Por JUAN TORRES
Confieso que escribo este artículo motivado por otro publicado hoy mismo (30 de mayo 2023) en el portal “Pronosticamedia” por el admirado amigo Eloy Alberto Tejera. Las reflexiones de Eloy son muy valiosas, por cuanto Leonel se avecina al otoño personal, intelectual y político, en momentos en que su estrella no se apaga, pero tampoco brilla como antes.
Yo conocí a Leonel Fernández en la oficina de Sócrates Tejada, (168 y Ámsterdam) que era en 1991 algo así como la embajada de los teóricos dominicanos de postguerra del 65. Me cayó muy bien Leonel, pues a pesar de mis tragos y mis travesuras intelectuales cuestionando la integridad lógico-literaria de los cuentos de Juan Bosch, desde “La noche buena de encarnación Mendoza”, hasta “El indio Manuel Sicuri”, Leonel se mantuvo sereno y no me contradijo. Desde entonces he mantenido una postura equidistante respecto al personaje político-intelectual; pero ahora vengo con lo mío.
Resulta que Leonel, desde ese lejano 1991, (cuando compartimos los videos de Fidel Castro en el apartamento de Sócrates Tejada, en el 8vo. piso de “Taino Towers”, junto a Viriato Sención) se ha transformado totalmente. Yo sé que Leonel ha leído los clásicos de la filosofía griega y universal; y que enjundia intelectual le sobra. Pero ¿Por qué enmarañarse en esta vorágine política que solo lo conducirá al fracaso?
Para las elecciones de 2024 Leonel tiene un 5% de probabilidad de ganar. Para las de 2028 sería un serio candidato, y hasta podría ganar. Pero ¿a qué precio, Leonel? Gobernaría en medio de dos anillos: su entorno de turiferarios y matarifes y el cerco de lobos feroces que lo adversan. Y así es imposible repetir su hazaña de 1996.
Es mejor reservar la gloria para cuando nos haga falta, estimado Leonel; y no mendigarla mediante campañas multitudinarias en las que se confunden tuertos, mancos, traidores, adeptos de siempre, saltimbanquis, oportunistas y mediocres disfrazados de líderes. En fin, farsantes de toda calaña. “Los caminos de la vida, no son como yo pensaba.”
Yo creo que la gloria que espera a Leonel podría estar en la OEA; o en la creación literaria; o en la promoción de su hijo Omar; o en otra parte. Sería muy alentador para el país tenerlo como referente de moderación y consejero, al estilo de un Salón caribeño.
Todo depende de él. Si se deja consumir por el Ego, su estrella terminará apagándose; pero si recapacita y se deja aconsejar por la sabiduría del Tiempo, podría descansar satisfecho en los jardines del retiro honroso, rodeado del cariño y la admiración de sus compatriotas, como lo hace José Mujica actualmente.