SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Han pasado 30 años de la desaparición, el 26 de mayo del 1994 del doctor Narciso González Medina, mejor conocido como “Narcisazo”.
A la hora de su desaparición González tenía 52 años. Era una figura muy conocida en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde fue catedrático de la facultad de Humanidades y en la cual estuvo siempre haciendo vida diaria y participando, desde muy joven, en movimientos revolucionarios.
Se dice que el mote de “Narcisazo” le fue endilgado por el dirigente de izquierda Amaury Germán Aristy. Este, precisamente, fue el pseudónimo que utilizó en la década de los 70 en el periódico La Noticia para publicar una columna de sátira política denominada “El Pueblo Se Queja en Verso”, la cual fue muy popular por sus frecuentes y punzantes críticas al régimen de Joaquín Balaguer.
Su desaparición se produjo justo un día después de que, en una asamblea de profesores de la UASD, hiciera fuertes críticas al entonces Presidente y a jefes militares y otros funcionarios de su entorno. En ese momento había tensión política debido a que el principal partido de oposición, el Revolucionario Dominicano (PRD), denunciaba un fraude en las elecciones que habían sido celebradas hacía diez días.
Un discurso y un artículo
En su discurso Narciso acusó a funcionarios civiles y militares de ser los “corresponsables y beneficiarios” del fraude electoral, y exigió a las autoridades y profesores de la UASD “una actitud de compromiso con los intereses del pueblo”.
Días antes, había publicado en una revista que se editaba en Nagua, denominada “La Muralla”, un artículo titulado “Diez pruebas que demuestran que Balaguer es lo más perverso que ha surgido en América”. En esa publicación definió al entonces gobernante como “asesino, delincuente, inmoral, pandillero, tramposo, maquiavélico, miserable, cínico, dañino, corrupto, alevoso, servil y pervertidor”.
El día de su desaparición
Al momento de su desaparición Narciso vivía en la calle Luis Reyes Acosta número 305 del sector Villa María, en Santo Domingo. Estaba casado con la profesora Luz Altagracia Ramírez González (Taty), de 43 años, con la cual había procreado cuatro hijos: Amaury, Ernesto, Rhina y Jennie.
Sus familiares afirman que él se levantó a la hora habitual y se marchó poco después de las 9 de la mañana.
Narciso era amante de las apuestas hípicas. Versiones señalan que luego de salir de su casa el 26 de mayo fue visto alrededor de las 10 de la mañana en una agencia de la calle Peña Batlle donde tomó un programa de caballos. Posteriormente visitó la UASD y en la tarde fue visto por una señora que vendía café en el hipódromo Perla Antillana, que entonces estaba donde está ahora la Plaza de la Salud.
El 28 de mayo del 1994, dos días después, la esposa dió parte de la desaparición a la Policía, la cual junto a familiares y amigos de Narciso visitaron hospitales, clínicas, recintos policiales, cárceles, parques, el hipódromo Perla Antillana, la UASD y otros lugares, sin obtener resultados positivos.
«Secuestrado por militares»
Entonces, surgió la versión de que Narciso había sido secuestrado por militares. (Ni los familiares del desaparecido ni la Policía han precisado nunca de dónde provino la misma. Los primeros han dicho y sostienen que la desaparición de éste fue una consecuencia del discurso y el artículo.
El 26 de mayo del 1995, un año después, familiares de González depositaron en el Juzgado de Instrucción de la Séptima Circunscripción del Distrito Nacional una querella con constitución en parte civil en la que responsablemente señalaron que “el día de la desaparición estuvo como a las 2:30 de la tarde en el hipódromo Perla Antillana y los señores José Luís de León Sánchez y Dionisio Patiño Infante afirmaron haberle visto entrar en la noche al cine Doble, ubicado en la avenida Duarte, y salir alrededor de las 11:00”.
Indica la querella que “por diferentes fuentes se ha informado que el doctor Narciso González, alrededor de las 12:00 de la noche del día 26 de mayo, fue introducido por hombres con armas de fuego, de aspecto militar, frente al local del Centro de Otorrinolaringología, ubicado en la calle 27 de febrero casi esquina Leopoldo Navarro, en la jeepeta Mitsubishi Montero azul, cuya placa es la número O-11172”.
