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jueves, enero 9, 2025

EL CANAL DE PANAMA

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Jhefres Agustin Reyes Reinoso
Abogado y político

Yonkers, Nueva York.

Los Tratados Torrijos-Carter ante las amenazas de MAGA.

Panamá ha sido el área geográfica, posiblemente, de mayor interés y tendencia de las últimas décadas del hemisferio a raíz de una serie de hechos históricos que han ocurrido de manera paulatina, como, por ejemplo, la invasión militar estadounidense en 1989, los papeles de Panamá en 2016 y, muy recientemente, en la víspera de Navidad en el 2024, Donald Trump, en un discurso que infiere amenazas, nos ha recordado los 25 años de la recuperación de su canal transoceánico por parte de esta hermana nación de Centroamérica.

Al parecer, y por los hechos aquí citados, la relación internacional entre ambos Estados ha tenido un devenir conflictivo, y ahora le aguarda un presente sombrío.

En una reunión de activistas conservadores en Phoenix, Arizona, organizada por Turning Point Action (organización de base conservadora), a 29 días para tomar el poder, el presidente electo de los Estados Unidos de América denunció las exageradas tarifas que la Autoridad del Canal de Panamá les impone a los cargueros estadounidenses que atraviesan la ruta oceánica, así como la presencia de trabas en el desplazamiento de sus navieros de guerra. Por lo cual, el líder republicano recordó que esta vía de comercio marítimo es un activo nacional vital para los Estados Unidos de América. A mi modo de ver, el magnate reafirmó su compromiso con su base de apoyo original, ahora llamado el Movimiento Make America Great Again, lo cual, traducido al español, sería (Hacer grande a Estados Unidos otra vez), mejor conocido como MAGA.

Si analizamos la manera en que Ronald Reagan, en 1980, usó la consigna “Let’s Make America Great Again”, apreciamos que lo hizo para unificar su base y atraer a aquellos que sintieron humillación ante la entrega del canal. El mismo Bill Clinton (expresidente demócrata) en 1999 recurrió al uso de dicho lema para conectar con votantes decepcionados por los efectos de la recesión económica tras las operaciones militares en Medio Oriente. Quiere esto decir que MAGA es una idea con credenciales bipartidistas. MAGA se propone levantar un país en ruinas que ha sido despojado de recursos geopolíticos vitales. El movimiento conservador que pasó de ser una consigna en el 2015-2016 a toda una estructura de poder económico con
intereses nacionalistas, según la página web www.opensecrets.org, recaudó $409,509,931 en donaciones a la carrera por la Casa Blanca. En consecuencia, se demuestra que estamos ante la presencia de un colectivo ultranacionalista que ahora buscará gobernar desde Washington y desde el Capitolio. En tal sentido, no me es extraño que en este acto de celebración de la derecha estadounidense, alguien de manera enérgica exclamara: «Take it back» (recordémoslo), refiriéndose al canal de Panamá, a lo cual Donald Trump respondió diciendo: «El canal de Panamá es crucial para EL comercio de EE. UU. y el rápido despliegue de la mar desde el Atlántico al Pacífico…». (Asegurar el canal de Panamá es decisivo para el comercio de los Estados Unidos y el desplazamiento de la marina de guerra del Atlántico al Pacífico). Por consiguiente, si analizamos estas expresiones, tomadas en el contexto del reposicionamiento de las potencias económicas y militares, lo cual bien describe el Dr. Manolo Pichardo en su libro “El desplazamiento del poder global: hacia un nuevo orden”, sí se puede apreciar una posible amenaza a los Tratados Torrijos-Carter firmados en Washington el 7 de septiembre del año 1977 y ratificados por el senado estadounidense en 1978.

