Las fuerzas de seguridad libanesas lanzaron gases lacrimógenos y se enfrentaron el sábado a manifestantes que lanzaban piedras en Beirut, en medio de una creciente furia por la explosión de esta semana que devastó gran parte de la ciudad y mató a casi 160 personas. La tragedia dejó al menos 5.000 heridos y decenas de personas seguían desaparecidas.
Durante las protestas del sábado un grupo de manifestantes irrumpió en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Algunos de los miles de personas que llegaron a la plaza principal de la capital de Líbano colgaron sogas simbólicas en la Plaza de los Mártires para que, dijeron, sean ahorcados los funcionarios responsables por el estallido que devastó gran parte de la capital.
La tragedia ocurrió por la explosión de miles de toneladas de nitrato de amonio almacenadas en el puerto de forma inapropiada desde hace seis años. La explosión, aparentemente desatada por un incendio, fue la más grande en la historia de Líbano y dejó a cientos de miles de personas sin hogar. Causó daños calculados de entre 10,000 y 15,000 millones de dólares, de acuerdo con el gobierno de Beirut.
El desastre elevó la furia popular a un nuevo nivel en un país que trataba de recuperarse de una crisis económica y financiera sin precedentes y que está al borde de la bancarrota. La clase dirigente, compuesta en su mayoría por antiguos líderes de la época de la guerra civil, es responsabilizada por la corrupción generalizada, la incompetencia y la mala gestión que contribuyeron a la explosión del martes.
“Renuncien o a la horca”, decía una pancarta sostenida por manifestantes, que también planeaban realizar un funeral simbólico por los muertos. También se instalaron sogas a lo largo de los puentes exteriores al puerto.
Uno de los asistentes, Khodr Ghadir, de 23 años, dijo que la soga era un símbolo de advertencia para todos los que han estado en el poder durante los últimos 30 años. “Lo que pasó fue una chispa para que la gente volviera a las calles”, declaró.
En un cartel se leían los nombres de los muertos, sobre una foto de la enorme nube en forma de hongo que causó la explosión. “Estamos aquí por ustedes”, agregó.
En un discurso televisado el sábado por la noche, el primer ministro Hassan Diab dijo que la única solución era celebrar elecciones anticipadas, que planeaba proponer en un proyecto de ley. Hizo un llamado a todos los partidos políticos para que dejen de lado sus desacuerdos y dijo que estaba dispuesto a permanecer en el cargo durante dos meses para dar tiempo a los políticos para trabajar en reformas estructurales.
Sin embargo, parecía poco probable que la oferta calme la creciente furia en las calles.
En el centro de Beirut, algunos manifestantes arrojaron piedras a las fuerzas de seguridad que respondieron con fuertes gases lacrimógenos. Cerca del Parlamento, los manifestantes intentaron saltar las barreras que cerraban las calles hacia la legislatura. Posteriormente, los manifestantes prendieron fuego a un camión que era parte de la operación para erigir barreras en un camino que conduce al Parlamento.
Al menos 142 personas resultaron heridas en los enfrentamientos y 32 de ellas tuvieron que ser trasladadas al hospital, según la Cruz Roja. Se vio a varios manifestantes, con sangre corriendo por sus rostros, mientras eran llevados a otro sitio para recibir atención. En cierto momento se escucharon disparos, pero no fue posible saber su origen.