Agrega: “Varias personas de reconocida trayectoria pública, regularmente bien informadas, entre las que se puede mencionar al ingeniero José Rafael Cuello, en los días posteriores a la desaparición del doctor Narciso González, aseveraron por radio y televisión que éste fue detenido por el J-2, siendo llevado a la Secretaría de las Fuerzas Armadas donde fue torturado y posteriormente trasladado al destacamento de la Policía Nacional ubicado en la calle Bolívar esquina Rosa Duarte, negándose dicha dotación policial a recibirlo. De ahí lo trasladaron al Palacio de la Policía Nacional, donde tampoco lo reciben en razón del deterioro físico en que se encontraba, siendo durante el retorno cuando se produce su deceso, siempre conforme al testimonio de la fuente antes señalada”.
Señala que “lo que termina por confundir el carácter y naturaleza política de la desaparición del doctor Narciso González así como el hecho de que la misma procedió del Gobierno o de funcionarios o personajes vinculados a éste, lo aporta la actitud ineficiente, timorata y cómplice de la Policía Nacional en lo que respecta a la investigación de este hecho criminal”.
Indica que “la Policía Nacional, tan eficiente y perpicaz en la persecución de determinadas infracciones, en este caso no se molestó en investigar a ninguna de las personas y funcionarios que en los días precedentes había señalado por su nombre el doctor González como los responsables de la situación que en ese momento consternaba a la nación dominicana”.
Recomendaron fueran investigadas 16 personas
Los familiares de Narciso González concluyeron recomendando que fueran investigadas las personas que fueron nombradas por él en la revista y en el discurso, es decir, “Manuel Guaroa Liranzo, Aníbal Páez, Juan José Arteaga, Rafael Bello Andino, Ramón Pérez Martínez” así como los que eran jefes de la Policía, la Fuerza Aérea y el Ejército al momento de la desaparición del Profesor. También el capitán de corbeta Luis Rafael Lee Ballester, el exraso Miguel E. Bonilla Faña, el exmayor Viriato Alcides Brito Pillier y los nombrados Manuel Vanegas, Claudio de los Santos, el mayor Olimpo Cuevas Acosta y el coronel piloto Reyes Bencosme. Además, que fueran procuradas las declaraciones del doctor Joaquín Balaguer quien dijo públicamente que éste era “un crimen difícil de resolver” en momentos en que aún no se daba por muerto al doctor Narciso González.
Designaron comisión
Debido a la resonancia que tuvo la noticia sobre la desaparición del Profesor y ante el cúmulo de especulaciones que se hacían respecto a este hecho, la Policía designó una comisión especial para investigarlo, integrada por los coroneles Luis Manuel Tejeda Fernández y Manuel R. Núñez Paulino y el teniente coronel Rafael O. Bencosme Candelier.
El 4 de junio la misma, acompañada de un ayudante del Fiscal del Distrito Nacional, allanó la casa número 5 de la calle Reparto 16, del barrio Enriquillo, pues los familiares del desaparecido dijeron haber recibido una llamada telefónica de alguien que señalaba que Narciso se encontraba “secuestrado” allí. Se determinó que en aquel lugar residía el señor Servio Lebrón, excabo de la Policía Nacional, pero las autoridades no encontraron allí nada comprometedor. Lebrón sostuvo que ni siquiera conocía al profesor González.
No salió del país
El 14 de junio el Director de Migración dirigió un oficio al Comandante del Departamento de Investigaciones de Homicidios de la Policía, teniente coronel Rafael O. Bencosme Candelier, informándole que el doctor Narciso González Medina no aparecía registrado como que hubiera salido del país entre el 25 y el 30 de mayo del 1994.
Ese mismo día Bencosme Candelier remitió un oficio al Director del Laboratorio de Criminalística de la Policía solicitando un experticio a la jeepeta Mitsubishi Montero placa 0-11172 en la cual, según los familiares, Narcisazo habría sido “introducido” la noche del 26 de mayo del 1994. El 24 de junio la Policía, acompañada de un ayudante del Fiscal del Distrito Nacional, practicó otro allanamiento en la casa número 45 de la calle Julio C. Limba, del barrio Altos Rosa, pero tampoco encontraron allí al desaparecido.
