Según narró la señora Ana Fernández, propietaria de la residencia, aún no sabe expresar con exactitud que ocasionó el siniestro ya que a momento de ocurrir se encontraba llevando unos alimentos a casa de su madre.
En medio de la turbulencia la dama lloraba desconsoladamente tras perder todos los ajuares de su hogar; además no saber el paradero de su nieto quien había salido de la escuela minutos antes.
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