criollo encabezado por el doctor Joaquín Balaguer y el profesor Juan Bosch.
Mientras que para otros, el desembarco del partido de la estrella amarilla en el Palacio Nacional, fue visto como la oportunidad para producir los saltos hacia delante que necesitaba el país para ese momento.
Para una buena parte del país, nacía y se exponía ante el pueblo dominicano un nuevo liderazgo al frente de conducción del Estado, una generación de jóvenes formados, con extraordinaria y marcada vocación política y sensibilidad social.
Ahora bien, luego de ese periodo, en donde propios y extraños estimaron como una gestión positiva para el país, por sus innegables avances en el ámbito de la modernización institucional del Estado y la infraestructura física, hay algunos puntos en sus gestiones sucesivas que estigmatizan y opacan su legado al decir de algunos. Veamos.
Por ejemplo, dentro de los puntos negros más terribles que se le atribuyen durante las gestiones (2004-2012) está la increíble permisividad con cosas no muy santas que le confería el presidente de turno a los funcionarios de su gobierno.
También, su incompresible ambición política durante esos referidos periodos gubernamentales de querer concentrar y controlar todos los estamentos y poderes del Estado, aún fueran legítimamente.
De igual manera, el persistir en el convencimiento de que es necesario mantener un esquema clientelar oneroso y humillante, tanto a los de arriba como a los de abajo, mediante políticas asistencialistas y exenciones.
En cambio que, durante las gestiones gubernamentales peledeìstas (2012-2020) los destellos que con mayor intensidad brillan sobre el firmamento político, económico y social, es el desborde de una supuesta corrupción administrativa acompañada de un régimen de impunidad, entre otras cosas. Ante este panorama que significó el PLD para el país: ¿Esperanza o frustración