Por razón de ética y de delicadeza, a muchos no les gusta –ni aceptan- la expresión o tesis de un sin número de prácticos del patio y de otros lares, de que «en política se hace lo que conviene”. Con la misma línea de practicidad o de pies en tierra coinciden los que afirman a viva voz que “la política se nutre de realidades”, no de ilusiones o de aspiraciones sin sustento.
También, aquello de que “en política todo es posible”. El reciente acuerdo FP-PRD-PLD dado a conocer oficialmente por el ingeniero Miguel Vargas, designado vocero de lo que ya se veía venir, nos hizo recordar una columna en la que advertíamos sobre “los riesgos de una mala junta”, que mereció que el amigo doctor Fidias Aristy, ex titular del Consejo Nacional de Drogas y de la Liga Municipal Dominicana, nos llamara y, tras hacernos partícipes de una serie de vivencias y anécdotas de valor histórico que maneja, defendiera la tesis de que: ”en materia de alianzas hay que taparse la nariz, no excluir, y obtenido el triunfo, entonces seleccionar lo mejor para gobernar”.
En verdad, después que Balaguer y Bosch se unieran para levantarle la mano a Leonel Fernández y hacerlo presidente, y que los eternos rivales PLD y PRD, vía Danilo y Miguel, fueran aliados a un torneo electoral, ya nada en materia de la política partidaria criolla es imposible ni ha de sorprender a nadie.
Sí extraña que un ilustrado como Ramón Alburquerque se ciegue en su valoración hacia el ingeniero Vargas, quien -aparte posibles errores y deslealtades de algunos protegidos– manejo con éxito las relaciones internacionales del país y fue un buen Canciller.
Contrario a la condición de difunto, por algo le escogieron como vocero para el anuncio del acuerdo tripartido que se haría en el hotel El Embajador, como parte del frente opositor que ya integran el PDI, de Ismael Reyes; el PQDC, de Elías Wessin y el BIS, de Peña Guaba, entre otros en carpeta, con el que, sin duda, la oposición dio un golpe de efecto y llevó una dosis de preocupación a litorales del PRM en el poder.
Y es lógico, porque se habría buscado neutralizar la cabeza del PRD, pero también apostar a que el acuerdo FP-PLD, al nivel que fuera, no se diera. Por allí se sabe que no es verdad la especie, vendida con insistencia, sobre una supuesta alta tasa de rechazo de Leonel y de que la Fuerza del Pueblo, pese al crecimiento que exhibe el proyecto, no tendría estructura diseminada en la geografía nacional.
Por demás, olvidó el hombre del famoso “entre t’ooo”, no solo que a nadie con determinado nivel político se le debe considerar “un muerto” y descartar, mientras la persona aspire, espere y respire, sino que Miguel -beneficiado con la coyuntura que se le presentó- era el más indicado para mediar y hacer de vocero, porque es amigo y le podía llegar con facilidad a las dos principales figuras llamadas a darle el visto bueno a lo que sería -recordando al amigo Hatuey en un planteamiento al doctor Balaguer en un momento especial: “el acuerdo en el desacuerdo”, Leonel y Danilo.
Ambos examigos y excompañeros no tenían que estar presentes ni juntos –como no lo tuvieron Luis y el primero, en ocasión de la alianza parcial PRM-FP del 2020 para sacar del poder al PLD y a los que lo controlaban-, para que el acuerdo no sea sólido.
Se pierde en lo claro el que crea lo contrario. Para hacer el trabajo y las cosas posible se encargó a mediadores. Y los que busquen sacarle filo al acuerdo opositor, pese a las distancias y las formas que se guarden, apunten que a Leonel y a Danilo no los verán juntos, ni a uno levantándole la mano al otro. Por mera delicadeza, entre otras cosas. Recordemos que solo cuando Leonel le levanto la mano a Danilo para hacerlo presidente estuvieron juntos en la campaña, que se dividió en tres frentes comandados por Medina, Fernández y Margarita, con cada cual por su lado.
Ahora con mayor razón para -aun llevados por la realidad y las circunstancias políticas a un “acuerdo parcial dentro de sus desacuerdos” a coincidir en ser y hacer oposición al PRM y al gobierno de Luis Abinader- guardar que, a las dos principales figuras del Frente Opositor, en formación, no se les vean ni “juntos” ni “reburujados”.