Entre el 25 de junio y el 2 de julio el Laboratorio de Criminalística de la Policía expidió certificaciones sobre los análisis realizados a la referida jeepeta, señalando en todos los casos que no había encontrado en la misma “ningún indicio comprometedor”. Este vehículo resultó ser propiedad del Banco Central y estaba en ese momento asignado al capitán de corbeta Luis Rafael Lee Ballester. Era manejado con frecuencia por el exraso Miguel E. Bonilla Faña y estaba bajo la supervisión del exmayor Viriato Alcides Brito Pillier, quien era en ese momento encargado de la División de Transporte de la institución bancaria.
Lee Ballester fue uno de los primeros en ser interrogado por la Policía. Sostuvo que nunca había visto a Narciso González Medina ni a su esposa, y que en torno a la desaparición de este último sólo había escuchado la noticia por los medios de comunicación. Admitió que tenía asignada la jeepeta Mitsubishi Montero placa oficial 11172 y que se quedó sorprendido cuando se enteró de que familiares del profesor universitario habían dicho en un programa radial que su pariente había sido introducido en ese vehículo. Declaró que aunque la jeepeta también era conducida por un chofer del Banco Central de nombre Miguel Bonilla Faña, él no recordaba habérsela prestado o que éste la hubiera conducido en ausencia suya el 26 de mayo. Sostuvo que por las noches la jeepeta permanecía en el parqueo del edificio donde él (Lee Ballester) residía, y que no acostumbraba a prestarla. Dijo desconocer quién hizo las acusaciones en su contra y sostuvo que, aparentemente, se trataba de alguna persona que deseaba hacerle daño a la institución donde él en ese momento trabajaba.
El señor Viriato Alcides Brito Pillier, encargado de la división de transporte del Banco Central, declaró que no conocía a Narciso González ni a sus familiares, y que como el vehículo mencionado estaba asignado al capitán Lee Ballester, él ignoraba las actividades realizadas en el mismo por dicho oficial. Aclaró que en el Departamento de Transportación del Banco Central no se permitía cambiar placas a los vehículos.
El exraso Miguel Bonilla Faña declaró que durante las noches el vehículo en cuestión permanecía en el parqueo del edificio donde residía Lee Ballester, y que era totalmente falsa la versión de que la noche del 26 de mayo el profesor Narciso González fuera introducido al mismo. A su juicio, esta versión pudo haber sido propalada por personas interesadas en despistar a los investigadores y hacer daño a Lee Ballester o a la Marina de Guerra.
Otro uniformado llamado a interrogatorio fue el entonces coronel de la Policía, Ramiro Terrero García, quien era comandante de la zona Sur de Santo Domingo, con asiento en el destacamento de Gascue. Sostuvo que era incierto que la noche del 26 de mayo del 1994 hubiera recibido allí a personal del DNI, y que con relación a la ausencia del doctor González sólo sabía lo que habían dicho los medios de comunicación y las instrucciones de la Jefatura de la Policía en el sentido de activar la localizaciónd e esa persona. En términos parecidos se pronunciaron el segundo teniente Víctor Manuel González Núñez, el sargento Inocencio Trinidad Velorio, el cabo Juan Antonio Liviano Pirón, el cabo Santo Salvador Antuna y Antuna, y el raso Luis Manuel Santana Pantaleón, quienes estuvieron laborando en el Departamento de Gascue en mayo del 1994.
La mujer que vendía café en el hipódromo Perla Antillana y vió a Narciso González en ese lugar resultó ser Lucrecia Puente Mateo (alias Miriam). Al ser interrogada informó que, ciertamente, vió a Narciso alrededor de las 2:30 de la tarde y que éste le manifestó que casi se estaba yendo. Cerca de las 5:00 de la tarde, según dijo, lo volvió a ver en el mismo lugar.
El mecánico Danilo Cecilio Nazario (alias Renco) dijo que vió a Narciso abordando un autobús público luego de estar en el hipódromo Perla Antillana, y que alrededor de las 6:00 de la tarde él (Danilo) se quedó en la esquina de las calles Bartolomé Colón y Tunti Cáceres.
El profesor Dionisio Patiño Infante declaró que vió a Narciso entre las 6:45 y las 7:00 de la noche del día 26 de mayo del 1994 cuando entraba al cine Doble, y luego lo vió salir del mismo lugar.