Recordemos que el profesor Juan Bosch, en su obra “El pentagonismo sustituto del imperialismo”, describe muy bien la disociación entre los políticos, los electores y el complejo militar-industrial en torno al uso de la fuerza. Pone como ejemplo la guerra de Vietnam, donde el poder político buscaba una victoria, los contratistas procuraron vender armas y el pueblo exigía la paz. En este nuevo escenario donde se menciona la recuperación de un país en declive; MAGA, la mayoría de los congresistas y el Pentágono están en la
misma página. Esto explica por qué los nuevos inquilinos de la Casa Blanca están dando garantías de participación a las organizaciones ultraconservadoras que aportaron miles de dólares a las campañas del Partido Republicano. Se propone la vuelta a la política del Gran Garrote, “big stick policy” 1901-1909. El anuncio adelantado de los potenciales miembros del gabinete, tanto outsiders como notables figuras del gran viejo partido que patrocinan el ultranacionalismo, da muestra de ello. No obstante, en primer orden, queremos destacar que cualquier acción que pretenda afectar la autoridad de Panamá sobre su vía fluvial entra en conflicto con el nuevo ordenamiento jurídico internacional que plantea un claro respeto a los tratados suscritos entre Estados soberanos, y prohíbe el intervencionismo en los asuntos internos de cada nación. En consecuencia, los Tratados Torrijos-Carter solo podrían ser modificados por la voluntad manifiesta de los suscriptores interesados, aplicando el control de ratificación que ejercen los poderes legislativos de cada país, tal como lo establece la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (CVDT), adoptada en 1969. En segundo orden, hay que considerar el hecho de que el nuevo gobierno republicano gobernará con mayorías en ambas cámaras. Ante esta realidad, precisamos buscar una explicación en el ordenamiento legal que rige a este gran país del norte sobre las atribuciones del primer mandatario. La Constitución americana, en el artículo 2, sección 2, establece lo siguiente: “Con el consejo y consentimiento del Senado, él tendrá poder para celebrar tratados, siempre que las dos terceras partes de los senadores presentes le den su anuencia…” y, por otro lado, el artículo 6 dispone lo siguiente: “Esta Constitución y las leyes de los Estados Unidos que en virtud de ella sean creadas; y todos los tratados previamente celebrados o que se celebren bajo la autoridad de los Estados Unidos, serán la ley suprema de la Nación”. Significa que, a la luz de las reglas constitucionales e internacionales, los Tratados Torrijos-Carter no corren ningún peligro siempre que se trate de una eventual modificación de los acuerdos bilaterales aquí en cuestión, debido a que en la cámara alta los senadores del partido rojo no suman 67, aunque sí contemplamos el hecho de que la Suprema Corte de Estados Unidos pueda ser apoderada de una acción de inconstitucionalidad que procure la invalidez de estos acuerdos. Una acción cuesta arriba, pero no imposible.

Miramos como un hecho relevante, según informa el periódico New York Times en español, en su versión digital, que hay una empresa con sede en Hong Kong, CK Hutchison Holdings, que gestiona dos puertos en las entradas del canal de Panamá. Cabe preguntarse: ¿Podrían las referidas operaciones bajo contrato privado de estas empresas constituir una amenaza a la imparcialidad del canal? La visión de movimiento que apoyó la vuelta al poder del presidente Trump vuelve a enarbolar la histórica frase “América para los americanos”. Por consiguiente, los dominicanos debemos recordar el desacierto del gobierno encabezado por Danilo Medina Sánchez 2016-2020 ante la administración Trump por el establecimiento de las relaciones diplomáticas con la República Popular China el 1 de mayo de 2018, y con ello, la receptividad del gobierno dominicano ante las pretensiones de Pekín de incurrir en inversiones de desarrollo sobre el Puerto de Manzanillo. Sinceramente, un hecho intolerable en el contexto del conflicto comercial con el enemigo de oriente, y que produjo consecuencias para el mandatario del partido morado; y además, si la intención del elegido presidente es proceder a la denuncia por violación al artículo 1 de la convención concerniente a la neutralidad del 7 de septiembre de 1977, basado en el presunto dominio de China sobre el funcionamiento de esta vía acuática de tránsito internacional, entonces el asunto se dirimirá ante una Corte Internacional o un comité de resolución de controversia que ambas partes en conflicto tendrán que aceptar. La dificultad aquí sería que el denunciante está obligado a presentar evidencias que sustenten su alegada violación, lo cual pondría en desventaja a la parte acusadora en este asunto. En tal sentido, solo quedaría el uso de la fuerza, en cuyo terreno el país del tío Sam tiene vasta experiencia.

Por el lado contrario, si bien es cierto que hay estadounidenses procurando la recuperación de bienes extraterritoriales ocupados en el pasado, no menos cierto es que hay todo un pueblo panameño que se ha unificado en torno a una virtual agresión de la primera potencia mundial sobre la octava maravilla del mundo. Tal como lo describe la periodista panameña Sol Lauria en su artículo en el diario El País: “El presidente electo de Estados Unidos (EE UU) ha logrado unir a una población fragmentada por discusiones políticas internas en una proclama de reivindicación patriótica homogénea, justo cuando se conmemoran 25 años de la recuperación de la vía a manos panameñas”. Y por lo propio, el actual presidente, José Raúl Mulino, apuntala: “Cada metro cuadrado del Canal de Panamá y sus zonas adyacentes es de Panamá y lo seguirá siendo”.

No hay dudas de que las relaciones internacionales entre el pueblo panameño y los suscriptores de MAGA serán tensas, tal como lo serán con otros pueblos, en cuyos territorios subyacen recursos vitales que garantizan el despliegue y permanencia del poder militar y económico estadounidense.

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