El administrador del cine, José Luis León Sánchez, dijo que con respecto a la desaparición sólo había escuchado lo que habían informado los medios de comunicación.
La taquillera del cine, Mercedes M. Encarnación Abreu, dijo que no conocía a Narciso y que no podía recordar si lo había visto en ese lugar.
Ante la versión de que Narcisazo había sido visto en el Palacio de la Policía, los investigadores interrogaron a Vicente Cruz Santamaría (alias Williams), un recluso que alegadamente había ofrecido este testimonio. Dijo que, ciertamente, estando él detenido en la Casa de Guardia del Departamento de Investigaciones de Falsificaciones se enteró a través del periódico Ultima hora de la desaparición de Narciso, y que él comentó a otros reclusos que le parecía haber visto entre el 20 y el 21 de mayo del 1994 a una persona de esas características. Aclaró que en ningún momento él afirmó «en absoluto» que se tratara de dicho doctor, sino que se parecía, y que finalmente descartó la posibilidad debido a que fue cinco días después cuando desapareció Narciso.
Nunca interrogaron a José Israel Cuello
Nunca se ha especificado por qué los investigadores no comenzaron su labor interrogando al ingeniero José Israel Cuello, mencionado como los familiares de Narcisazo en su denuncia-querella el 26 de mayo del 1995 entre las personas «de reconocida trayectoria pública, regularmente bien informadas” que en los días posteriores a la desaparición aseveraron por radio y televisión que Narciso “fue detenido por el J-2, siendo llevado a la Secretaría de las Fuerzas Armadas donde fue torturado y posteriormente trasladado al destacamento de la Policía Nacional ubicado en la calle Bolívar esquina Rosa Duarte, negándose dicha dotación policial a recibirlo”.
Contradicciones entre familiares
Como parte de sus investigaciones tras la desaparición de Narcisazo en el 1994, la comisión designada por la Policía Nacional interrogó a los familiares de este último. El primer testimonio que figura es el de su esposa, Luz Altagracia Ramírez de González, quien comenzó señalando que el 26 de mayo del 1994 cuando se produjo la desaparición, ella y su marido amanecieron en su residencia en compañía de sus hijos. Agregó que ella se levantó alrededor de las 6 de la mañana y, luego de realizar sus actividades normales, salió a hacer ejercicios físicos en el mismo sector Villa María. Entre otras cosas, declaró que entre ella y su esposo no existían diferencias matrimoniales, con excepción “de aquellas normales entre parejas”. Dijo que tampoco su esposo tenía problemas con sus hijos.
Al momento de su desaparición Narcisazo tenía 52 años y su esposa 43.
Agregó que el único problema que confrontaban era con la casa en que residían, ya que su propietaria y un hermano suyo de nombre Luís se la habían pedido.
Luz Altagracia reveló que un tiempo atrás ella había sostenido una pequeña discusión con Luís porque éste le había hablado mal, y que en abril (un mes antes de la desaparición) éste volvió a la residencia y les preguntó: “En qué están ustedes con la casa?”. A seguidas, según la declaración de la esposa de Narcisazo, Luís expresó: “Pues, deben mudarse urgentemente; recuérdese lo que le pasó a las gentes que no se mudaron al pedírsele una casa y los quemaron”. (Luis hizo alusión a un incidente ocurrido en esa época entre un casero y unos inquilinos, quienes se enfrascaron en una discusión en un barrio capitaleño la cual degeneró en una trifulca en que el primero roció gasolina a una vivienda y la quemó con varias personas dentro).
Luz Altagracia reveló que en la última semana de mayo Luis se presentó de nuevo y en ese instante llegó Narciso, por lo que ambos entablaron una discusión. Afirmó que Luis salió a la calle y en tono desafiante vociferó: “Tú verás lo que va a pasar, pues tú te quieres quedar con la casa!!”.
Narró que el 14 de mayo se produjo un tercer incidente cuando Narciso estaba observando una marcha del Partido Revolucionario Dominicano y Luís le dio un trompón por la espalda. No especificó cómo concluyó esta rencilla. Reveló que Narcisazo sufría de epilepsia. Atribuyó, sin embargo, su desaparición al artículo que publicó en la revista La Muralla y al discurso en la UASD.
La Policía de inmediato llamó a interrogatorio a la propietaria de la citada vivienda y a su hermano. Resultaron ser Olga Altagracia Germosén de Ríos (alias Ita) y Luís Encarnación Germosén. La primera afirmó que aunque en varias ocasiones había reclamado a Narciso y su esposa la entrega de la casa, no había tenido problemas personales con ellos. Luis, de su lado, negó categóricamente que hubiera dado un trompón por la espalda al profesor. Ambos dijeron desconocer los motivos y circunstancias de la desaparición.
No “amaneció” en su casa
La hija menor de Narcisazo, Jennie, interrogada por la Policía, ofreció un testimonio un tanto diferente al de su madre. Declaró que ésta (Luz Altagracia) no amaneció el día 26 en su residencia ya que tenía un día fuera de ella en razón de que había dormido en casa de su madre, Lucila Martínez. No especificó los motivos de esta ausencia. Afirmó que sus padres confrontaban problemas matrimoniales “pero no graves”.
La primera versión en el sentido de que Narciso fue visto en el Palacio de la Policía fue ofrecida por su hijo, Ernesto González Ramírez, sin precisar dónde había obtenido este dato. Dijo que había “escuchado” que su padre había estado detenido en la tercera planta del recinto policial y que también tenía informes de que estaba detenido en el Ejército Nacional. Al igual que su madre y su hermana Jennie, atribuyó la desaparición del Profesor al artículo en la revista y el artículo en la UASD. Dijo que entre sus padres no existían problemas “de gravedad o de mayor importancia”. Sin embargo, reveló que había existido un problema entre su hermana Rhina y su padre ya que éste no aceptaba que ella llegara tarde por las noches y, como consecuencia de esta situación, ésta se fue a vivir con una prima.
Ernesto también reveló que su madre había estado fuera de casa desde el martes 24 de mayo porque una hermana suya, llamada Rosalía, estaba “preparando viaje” para el exterior y ella fue a acompañarla a casa de la madre de ambas.
Confirma ausencia
Rhina González Ramírez, la otra hija de Narcisazo, al ser interrogada por la Policía manifestó que el viernes 27 de mayo en la mañana (un día después de la desaparición) se comunicó con su madre Luz Altagracia mientras ésta se encontraba en la residencia de su madre. Informó que en ese momento Luz le comunicó que permanecería en este último lugar hasta el día siguiente.
Rosalía Ramírez Martínez, la hermana de Luz Altagracia, al ser llamada a interrogatorio no confirmó que haya estado preparando viaje para el exterior ni que estuviera “arreglando maletas”. Declaró que fue el 27 de mayo cuando se enteró de la desaparición de su cuñado a través de una llamada telefónica que le hizo su hermana. Reveló que cuando recibió esta llamada ella (Rosalía) estaba en su residencia de la calle Eusebio Manzueta 199, de Villa Consuelo.
Rosalía agregó que el domingo 29 de mayo, tres días después de la desaparición, ella recibió una llamada telefónica de una persona que se identificó sólo como militar y le dijo que a su cuñado lo tenían “en la tercera planta del Palacio de la Policía” y que ese mismo día alrededor de las 5:00 de la tarde, encontrándose ella en casa de su hermana Luz Altagracia, llegó hasta allí una joven desconocida, de color indio, mediana estatura, gordita, quien se identificó como “alumna” del profesor Narciso, y dijo que tenía mecanismos para investigar sobre el paradero de éste. Rosalía declaró que entregó a la joven una foto de su cuñado y luego ésta volvió a comunicarse con ella vía telefónica y le dijo: –“Usted sabe quien le habla?… no me voy a identificar. Ellos lo tienen. Dígales que se lo entreguen”-. Narró que tres días después recibió otra llamada telefónica de la misma persona, la cual agregó: – “Dense rápido, que lo tiene el Mayor Acosta, de Investigación, en la tercera planta del Palacio de la Policía Nacional”.
Rosalía relató que el lunes 30 de mayo alrededor de las 9 de la mañana mientras ella se encontraba en su residencia, recibió otra llamada telefónica de una persona que no se identificó y le dijo: –“Le va a hablar el doctor Narciso”. En seguida, según relató, escuchó en el teléfono a su cuñado, quien con voz muy apagada le dijo: –“Ponme a mi hija Jennie”.
Agregó que ella dijo a Narcisazo: – “Dime dónde tu estás?. Es Rosalía, es tu cuñada!!. ¿Dónde tu estás?!!”. Y él le contestó: –“No puedo, no me dejan, me tienen secuestrado”. Ella le preguntó a seguidas: “¿Te voy a buscar?” y él insistió: “No puedo, no me dejan”.
Rosalía dijo que en ese instante oyó que le quitaron el teléfono a su cuñado, razón por la cual ella exclamó: “Pero .. ¿qué es lo que Ustedes quieren?. Y una voz desconocida le respondió: “No estamos relajando, somos periodistas!!”.
La señora Rosalía González dijo que puede asegurar en un 95% que se trató de la voz de su cuñado, a pesar de que –según ella admitió- desde hacía unos 20 años venía padeciendo de problemas auditivos que se “agravaban” cuando ella tenía situaciones de tensión.
Una hermana materna del doctor Narciso González dijo a la Policía que el lunes 20 de junio del 1994 recibió una llamada telefónica de alguien no identificado que le señaló: “Clara, no te preocupes, que él está vivo”.
El Mayor Acosta Cuevas
El mayor Rafael Olimpo Acosta Cuevas, de la Policía Nacional, declaró que no conocía Narciso González ni a su esposa, y que se enteró de que éste se encontraba desaparecido a través de los medios de comunicación, por lo que no tenía nada que opinar sobre este caso.
Vecinos de la casa
La Policía interrogó también a los vecinos de la casa en donde vivía el matrimonio González Ramírez: los señores Rafael Antonio Lara Castillo, doctor Julio César Mella Mendoza, José María Almanzar Fernández, María Erminda Valdez de León (alias Bellita) y Eulogia Morales Charrón (alias Caqui), quienes coincidieron al señalar que Narciso y sus familiares eran personas poco comunicativas y que no tuvieron conocimiento de ningún incidente ocurrido en la vivienda de éste. Almánzar Fernández reveló que el profesor universitario le debía cuatro mil pesos por lo cual le pagaba un rédito mensual de 800 pesos.
Otros interrogados
Otras personas entrevistadas por la Policía fueron la profesora Ana Dolores Guzmán de Camacho, decana de la Facultad de Humanidades de la UASD; el periodista Johnny Alberto Salazar, director de la revista La Muralla, de Nagua; Francisco Octavio Mejía Moreta (alias Tavito) y su hijo Wilson Darío Mejía Villar (quienes frecuentemente visitaban el Hipódromo), Amado de Jesús Pérez (alias Nandín) entrenador del establo Oscar AM y Fabián Núñez (alias Junior), propietario de la banca de apuestas hacia donde Narcisazo supuestamente se dirigió poco después de las 9:30 de la mañana del día de su desaparición. Ninguno de ellos pudo arrojar luz sobre el caso.
Los problemas de salud de Narciso
En los tiempos previos a su desaparición el profesor Narciso González estuvo aquejado de una epilepsia de muy dificil control, debido a lo cual con frecuencia sufría crisis convulsivas en lugares públicos y fue declarado en licencia como profesor en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) así como en otros lugares donde laboró escribiendo libretos de humor.
Fabián Núñez Nivar (alias Junior), propietario de la banca de apuestas hacia donde Narcisazo fue después que saliera de su casa el día de su desaparición, reveló que ciertamente vió a éste el 26 de mayo solo y sentado en una grada del hipódromo Perla Antillana, y que no sabía que tuviera problemas. Narró que en una fecha que no recordaba a Narciso le dió un ataque de epilepsia en el interior del colmado “El Calule”, al lado de su negocio, mientras apuntaba un programa de caballos, pero le “untaron” berrón y, tras mejorarse, se marchó normalmente de allí.
González estuvo durante un tiempo recibiendo asistencia médica del doctor Santiago Valenzuela Sosa. Un historial clínico que este profesional escribió el 22 de junio del 1994 dice textualmente: “Se trata de un masculino quien tenía 47 años al momento de ser visto por primera vez en agosto de 1989, con historia de crisis convulsivas desde 1978, exploradas con Arteriografía (normal) TAC cerebral y Resonancia Magnética que mostraban lesión aparentemente cicatricial a nivel de parietal izquierdo. Al principio fue tratado con Fernobarbital, luego con Epamin. Su motivo de consulta consistió en la generalización de las crisis que al principio eran parciales (afectando el hemicuerpo derecho con clonias) pero que luego se generalizaban haciéndolo perder el conocimiento. El 21 de febrero de 1991 lo vimos por última vez en consulta. Su estado era satisfactorio y su tratamiento era llevado con absoluta regularidad. Las crisis habían sido controladas. Le aconsejamos reposo continuado y una licencia de tres meses de sus obligaciones laborales. En conclusión: se trata de un paciente con una enfermedad epiléptica refractaria de muy difícil control, relacionada con una tensión probablemente cicatricial (seguramente no tumoral) a nivel de su región temporarietal izquierda. Este tipo de paciente es un candidato permanente a un estado de mal epiléptico, condición ésta inducida por la no toma de los medicamentos antiepilépticos, fiebre, trauma, ayuno, gran tensión emocional, que puede conducir a la muerte debido a la continuidad de crisis convulsivas, lo que facilita la hipoxia cerebral, la perennización de las crisis y la muerte clínica en unas horas”.
Rumores de toda especie, no hubo acusación contra nadie
A partir de la desaparición circularon rumores de toda especie, algunos de ellos alimentados por la imaginación popular. En una oportunidad se dijo que un cadáver con las características del Profesor había sido inhumado en la noche en el cementerio de Montecristi. Esto, sin embargo, fue desmentido categóricamente por el zacateca Rafael Hernández hijo (alias Pipe) así como por otras personas.
En total, en torno a este caso, la Comisión Investigadora de la Policía interrogó 55 personas, practicó dos allanamientos y manejó decenas de oficios. Finalmente rindió un voluminoso informe pero en el mismo no se formula acusación contra nadie. El documento simplemente enumera los hechos y da cuenta de las declaraciones de cada uno de los interrogados.
Testimonio de un amigo
Uno de los testimonios más significativos del caso lo ofreció el licenciado Melchor Enrique Melo Casado. Dijo que conocía al doctor González desde el 1979 y que con frecuencia hablaba con él sobre distintos temas. Narró que la última vez que lo vió fue varios días antes de su desaparición y conversaron sobre las elecciones generales. Narciso le dijo que se le había “escamoteado” el triunfo al PRD, que había una parálisis económica y que iba a ser muy difícil (al Gobierno de Balaguer) mantenerse o subsistir en una situación post-electoral como la que se estaba viviendo. Dijo que percibió que Narciso era un firme opositor al régimen de Balaguer.
Melchor Enrique manifestó que desde que conoció a Narciso le había estado prestando dinero y que la última vez que lo hizo fue el 28 de diciembre del 1992, cuando le entregó RD$1,600 que nunca se los pagó y él nunca cobró y ni siquiera volvieron a hablar del asunto. Narró que anteriormente, el 22 de diciembre del 1991, le había prestado otros RD$2,300 pesos que tampoco pagó. Dijo que no tenía juicio preciso sobre los motivos de la ausencia de Narciso. Reveló que este último le llegó a confesar que él “se abstenía” con su esposa, Luz Altagracia, y que vivían “separados en la misma casa” aunque sin especificar los motivos.
Indicó que en lo que conoció al doctor Narciso pudo darse cuenta de que “era una persona con una inteligencia sobrenatural, con una capacidad para crear cualquier situación de convertirse en el centro de la opinión pública”.
Rumores e intrigas militares
En los ocho años siguientes, el caso se prestó no sólo para acusaciones políticas sino incluso para intrigas de uniforme. Cada vez que algún oficial militar o policial quería hacer caer “en desgracia” a algún compañero de armas, lanzaba la especie de que éste tenía que ver directa o indirectamente con este hecho. Es así como varios uniformados y ex uniformados fueron llamados a interrogatorio judicial sin que se haya podido obtener nunca una sola pista que conduzca a esclarecer la desaparición.
En los primeros días del primer gobierno de Leonel Fernández hubo un mayúsculo escándalo cuando el entonces secretario de las Fuerzas Armadas y ex jefe de la Fuerza Aérea, mayor general Juan Bautista Rojas Tabar, fue voluntariamente donde el Procurador General de la República a quejarse porque alegadamente se le quería involucrar injustamente en el Caso Narcisazo. Estas declaraciones de Rojas Tabar le costaron el puesto. Esa misma noche, en un discurso por radio y televisión, el Presidente de la República anunció la destitución suya, poniendo fin de esa manera a una larga carrera militar. (Rojas Tabar fue reintegrado a comienzos del segundo gobierno de Fernández).
Las distintas hipótesis
La suerte que haya podido correr el doctor Narciso González ha sido y sigue siendo motivo de especulación. La única hipótesis que se ha manejado públicamente es la de que éste “fue secuestrado por militares” y luego de ser golpeado se produjo su deceso. Pero hay quienes dicen que pudo haberse suicidado, dado el hecho de que él tenía:
a) Problemas económicos.
b) Problemas laborales
c) Problemas con miembros de su familia
d) Problemas serios de salud (epilepsia agravada por tensión, falta de reposo y no uso de medicamentos).
e) Problemas generados por su profunda inconformidad política.
Quienes sostienen la tesis del suicidio resaltan que el día de su desaparición Narciso estuvo “deambulando”, ya que primero fue a una agencia hípica, luego a la UASD, en la tarde al Hipódromo en dos oportunidades y finalmente al cine Doble hasta después de las 11:00 de la noche, cuando fue visto por última vez. En este último establecimiento vió la película “Filadelfia”, la cual tiene un contenido altamente depresivo. (Estudios científicos recientes señalan que los pacientes epilépticos son generalmente depresivos).
¿Por qué no apareció el cadáver?
Sin embargo, ¿si se suicidó por qué no apareció el cadáver?, es la pregunta que muchos se hacen.
Hay otras personas que señalan que Narciso pudo haberse «ausentado» voluntariamente en medio de una profunda depresión provocada por los problemas mencionados ya que, tal y como señaló el licenciado Melo Casado, era “una persona con una inteligencia sobrenatural, con una capacidad para crear cualquier situación de convertirse en el centro de la opinión pública”.
Y también hay quienes se han atrevido a especular que posiblemente se refugió en casa de algún político opositor al Gobierno quien, al percatarse de que Narciso era más importante desaparecido que vivo, optó por hacer valer la primera fórmula.
Muchos alegan que la revista La Muralla, donde Narciso escribió su famoso artículo, era de muy escasa circulación, ya que se editaba en Nagua, y que la asamblea de profesores donde él pronunció el discurso no fue un acto público sino una actividad interna de la UASD. (Precisamente, nadie ha sabido explicar quién filmó el video en donde Narciso aparece hablando y con cuales fines lo dió a conocer a la opinión pública).
Para la misma época en que Narciso pronunció su discurso fue publicado el libro “Los que falsificaron la firma de Dios”, de Viriato Sención, en el cual sí hay graves acusaciones contra Joaquín Balaguer y su familia, de manera pública. “Para actuar contra Narcisazo, que no representaba en ese momento nada, hubiera sido mejor hacerlo contra Sención”, llegó a comentar en esa oportunidad un dirigente del Partido Reformista Social Cristiano.
Conclusiones
A manera de conclusión debemos señalar que en este caso resaltan:
1) Las contradicciones en que incurren los miembros de la propia familia del desaparecido al ofrecer testimonios.
2) Las lagunas de la investigación realizada por la Comisión de Oficiales de la Policía, la cual nunca llegó al fondo ni interrogó a ninguno de los funcionarios mencionados por el doctor González en su artículo y en su discurso (Manuel Guarda Liranzo, Aníbal Páez, Juan José Arteaga, Rafael Bello Andino, Ramón Pérez Martínez así como las que eran jefes de la Policía, la Fuerza Aérea y el Ejército al momento de la desaparición). Tampoco nunca fueron interrogados Amaury González, el otro hijo de Narciso, ni tampoco la señora Lucila Ramírez, madre de Luz Altagracia, para que certificara si ciertamente esta última estaba o no en su casa (de Lucila) cuando se produjo la desaparición.
El escándalo que rodeó el Caso de Narcisazo coincidió con el estado de agitación que se vivió en el país, y que dió origen en el 1996 al acortamiento del mandato de Balaguer a dos años.